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“Pagar por no matar”: cuando Gustavo Petro fue alcalde de Bogotá, hizo lo mismo y la criminalidad se disparó, esta es la radiografía de lo que ocurrió
El programa que lanzó el presidente Petro para pagar a los jóvenes de bandas criminales a cambio de que no maten es controvertido. Cuando lo puso en marcha en su alcaldía, los delitos se dispararon.
“Les vamos a pagar por no matar”. Esa fue la frase con la que el presidente Gustavo Petro explicó la puesta en marcha del programa Jóvenes en Paz, una de las apuestas más polémicas de su administración. La idea de este proyecto, según indicó el propio mandatario, es otorgar una renta de un millón de pesos mensuales a quienes pertenecen a las bandas criminales o que están en riesgo de ser reclutados por estos grupos, a cambio de que estudien y se formen para ingresar al campo laboral. En otras palabras, como lo aseguró Petro, “arrebatarles estos jóvenes a la delincuencia”.
A pesar de que las críticas se han desatado en los últimos días, la realidad es que este programa, que ya se incluyó en el Plan Nacional de Desarrollo, no es nuevo y fue implementado por Petro cuando fue alcalde de Bogotá. Según el mandatario, cuando fue desarrollado en la capital del país, Jóvenes en Paz contribuyó “de manera importante en la disminución de los índices de delincuencia” en la ciudad. No obstante, si el objetivo del programa, tal como lo plantea Petro, era aminorar los hechos de violencia y delincuencia mediante un pago mensual a los jóvenes que delinquían, las cifras de la Alcaldía no lo respaldan.
De acuerdo con los datos de la Secretaría Distrital de Seguridad, entre 2014, cuando arrancó Jóvenes en Paz en Bogotá, y 2015, los llamados delitos de alto impacto en la capital no disminuyeron, sino que, en la mayoría de los casos, aumentaron. Por ejemplo, el hurto a personas, en el que se incluye el robo de celulares, pasó de 28.124 casos en 2014 a 33.054 en 2015, es decir, un aumento del 17,5 por ciento un año después de haberse puesto en marcha el programa. Una situación similar ocurrió con la extorsión, que pasó de 293 casos en 2014 a 519 en 2015, lo que representa un aumento del 77 por ciento.
Para el caso del homicidio, cuya reducción es uno de los principales objetivos del programa, se mantuvo casi en los mismos niveles: pasó de 1.355 casos en 2014 a 1.344 en 2015. En un año, y con una inversión de 105.000 millones de pesos, la Alcaldía de Petro logró llegar a cerca de 9.300 jóvenes.
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De estos beneficiarios durante el primer año de implementación, alrededor de 800 se graduaron de bachilleres o técnicos. Jóvenes en Paz duró, en esencia, solo un año, pues con la llegada de Enrique Peñalosa a la alcaldía de Bogotá, si bien se continuó con un programa similar denominado Distrito Joven, hubo modificaciones en cuanto a los criterios de asignación de los apoyos, pues ya no estaban enfocados en jóvenes que pertenecieran a grupos criminales sino en quienes estuviera en riesgo de caer en manos de estas redes por cuenta de sus condiciones sociales.
Así mismo, hubo cambios en la metodología. Por ejemplo, los beneficiarios no recibieron la remuneración al ingreso, sino que tenían que pasar primero por un proceso psicosocial antes de vincularse formalmente.
Al finalizar la administración Peñalosa, fueron vinculados a este programa 9.366 jóvenes, de los cuales 3.617 se graduaron de bachillerato o de un técnico, es decir, el 38 por ciento. Esto va ligado, en buena medida, a lo que ocurre en general en la educación superior en Colombia, dado que la deserción es del 46 por ciento.
Las cifras coinciden con los datos revelados por Fedesarrollo en medio de la discusión de la reforma laboral. Resulta más efectivo crear oportunidades de empleo que otorgar subsidios, pues el 72 por ciento de las personas que cuentan con empleo logran salir de la pobreza, mientras que solo el 9 por ciento de quienes reciben un subsidio lo hacen.
Otra de las inquietudes del programa que lanzó Petro es que aún no hay especificaciones, por ejemplo, sobre cómo se identificará a la población en riesgo o cómo se realizará el seguimiento de que los beneficiarios cumplen con las obligaciones para cobrar el subsidio. El Plan de Desarrollo indica que las transferencias monetarias estarán condicionadas al trabajo social y al estudio, pero no se sabe cuáles serán los indicadores.
A pesar de que Petro ya lanzó Jóvenes en Paz, el programa aún no pasa de ser una buena intención del jefe de Estado. Las cifras de cuando lo puso en marcha en su alcaldía no lo respaldan, no se conocen detalles de su operación y el Ministerio de la Igualdad, encargado de desarrollarlo, apenas está prendiendo motores.