Política
Petro tiene “un hábito de irse de parranda y beber demasiado”: Andrés Oppenheimer revela el supuesto motivo de los incumplimientos del presidente, en El Nuevo Herald
El periodista publicó estas declaraciones en un editorial de este diario.
Los incumplimientos del presidente Gustavo Petro y su inasistencia a diferentes eventos oficiales, pese a estar confirmados en su agenda, han dado para todo tipo de especulaciones. Ni el propio mandatario ni su equipo de asesores y comunicaciones dan una explicación clara sobre el porqué de sus constantes ausencias.
El tema es de tal magnitud que incluso el columnista Andrés Oppenheimer publicó un editorial en el portal de El Nuevo Herald dedicado a analizar y tratar de explicar la forma de actuar de Petro. En su escrito, deja al descubierto que, en alguna ocasión, un exfuncionario del gobierno de Donald Trump le comentó que el líder del Pacto Histórico “sufría de depresiones o de un problema de drogas que lo hacían desaparecer a menudo de la luz pública”, lo cual lo ha llevado a preguntarse si Colombia tiene un presidente ‘part time’ o de medio tiempo.
Oppenheimer destaca en su análisis los casi 100 incumplimientos del mismo Petro, sobre los cuales no hay certeza acerca de lo que le impidió cumplir los compromisos. Además, asegura que, aunque al principio ese comentario que le hicieron le apreció un “chisme barato”, luego tomó bastante relevancia al ver la forma como el mandatario se ausentaba y las declaraciones del exembajador de Colombia en Venezuela Armando Benedetti, en las que sugería que el presidente tenía algunos problemas con el consumo de drogas.
Oppenheimer también trae a colación lo dicho por la excandidata presidencial Íngrid Betancourt, quien en un debate confesó haber presenciado un episodio de depresión del propio Petro cuando lo visitó en Bélgica en 1995; según dijo la líder de Verde Oxígeno, ella encontró al hoy mandatario “tirado en el suelo”, algo que el presidente ha negado de forma contundente.
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La editorial, también hace referencia a los argumentos expuestos por Petro hace algunos días, y en los que culpaba a la “inexperiencia” de sus funcionarios sobre sus incumplimientos y ausencias injustificadas a los compromisos oficiales y reuniones con gremios y comunidades.
En su escrito, Oppenheimer recoge la petición que hicieron desde la oposición para que el presidente colombiano se realice una serie de exámenes médicos y comparta los resultados con el legislativo para que este tenga la tranquilidad de las condiciones físicas y mentales del huésped de la Casa de Nariño.
En el escrito publicado en El Nuevo Herald, Oppenheimer cita a “un exalto funcionario colombiano con acceso a información de inteligencia”, y asegura que este contacto le habría confirmado que Petro no tiene ningún problema de salud, pero sí posee un mal habito con las bebidas alcohólicas y la fiesta, razones que aparentemente le impedirían cumplir con los compromisos, en especial los pactados a primeras horas de la mañana.
“Un exalto funcionario colombiano con acceso a información de inteligencia me aseguró que Petro no tiene ninguna enfermedad mental o física seria, sino un hábito de irse de parranda y beber demasiado hasta altas horas de la noche”, señaló el columnista en su editorial.
Oppenheimer señala que estas declaraciones han sido desmentidas por el propio Gobierno; sin embargo, apoya los requerimientos de la oposición al mandatario para que cumpla con sus compromisos.
De igual forma, habla sobre lo cuestionable que pueden resultar para la imagen de un presidente sus ausencias injustificadas y el incumplimiento de sus compromisos.
“Sea como sea, la oposición colombiana hace bien en exigir que Petro por lo menos asista a sus compromisos durante los viajes pagados por el Estado”, señaló Oppenheimer.
Por último, el editorial asegura que los incumplimientos de Petro no transmiten una buena imagen suya ni de Colombia a nivel internacional, algo que puede resultar jugando en contra de las aspiraciones del primer gobierno de izquierda en la historia del país.
Un presidente “part-time” no proyecta una imagen de seriedad de sí mismo, ni de su país”, concluyó Oppenheimer en su editorial publicada el pasado 30 de agosto.
Ingrid Betancourt contó detalles desconocidos de Gustavo Petro y su estado de crisis en Bélgica: ¿se asocia a sus ausencias presidenciales?
Ingrid Betancourt habló con SEMANA. Además, hizo una grave denuncia contra las disidencias y dijo que el hoy presidente es el sepulturero de la paz de Santos.
SEMANA: ¿Cómo vio la proposición para someter a Gustavo Petro a un examen médico?
INGRID BETANCOURT (I. B.): Es la función del Congreso. Les corresponde a los congresistas velar por asegurarles a los colombianos que la democracia funciona correctamente. Como en una empresa, cuando una persona tiene a cargo grandes responsabilidades, tiene que demostrar que está en las capacidades funcionales, mentales, emocionales, psíquicas, entre otras. La realidad que venimos observando desde hace un año es que en el comportamiento de Gustavo Petro hay acciones erráticas y unas faltas graves como presidente.
SEMANA: Pero la proposición no la firmaron muchos congresistas. ¿Ve buen ambiente en el Congreso?
I. B.: Esto es un tema político. Quienes están con el Gobierno no la firmarán, tampoco quienes le tienen miedo. Más allá de esos intereses inmediatos hay una realidad y es que el presidente tiene que garantizar a los colombianos que está en sano juicio. Los ciudadanos no tenemos dudas frente a su inteligencia, pero sí tiene comportamientos erráticos que hacen pensar que tiene dificultades para manejar su agenda diaria, bien sea por problemas de salud, adicción, emocionales o psiquiátricos. En Colombia, parece que el presidente es el rey y no tiene que rendirle cuentas a nadie y no es así.
SEMANA: Si el Congreso no aprueba la proposición del examen médico, ¿el país se quedará sin saber de fondo el por qué de las ausencias del presidente?
I. B.: Hay otros mecanismos, entre ellos, los legales. Esto lo puede hacer el Congreso, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado. Es una avenida que se está abriendo, es la primera vez que esto trasciende a la luz pública.
SEMANA: Usted dijo, en su momento, que había encontrado al presidente en Bélgica, cuando él era funcionario de la Embajada colombiana, con problemas depresivos. ¿Tendrá relación ese tema con las actuales ausencias?
I. B.: No sé si son temas depresivos o de adicción. Uno lo único que hace cuando está al frente de una situación de estas es observar un comportamiento. Uno dice, en pleno día, una persona que tiene que ir a trabajar y que no está laborando, que está acostado, tirado en el suelo, en su apartamento en Bruselas, y uno no sabe por qué, simplemente uno dice, esto no es normal. Y de ahí, uno puede especular: ¿qué le pasó? ¿Estaba depresivo? ¿Tomó mucho licor la noche anterior? El problema es que esto es repetitivo. Ahí es cuando los colombianos tienen derecho a las explicaciones. El Congreso es quien, en primera línea, debe pedir las explicaciones. A final de cuentas, cualquier ciudadano tiene la posibilidad de tutelar este tipo de conductas.
SEMANA: Como el tema es de connotación, ¿puede relatarnos qué fue lo que encontró en el apartamento de Gustavo Petro en Bruselas?
I. B.: Yo no le dije nada, Gustavo Petro no podía actuar con uno, él, simplemente, estaba ido, estirado en el suelo. Yo hablé con su entonces esposa, Mary Luz Herrán, vi a sus niños pequeños, eran muy chiquititos, debían tener tres añitos, ellos corrían por toda la casa porque era una visita privada. Me imagino que para los pequeños era normal, porque saltaban encima del hoy presidente, daban vueltas. La esposa, apenada, diciendo: “Bueno, qué pena con ustedes, los estábamos esperando, pero no ha reaccionado. Vuelvan más tarde”. Y eso fue así. Yo, por eso, creo que el país debe tomar consciencia. Este no es un comportamiento excepcional (...). Para mí fue sorprendente, mas no incómodo porque no conocía a Petro, lo iba a conocer y lo encontré en ese estado.
SEMANA: ¿Petro los invita a su apartamento y no los reconoció ese día?
I. B.: No, es que él no estaba consciente, estaba tirado en el suelo de la sala, durmiendo, ido, no sé. No estaba en su cuarto. Si él hubiera estado enfermo, como cuando a uno le da gripa, habría reaccionado y habría dicho alguna cosa, pero estaba fuera de circuito. No reaccionaba.
SEMANA: ¿Por qué terminan en el apartamento de Petro en Bruselas?
I. B.: Nosotros éramos colombianos que íbamos en una visita oficial al Parlamento Europeo y una de las personas del grupo conocía a Gustavo Petro y lo quería saludar, fuimos varios y nos encontramos con esa situación.
SEMANA: ¿Pero después, cuando se vieron, él contó qué había pasado?
I. B.: Sí, nosotros volvemos después, nos volvimos a encontrar en muchas oportunidades por la vida, pero nunca se mencionó esto, porque es algo vergonzoso, ni él da explicaciones ni uno se las va a pedir. Pero si es interesante mirar cómo se dan las cosas, él es una persona que estaba con un cargo diplomático, representando a Colombia, con una función pública, y también tenía inasistencias a su trabajo. Lo que está pasando hoy tiene unos antecedentes de tiempo atrás.
SEMANA: Precisemos, ¿en esa época Petro tampoco cumplía con sus citas de diplomático en Bélgica?
I. B.: Sí, yo hablé con el embajador de ese momento (Petro era un secretario), había un enfrentamiento entre él y el embajador en Bélgica, que era Carlos Arturo Marulanda Ramírez. En ese momento, el hoy presidente lo acusaba de ser un paramilitar y él había manejado la Corporación Nacional de Turismo en el gobierno de Virgilio Barco, y después César Gaviria lo nombró diplomático en Bruselas. Había una pugna entre ellos, cuando hablé con el embajador en mi papel como congresista, sí habló de sus incumplimientos, de que nunca aparecía en su oficina, que eso era un problema y él estaba aburrido.
SEMANA: ¿Alguien más podría dar fe de lo que usted vio con Gustavo Petro?
I. B.: A la que sí le pueden preguntar es a la exesposa, Mary Luz Herrán, ella estuvo ahí conmigo. Es la mamá de Andrea y Andrés, es una mujer muy valiosa. Si lo considera, cuenta, aunque no creo que lo haga porque es el padre de sus hijos, pero ella vivió ese momento.
SEMANA: Usted conoce a Petro, ¿cree que se sometería a un examen?
I. B.: No, el hecho de que él no se quiera someter a un examen no quiere decir que no tenga legalmente que hacerlo si la justicia decide que es una necesidad. De motu proprio no lo hará, porque una valoración de su estado llevaría a hablar de cosas que en esa campaña han tratado de tapar de todas las maneras. Acuérdese del audio de Armando Benedetti cuando habla con Laura Sarabia y hablan de la adición a la cocaína.
SEMANA: De otro lado, el presidente habló de reconciliación nacional, ¿qué opina?
I. B.: Gustavo Petro está fuera de sitio, uno se reconcilia con una persona u organización que le ha hecho daño, pero que de alguna manera tiene cierta legitimidad. Para mí los narcos en Colombia son delincuentes. Estamos entrando en un mundo de relativismo muy peligroso.
SEMANA: ¿Hoy ve avances de la ‘paz total’?
I. B.: La ‘paz total’ es la delincuencia e impunidad total. Eso no lo dice uno sino basado en cifras. El secuestro aumentó en un 90 % y lo que nos costó bajar ese índice. Entre otras, el proceso de paz tenía la razón de ser acabar con los secuestros. Saco una conclusión: Gustavo Petro es el sepulturero del proceso de paz de Juan Manuel Santos, acabó con la posibilidad de que hubiera alguna cosa positiva de esa negociación, pero quedamos con impunidad, absoluto desdén por las víctimas (...). Yo he llegado a la conclusión que las tales disidencias de las Farc, todo ese escenario de que se dividieron, se pelaron, que unos se fueron para el Congreso y otros al monte, es simplemente una estrategia para quedarse con el pan y el queso.
SEMANA: ¿Cómo así?
I. B.: Unos lograron que los quitaran de las listas de terroristas y los incluyeran en la vida nacional, pero el negocio lo siguieron manejando los otros.
SEMANA: Es decir, ¿cree que las disidencias son las mismas Farc y no hubo división?
I. B.: Sí, he sacado esa conclusión. Aquí lo que tenemos es una estrategia para mantener vivo ese negocio que no querían soltar.
SEMANA: Pero eso es delicado, quienes están en el Congreso alegarán que no tienen relación con las disidencias de las Farc.
I. B.: No sé, hay cosas que me parecen muy extrañas. Por ejemplo, el nombramiento del ministro de Minas. Ahora, las Farc ponen ministro de minas, él se vuelve cuota burocrática de las Farc y, ¿a quién le beneficia eso? A quienes están traficando con la minería ilegal, los que están acabando con el petróleo en Colombia para venderlo ilegalmente. Todo un negocio.
SEMANA: ¿Y cómo sería esa relación, según lo que ha podido concluir?
I. B.: Me parece muy extraño que si tanto era el tema de que la paz era real y de buenas intenciones, no hayan entregado los recursos que tenían, hablamos de diez billones de dólares, su botín de guerra. Termina uno pensando que el proceso de paz fue un gran lavadero de dinero.
SEMANA: ¿Cómo ve el papel de los gestores de paz de Petro?
I. B.: Como veo lo de Simón Trinidad, Mancuso, lo de alias Gafas, personas que han cometido unos delitos terribles y que nunca han indemnizado a sus víctimas. Ni siquiera las reconocen. En el caso de Mancuso, es un desafío a Álvaro Uribe, es lo que uno siente de las razones que podrían llevar a un personaje como Mancuso a aliarse a un personaje como Petro.
SEMANA: ¿Qué futuro le espera a Uribe con la oposición prudente con Gustavo Petro?
I. B.: A Uribe le va a ir muy mal. Lo están adormeciendo, dándole tranquilidades falsas (…). Le están armando un cuento muy feo. Una vez que salga el fiscal en 2024, este país va a entrar en un espacio de terror judicial. Irán contra todo el mundo, todos los enemigos de Petro.
SEMANA: Por último, Laura Sarabia no ha escondido que volvería al Gobierno después del escándalo de la niñera, los audios de Benedetti, entre otros. ¿Qué opina?
I. B.: Me parece muy grave y cínico. También prueba hasta qué punto es una persona peligrosa para Petro, porque debe tener mucha información, como Armando Benedetti. Y hay mucho cinismo en todo eso y viene desde el proceso 8.000 cuando Ernesto Samper dijo: “Aquí estoy y aquí me quedó”, ahí inauguró el cinismo político. El teflón es ese.