POLÍTICA
Por primera vez Ingrid Betancourt revela detalles secretos del día que se encontró con Gustavo Petro en Bruselas: “Él no estaba consciente, estaba tirado en el suelo de la sala”
En diálogo con SEMANA, la excandidata presidencial recordó una visita que le hizo al hoy mandatario cuando ella era congresista y él era un secretario en la embajada de Colombia en Bélgica.
Preocupada por las constantes ausencias del presidente Gustavo Petro, quien con frecuencia incumple su agenda oficial sin dar mayores explicaciones, la excandidata presidencial Ingrid Betancourt no solo señaló la necesidad de que el primer mandatario rinda cuentas sobre su salud, sino que asoció su situación actual a un episodio dramático que ella vivió en el pasado con el actual jefe de Estado.
Recuerda que en su época de congresista viajó con unos colegas a una visita oficial al Parlamento Europeo y una de las personas del grupo conocía a Gustavo Petro, quien en ese momento era secretario de la Embajada de Colombia en Bélgica, y les propuso ir a saludarlo a su casa.
Al llegar a la residencia del hoy presidente, quien vivía con su exesposa Mary Luz Herrán y sus dos hijos Andrea y Andrés, el grupo se encontró a Gustavo Petro, en pleno día, tirado en el suelo, sin responder y totalmente ido. “Y uno no sabe por qué, simplemente uno dice, esto no es normal. Y de ahí, uno puede especular: ¿qué le pasó? ¿Estaba depresivo? ¿Tomó mucho licor la noche anterior?”, le dijo Betancourt a SEMANA.
Agregó que al ver que Petro no podía actuar por sí mismo, habló entonces con Mary Luz Herrán y vio cómo los hijos, en ese entonces muy chiquititos, como de tres años, corrían por toda la casa. “Me imagino que para los pequeños era normal, porque saltaban encima del hoy presidente, daban vueltas. La esposa, apenada, diciendo: ‘Bueno, qué pena con ustedes, los estábamos esperando, pero no ha reaccionado. Vuelvan más tarde’”.
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Betancourt insistió en que Petro no estaba consciente y no como una persona, por ejemplo, enferma con gripa, que por lo general está en su cama y responde ante las preguntas, lo cual no era el caso: “Estaba fuera de circuito. No reaccionaba”.
La excandidata presidencial recordó esa situación porque desde ese entonces, cuando Petro ocupaba un cargo diplomático, representando a Colombia, con una función pública, también tenía inasistencias a su trabajo. “Lo que está pasando hoy tiene unos antecedentes de tiempo atrás (...). Por eso, creo que el país debe tomar conciencia. Este no es un comportamiento excepcional”, reiteró.
Lea la entrevista completa:
SEMANA: ¿Cómo vio la proposición para someter a Gustavo Petro a un examen médico?
INGRID BETANCOURT (I. B.): Es la función del Congreso. Les corresponde a los congresistas velar por asegurarles a los colombianos que la democracia funciona correctamente. Como en una empresa, cuando una persona tiene a cargo grandes responsabilidades, tiene que demostrar que está en las capacidades funcionales, mentales, emocionales, psíquicas, entre otras. La realidad que venimos observando desde hace un año es que en el comportamiento de Gustavo Petro hay acciones erráticas y unas faltas graves como presidente.
SEMANA: Pero la proposición no la firmaron muchos congresistas. ¿Ve buen ambiente en el Congreso?
I. B.: Esto es un tema político. Quienes están con el Gobierno no la firmarán, tampoco quienes le tienen miedo. Más allá de esos intereses inmediatos hay una realidad y es que el presidente tiene que garantizar a los colombianos que está en sano juicio. Los ciudadanos no tenemos dudas frente a su inteligencia, pero sí tiene comportamientos erráticos que hacen pensar que tiene dificultades para manejar su agenda diaria, bien sea por problemas de salud, adicción, emocionales o psiquiátricos. En Colombia, parece que el presidente es el rey y no tiene que rendirle cuentas a nadie y no es así.
SEMANA: Si el Congreso no aprueba la proposición del examen médico, ¿el país se quedará sin saber de fondo el porqué de las ausencias del presidente?
I. B.: Hay otros mecanismos, entre ellos, los legales. Esto lo puede hacer el Congreso, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado. Es una avenida que se está abriendo, es la primera vez que esto trasciende a la luz pública.
SEMANA: Usted dijo, en su momento, que había encontrado al presidente en Bélgica, cuando él era funcionario de la embajada colombiana, con problemas depresivos. ¿Tendrá relación ese tema con las actuales ausencias?
I. B.: No sé si son temas depresivos o de adicción. Uno lo único que hace cuando está al frente de una situación de estas es observar un comportamiento. Uno dice, en pleno día, una persona que tiene que ir a trabajar y que no está laborando, que está acostado, tirado en el suelo, en su apartamento en Bruselas, y uno no sabe por qué, simplemente uno dice, esto no es normal. Y de ahí, uno puede especular: ¿qué le pasó? ¿Estaba depresivo? ¿Tomó mucho licor la noche anterior? El problema es que esto es repetitivo. Ahí es cuando los colombianos tienen derecho a las explicaciones. El Congreso es quien, en primera línea, debe pedir las explicaciones. A final de cuentas, cualquier ciudadano tiene la posibilidad de tutelar este tipo de conductas.
SEMANA: Como el tema es de connotación, ¿puede relatarnos qué fue lo que encontró en el apartamento de Gustavo Petro en Bruselas?
I. B.: Yo no le dije nada, Gustavo Petro no podía actuar con uno, él, simplemente, estaba ido, estirado en el suelo. Yo hablé con su entonces esposa, Mary Luz Herrán, vi a sus niños pequeños, eran muy chiquititos, debían tener tres añitos, ellos corrían por toda la casa porque era una visita privada. Me imagino que para los pequeños era normal, porque saltaban encima del hoy presidente, daban vueltas. La esposa, apenada, diciendo: “Bueno, qué pena con ustedes, los estábamos esperando, pero no ha reaccionado. Vuelvan más tarde”. Y eso fue así. Yo, por eso, creo que el país debe tomar conciencia. Este no es un comportamiento excepcional (...). Para mí fue sorprendente, más no incómodo porque no conocía a Petro, lo iba a conocer y lo encontré en ese estado.
SEMANA: ¿Petro los invita a su apartamento y no los reconoció ese día?
I. B.: No, es que él no estaba consciente, estaba tirado en el suelo de la sala, durmiendo, ido, no sé. No estaba en su cuarto. Si él hubiera estado enfermo, como cuando a uno le da gripa, habría reaccionado y habría dicho alguna cosa, pero estaba fuera de circuito. No reaccionaba.
SEMANA: ¿Por qué terminan en el apartamento de Petro en Bruselas?
I. B.: Nosotros éramos colombianos que íbamos en una visita oficial al Parlamento Europeo y una de las personas del grupo conocía a Gustavo Petro y lo quería saludar, fuimos varios y nos encontramos con esa situación.
SEMANA: ¿Pero después, cuando se vieron, él contó qué había pasado?
I. B.: Sí, nosotros volvemos después, nos volvimos a encontrar en muchas oportunidades por la vida, pero nunca se mencionó esto, porque es algo vergonzoso, ni él da explicaciones ni uno se las va a pedir. Pero sí es interesante mirar cómo se dan las cosas, él es una persona que estaba con un cargo diplomático, representando a Colombia, con una función pública, y también tenía inasistencias a su trabajo. Lo que está pasando hoy tiene unos antecedentes de tiempo atrás.
SEMANA: Precisemos, ¿en esa época Petro tampoco cumplía con sus citas de diplomático en Bélgica?
I. B.: Sí, yo hablé con el embajador de ese momento (Petro era un secretario), había un enfrentamiento entre él y el embajador en Bélgica, que era Carlos Arturo Marulanda Ramírez. En ese momento, el hoy presidente lo acusaba de ser un paramilitar y él había manejado la Corporación Nacional de Turismo en el gobierno de Virgilio Barco, y después César Gaviria lo nombró diplomático en Bruselas. Había una pugna entre ellos, cuando hablé con el embajador en mi papel como congresista, sí habló de sus incumplimientos, de que nunca aparecía en su oficina, que eso era un problema y él estaba aburrido.
SEMANA: ¿Alguien más podría dar fe de lo que usted vio con Gustavo Petro?
I. B.: A la que sí le pueden preguntar es a la exesposa, Mary Luz Herrán, ella estuvo ahí conmigo. Es la mamá de Andrea y Andrés, es una mujer muy valiosa. Si lo considera, cuenta, aunque no creo que lo haga porque es el padre de sus hijos, pero ella vivió ese momento.
SEMANA: Usted conoce a Petro, ¿cree que se sometería a un examen?
I. B.: No, el hecho de que él no se quiera someter a un examen no quiere decir que no tenga legalmente que hacerlo si la justicia decide que es una necesidad. Motu proprio no lo hará, porque una valoración de su estado llevaría a hablar de cosas que en esa campaña han tratado de tapar de todas las maneras. Acuérdese del audio de Armando Benedetti cuando habla con Laura Sarabia y hablan de la adición a la cocaína.
SEMANA: De otro lado, el presidente habló de reconciliación nacional, ¿qué opina?
I. B.: Gustavo Petro está fuera de sitio, uno se reconcilia con una persona u organización que le ha hecho daño, pero que de alguna manera tiene cierta legitimidad. Para mí los narcos en Colombia son delincuentes. Estamos entrando en un mundo de relativismo muy peligroso.
SEMANA: ¿Hoy ve avances de la ‘paz total’?
I. B.: La ‘paz total’ es la delincuencia e impunidad total. Eso no lo dice uno sino basado en cifras. El secuestro aumentó en un 90 % y lo que nos costó bajar ese índice. Entre otras, el proceso de paz tenía la razón de ser acabar con los secuestros. Saco una conclusión: Gustavo Petro es el sepulturero del proceso de paz de Juan Manuel Santos, acabó con la posibilidad de que hubiera alguna cosa positiva de esa negociación, pero quedamos con impunidad, absoluto desdén por las víctimas (...). Yo he llegado a la conclusión que las tales disidencias de las Farc, todo ese escenario de que se dividieron, se pelaron, que unos se fueron para el Congreso y otros al monte, es simplemente una estrategia para quedarse con el pan y el queso.
SEMANA: ¿Cómo así?
I. B.: Unos lograron que los quitaran de las listas de terroristas y los incluyeran en la vida nacional, pero el negocio lo siguieron manejando los otros.
SEMANA: Es decir, ¿cree que las disidencias son las mismas Farc y no hubo división?
I. B.: Sí, he sacado esa conclusión. Aquí lo que tenemos es una estrategia para mantener vivo ese negocio que no querían soltar.
SEMANA: Pero eso es delicado, quienes están en el Congreso alegarán que no tienen relación con las disidencias de las Farc.
I. B.: No sé, hay cosas que me parecen muy extrañas. Por ejemplo, el nombramiento del ministro de Minas. Ahora, las Farc ponen ministro de minas, él se vuelve cuota burocrática de las Farc y, ¿a quién le beneficia eso? A quienes están traficando con la minería ilegal, los que están acabando con el petróleo en Colombia para venderlo ilegalmente. Todo un negocio.
SEMANA: ¿Y cómo sería esa relación, según lo que ha podido concluir?
I. B.: Me parece muy extraño que, si tanto era el tema de que la paz era real y de buenas intenciones, no hayan entregado los recursos que tenían, hablamos de 10 billones de dólares, su botín de guerra. Termina uno pensando que el proceso de paz fue un gran lavadero de dinero.
SEMANA: ¿Cómo ve el papel de los gestores de paz de Petro?
I. B.: Como veo lo de Simón Trinidad, Mancuso, lo de alias Gafas, personas que han cometido unos delitos terribles y que nunca han indemnizado a sus víctimas. Ni siquiera las reconocen. En el caso de Mancuso, es un desafío a Álvaro Uribe, es lo que uno siente de las razones que podrían llevar a un personaje como Mancuso a aliarse a un personaje como Petro.
SEMANA: ¿Qué futuro le espera a Uribe con la oposición prudente con Gustavo Petro?
I. B.: A Uribe le va a ir muy mal. Lo están adormeciendo, dándole tranquilidades falsas (...). Le están armando un cuento muy feo. Una vez que salga el fiscal en 2024, este país va a entrar en un espacio de terror judicial. Irán contra todo el mundo, todos los enemigos de Petro.
SEMANA: Por último, Laura Sarabia no ha escondido que volvería al Gobierno después del escándalo de la niñera, los audios de Benedetti, entre otros. ¿Qué opina?
I. B.: Me parece muy grave y cínico. También prueba hasta qué punto es una persona peligrosa para Petro, porque debe tener mucha información, como Armando Benedetti. Y hay mucho cinismo en todo eso y viene desde el proceso 8.000 cuando Ernesto Samper dijo: “Aquí estoy y aquí me quedó”, ahí inauguró el cinismo político. El teflón es ese.