Política
Presidente Petro, desde España, explicó qué quiso decir con el llamado a movilizaciones para defender sus polémicas reformas
El jefe de Estado hizo recientemente un llamado a la ciudadanía para que se movilice en apoyo a sus polémicas reformas sociales.
En medio de la agenda de trabajo que está realizando en España, el presidente de la República Gustavo Petro se refirió al llamado que hizo desde el balcón de la Casa de Nariño el lunes festivo de esta semana y el cual ha generado un profundo debate en el país.
El mandatario colombiano señaló que la defensa popular de sus polémicas reformas debe ser pacífica, pese a la despachada que se pegó en el discurso que realizó desde el balcón, advirtiendo que “coartarlas puede generar una revolución”.
“El llamado a la presencia de la población en las calles, en las plazas, es para defender los proyectos de reformas a la salud, laboral y pensional, no es un llamado a la violencia”, sostuvo Petro.
Y agregó el mandatario colombiano que “la invitación a la sociedad colombiana para que se movilice de manera pacífica en las calles a favor de las reformas laboral, pensional y a la salud que el Gobierno presentó al Congreso de la República”.
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También dijo: “Indudablemente, queremos cambios y por eso fuimos elegidos. Los cambios implican cambios de normas (...). Ahora, queremos que esos cambios tengan el respaldo popular; ningún cambio se puede presentar en una sociedad si no cuenta con el respaldo popular, no se pueden imponer”.
Y dejó claro: “Al contrario, entre más se pueda expresar la población pacíficamente, menos violencia va a haber en el país. La violencia tiene que ver con que se han reprimido los llamados y las expresiones de la población”.
“Cuando decimos que la gente salga pacíficamente a las calles, lo que estamos es disminuyendo la violencia. Ello no es romper las instituciones, ello es usar las instituciones porque para eso son: para que puedan tramitar los cambios”, insistió Petro desde España.
Con el balcón y el llamado a la revolución, Gustavo Petro le apuesta a robarle como sea el liberalismo a César Gaviria
En el agitado discurso con el que el presidente Gustavo Petro se dirigió al balcón este primero de mayo hubo un antagonista claro: César Gaviria. El primer mandatario lo atacó sin piedad y le dedicó varias de sus más mordaces frases. Sin embargo, lo que más caló entre quienes lo oyeron -algunos con estupor y otros con euforia- fue su amenaza de que “el intento de coartar las reformas puede llevar a una revolución”. Lo que pocos notaron es que esa frase tiene un mensaje claro: el presidente va por las bases liberales de Gaviria y no piensa hacer su revolución sin ellos.
Se podría decir que el liberalismo fue el eje del discurso del primer mandatario. Con sus palabras altisonantes, Gustavo Petro no se dirigió a su galería, la izquierda que lo apoya con devoción, sino a esos seguidores del trapo rojo que le son esquivos y que hoy necesita más que nunca.
El presidente Petro comenzó hablando de uno de los mayores líderes de esa bandera, el expresidente Alfonso López Pumarejo, conocido por impulsar la llamada “revolución en marcha”. Y aseguró que en Colombia estamos ante esos mismos tiempos.
“Alfonso López Pumarejo salía a estos balcones, no exactamente aquí, a hablar con el pueblo en los primeros de mayo y a trazar esa alianza entre un gobierno y la clase obrera como base de un cambio y una transformación... Ese es un ejemplo que quedó en la historia”, dijo. Y recordó esos vericuetos que tuvo que vivir López para poder sacar adelante las reformas que construyeron lo que hoy se conoce como el estado social de derecho.
“Lo hundieron en medio de la violencia. Hasta al mismo Alfonso López Pumarejo le intentaron dar un golpe de Estado en su segundo gobierno. Paralizaron sus reformas. Las masacres empezaron a sucederse, el terror sobre el pueblo campesino fue creciendo”, advirtió Petro. Y ahí, sin decirlo, el presidente hizo eco de un caudillo y de un magnicidio, el de otro prócer liberal: Jorge Eliécer Gaitán.
El primer mandatario narró con euforia lo que vino después: “Apareció esta violencia que no termina, que ha matado a más de un millón de colombianos y colombianas, que ha sembrado las tierras no de surcos para cultivar alimentos sino de tumbas, de fosas”.
Y en sus extensas palabras repitió varias veces lo mismo: que, aunque la historia nunca se repite idéntica, estamos ante los mismos desafíos y riesgos. “Estamos en un momento similar al del general Melo, al del presidente Bolívar, al del gran reformador Alfonso López Pumarejo. Vamos a vivir circunstancias y situaciones similares”.
El presidente reconoció entrelíneas que vive una enorme crisis política. “Creían que Petro acorralado bajaría la idea de la gran transformación, bajaría la idea del cambio social que simplemente se acomodaría para vivir tranquilo”.
Y al final les dijo a los liberales que esa idea de la revolución en marcha que logró Pumarejo está más con él que con Gaviria. En ese mensaje no hubo rodeos. El presidente recordó, por ejemplo, que fue “López Pumarejo el que dijo que la tierra tiene una función social que es producir alimentos” y que “lo escribió en la Constitución de Colombia en 1936″. E incluso acuñó su frase para cerrar su discurso. “Hoy en estos mismos tiempos de reforma de revolución en marcha necesitamos al pueblo colombiano. No nos dejen solos”, dijo.
Mientras tanto, a Gaviria lo trató con desdén y lo tildó de ser el representante de esas élites que no permiten que nada bueno salga para el pueblo oprimido. Y de haber traicionado, por codicia, esos postulados del trapo rojo.
“Solo porque los dueños de los bancos, los dueños del capital, presionaron a uno de sus mayores voceros, el expresidente Gaviria, para tratar de oponer al Partido Liberal que se había afirmado a sí mismo como el partido del pueblo allá en la convención del teatro Colón, dirigida por Eliécer Gaitán, que había salido a luchar, incluso a riesgo de sus vidas, para que no se detuviera a sangre y fuego la revolución en marcha que acompañó a Gaitán hasta el final, que acompañó a López Pumarejo, ese pueblo liberal fue traicionado de nuevo ahora, cuando decidieron que iban a votar en contra de la reforma social, de la posibilidad del cambio”, dijo.
La traición no es otra que haberse apartado de la reforma a la salud. Y ahí, casi al nivel de los próceres liberales, apareció el nombre de María Eugenia Lopera, la congresista que se le rebeló a Gaviria y salvó con su voto la polémica iniciativa. La congresista fue nombrada con todas sus letras y elogiada por el primer mandatario y puesta como un símbolo que debe ser respaldado, pero sobre todo protegido. “Ahora hay que acompañar también a quienes desde el Congreso de Colombia de diversos partidos tienen la valentía y no retroceden en votar a favor de la reforma social”, finalmente aseguró el mandatario colombiano.