| Foto: juan carlos sierra-semana

ENTREVISTA

Nicolás Alcocer Petro cuenta la difícil historia de ser hijo del hoy presidente: “siempre fue complicado”

El hijo del presidente cuenta cómo fue crecer en medio de las amenazas y el estigma que había por la izquierda. También revela las razones que lo hicieron irse a vivir fuera del país y los planes que tiene para estos cuatro años.

8 de agosto de 2022

SEMANA: ¿Emocionado por ser el hijo del nuevo presidente de Colombia?

NICOLÁS ALCOCER: Es un momento histórico para el país. Han sido 20 años, no ha sido fácil y tanto mis hermanas, mi mamá, mi papá y yo hemos evolucionado a lo largo de la carrera política de mi padre. Con mucha expectativa.

SEMANA: ¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de su papá en ese camino para llegar a ser presidente de Colombia?

N.A.: Ser el hijo de Gustavo Petro es bastante complicado. Desde los 7 años tengo el recuerdo de que corríamos peligro a cada momento, se vive prevenido. Crecí con ese miedo de lo que podía pasarle a mi familia, no fue fácil; con el tiempo uno va aprendiendo a manejarlo.

Nicolás Alcocer Petro habla de su infancia y los recuerdos al lado de su padre

SEMANA: ¿Cómo fue su infancia y cómo llegó a estudiar en Francia?

N.A.: Estudié en el Liceo Francés, como casi todos mis hermanos. Al principio tuve temor de irme a Europa. Decidí quedarme estudiando y coincidió con la segunda campaña presidencial de mi papá. Luego, viendo el impacto que tenía en mi vida, decidí alejarme del país y despegarme de esa imagen de nosotros en Colombia por ser el hijo de Gustavo Petro. Acabo de terminar mis estudios en la Toulouse Business School, fueron tres años bastante complicados porque cuando mi papá terminó la campaña presidencial se presentó el tema de embargos a las cuentas y hubo una crisis económica bastante fuerte. Llegué a Francia a trabajar en un McDonald’s para sostenerme, como Andrea en su momento. Los estudios en Francia son muy baratos. Duré un tiempo de DJ para tener un poco más de sostenibilidad económica, pero me tocó parar esa experiencia porque me estaba consumiendo. Durante el último año estuve trabajando para una startup y cursé mis estudios de último año.

SEMANA: ¿Qué hay en Francia que le atemorizó de Colombia?

N.A.: Creé mi vida en un colegio en donde casi el 70 por ciento de la comunidad es de una orilla política diferente, y eso me afectó gran parte de mi escolaridad. Cuando llegué a la universidad pensé que iba a cambiar y no fue así. La gente me distinguía, sabía quién era, hacían comentarios, entonces prácticamente toda mi vida social giraba en torno a una figura ajena y no está bien porque al final eres una persona diferente. En muchas cosas concuerdo con mi papá porque siento que es una persona inteligente y en otras difiero. Nos ha pasado a todos, a Sofía, hubo muchas críticas en esta campaña. Ese tipo de comportamientos me hicieron repeler ese gusto que tenía por vivir en Colombia y emprender nuevos caminos en Europa para tener una vida más tranquila.

SEMANA: Gustavo Petro se ha convertido en un líder de los jóvenes, ¿con los que compartía no piensan igual?

N.A.: Uno se da cuenta de que una gran parte de esa juventud no es la que nos rodea. Mi red personal no es la mayor parte de la juventud que apoya a mi papá y que están buscando un cambio. El hecho de vivir en ese entorno de personas que no te generan nada positivo, y no porque no tengan nada que aportar, sino porque buscan recalcar lo negativo, al final terminan haciéndome daño, al principio pensaba que eran amigos míos y al final, por temas políticos que yo creía innecesarios, teníamos encontrones.

SEMANA: Usted es hijo de Verónica Alcocer, y su padre biológico no es Gustavo Petro, pero siempre lo ha considerado como tal. ¿Cómo es esa historia?

N.A.: Desde que tengo memoria he vivido con Gustavo, mi verdadero papá. Mi mamá se conoció con él cuando yo era muy pequeño. Se fueron a vivir a Bogotá juntos. Él siempre me educó e inculcó los valores con los que me identifico. La relación siempre fue excelente, mejor papá no pude haber tenido, al igual que mis hermanos. Muchas veces el tema de las familias compuestas es complicado, a mis hermanos los adoro, tenemos una relación excelente, somos muy unidos. Mi mamá también fue importante en eso porque siempre acogió a cada uno de los hijos de mi papá, hacíamos almuerzos juntos, salidas, una familia muy unida. El tema del apellido no lo había arreglado antes por seguridad y papeles, pero estamos haciendo el proceso de adopción para volverme oficialmente Nicolás Alcocer Petro.

SEMANA: ¿Qué recuerdos tiene de esa infancia en la que no eran tan conscientes de los problemas de seguridad?

N.A.: Siempre fue complicado. Recuerdo una infancia increíble porque mis papás hicieron un muy buen trabajo, pero siempre me preguntaba por qué estaba en un carro blindado, por qué no podía bajar los vidrios, ni podía hacer las mismas actividades que otros niños, eso impacta.

SEMANA: ¿Cuáles son los recuerdos más especiales que tiene con su familia?

N.A.: El primero es el primer viaje a Europa con mi familia en 2007. Conocer el Viejo Continente para mí fue increíble, viajar a Italia, al pueblo de donde son originarios mis tatarabuelos, fue la primera vez que me distancié de ese miedo que tenía de que algo me pasara y pude compartir tiempo de calidad con mis papás. Otro que me marcó fue el discurso después de la destitución, me hizo temblar y llorar, se me erizó la piel. Jamás había visto a tanta gente salir a las calles a protestar por algo que ellos sentían que les estaban quitando. Tenía 14 años, fue impactante ver a mi papá hablándoles a miles de personas, jamás se me va a borrar. Desde ahí entendí que mi papá estaba destinado a grandes cosas.

SEMANA: ¿En qué otro momento se ha sentido orgulloso de sus padres?

N.A.: Los dos cada vez me llenan más de orgullo. Mucha gente se queda con una sola imagen de Gustavo Petro, la sociedad colombiana debería analizar su evolución, no es el mismo de hace 20 años. Se le hacen muchas críticas, y bien que mal le han servido. Como hijo, considero que era muchísimo más terco y arrogante, el de ahora es transformado, escucha y está dispuesto a conciliar. El momento que estamos viviendo cayó al pelo porque es lo que un presidente necesita, escuchar para poder actuar, eso me llena de orgullo. Creo que jamás en mi vida he conocido una persona más limpia y honesta que mi papá. De chiquito me decía: “Las cosas hay que respetarlas, uno tiene que ser honesto y transparente”, y eso toda la vida me ha marcado. Mi mamá ha sido una guerrera, el bastión de batalla de mi papá, gran parte del triunfo ha sido gracias a ella porque es la que logra ponerlo en su centro.

SEMANA: ¿Se quedará en Francia o volverá a Colombia?

N.A.: Para mí lo más importante en este momento es terminar mi maestría. Uno de mis grandes retos de venir a Europa era ver qué podía aportar a la sociedad una vez volviera. Pienso quedarme el tiempo que dure mi maestría, tengo varios proyectos que quiero desarrollar en Colombia. Intenté comenzar durante la pandemia un marketplace ecosostenible de ropa deportiva, pero fue difícil. Quiero crear empresa que sea amigable con el medioambiente.

SEMANA: ¿Estará más inmerso en la discusión pública?

N.A.: Me gusta debatir. Acabo de abrir Twitter y voy a opinar mucho porque ese debate sano es importante. Si vemos comentarios mal hechos o agresiones, como familia también cumplimos un rol en la sociedad, estamos para proyectar la imagen del presidente, porque si no, estaríamos de adorno. La gente que me escribe, trato, en la medida de lo posible, de responderle porque así ellos sienten que tienen un contacto directo con alguien que puede aconsejar al presidente.

SEMANA: A todas las personas que tienen miedo de un Gobierno de su padre, ¿qué les dice?

N.A.: El hecho de que mi papá tenga políticas que quieran ayudar a la gente no significa que nos vayamos a volver como Venezuela o que la pobreza va a aumentar. El mensaje que les envío a los colombianos es confianza, esperen a que Gustavo Petro se posesione, déjenlo actuar, un cambio no se genera de la noche a la mañana, trae altibajos, después de una crisis llega una época de mucho bienestar para la sociedad. Hay que tener paciencia, si dialogamos y nos respetamos, vamos a salir adelante.