POLÍTICA
Recuperar el poder en 2023: la cruzada del Centro Democrático
El partido ha tenido una transformación en los últimos meses con miras a encarrilarse para los nuevos comicios.
El Centro Democrático busca definitivamente renacer en las elecciones de 2023, después del duro golpe recibido este año. Y para ello se plantean cuatro movidas fundamentales.
La primera será hacer alianzas con los partidos tradicionales para hacer contrapeso al Pacto Histórico en varias regiones del país. Pero también la idea es hacer valer el peso que el partido históricamente ha tenido en Antioquia para enfrentar a los llamados sectores alternativos, que estarán representados en el departamento por el movimiento Independientes, del alcalde Daniel Quintero, y el Pacto Histórico.
Por esto se ha venido barajando para la alcaldía de la capital antioqueña el nombre de Simón Molina, exconcejal del Centro Democrático y cercano a la senadora Paola Holguín, que renunció a su curul y al partido para aspirar a la Alcaldía. Por otro lado, el excandidato y concejal Alfredo Ramos tampoco descarta su candidatura.
También podrían estar Andrés Tobón, exsecretario de Seguridad de Medellín, y Federico Hoyos, exrepresentante de la Cámara del Centro Democrático.
El movimiento Independientes contempla como posibles aspirantes a Andree Uribe, actual secretaria de Salud; Juan Pablo Ramírez, exsecretario de Inclusión Social, y a Esteban Restrepo, exsecretario de Gobierno.
Un aliado de Quintero que podría aspirar a la gobernación es Mauricio Tobón, candidato para ese cargo en la elección pasada. El senador liberal Iván Darío Agudelo, de la campaña de Gustavo Petro, también suena como un candidato cercano.
Otro jugador importante para la gobernación es el conservador Juan Diego Gómez, expresidente del Senado.
La segunda movida del uribismo es el regreso de las listas cerradas a concejos y asambleas, con el fin de que vuelva la cohesión al partido, después de las malas experiencias con las sucesivas renuncias de concejales, especialmente en Antioquia.
El tercer punto en la estrategia del Centro Democrático son los llamados foros regionales que empezó a hacer el partido, con el fin de hacerles contrapeso a los diálogos regionales que impulsa el gobierno de Gustavo Petro. Ambos escenarios, tanto el del uribismo como el del petrismo, por más de que se disfracen con otros objetivos y otros nombres, buscan lo mismo: ambientar las elecciones de 2023.
El otro engranaje de la estrategia es el regreso del expresidente Álvaro Uribe a los escenarios públicos, no solo en los foros regionales sino con las reuniones que ha sostenido con el presidente Gustavo Petro.
La interlocución que le ha dado Petro, con quien se ha reunido ya dos veces en los últimos tres meses, ha significado para Uribe una bocanada de aire para empezar a restablecer su importancia política después de una campaña en la que fue de derrota tras derrota: su partido perdió la fuerza en el Congreso; su candidato presidencial, Óscar Iván Zuluaga, no llegó ni siquiera a primera vuelta y tuvo que guardar prudente silencio ante la posibilidad de que cualquier apoyo público que expresara terminara siendo un lastre para cualquier candidato, dada su situación judicial.
Este tipo de escenarios le sirven a Uribe para mostrar que está dispuesto a seguir “trabajando por Colombia” y para que, como él mismo lo dijo, el actual Ejecutivo no siga la senda de la izquierda latinoamericana, sino el modelo europeo, donde tanto la derecha como la izquierda gobiernan con “equidistancia del centro”.
Esta posición conciliadora y ponderada del expresidente ha sido reconocida por igual por figuras de la derecha y la izquierda. Se ha convertido en un interlocutor con autoridad para ambas franjas del espectro político.
“Van dos reuniones con Uribe. Seguro habrá otras más. Una democracia sólida se construye si gobierno y oposición dialogan”, expresó el presidente de la Cámara, David Racero, uno de los petristas de línea dura.