Política

Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’, se ofrece como mediador entre Gobierno y ELN para reactivar diálogos de paz

El último comandante que tuvo las Farc-EP asegura que la experiencia de la negociación que se cerró con el Estado, le permite aportar a la posible conversación entre las partes.

17 de agosto de 2022
Rodrigo Londoño
Rodrigo Londoño | Foto: guillermo torres-semana

El pasado fin de semana quedó claro que el gobierno de Gustavo Petro y el ELN activaron una fase exploratoria con la finalidad de reactivar los diálogos de paz que se rompieron en enero de 2019, por el atentado de la guerrilla a la Escuela General Santander.

Después de un par de reuniones, los delegados enviados por el presidente Petro aseguraron que el ELN tiene toda la voluntad de retomar los diálogos de paz y por esa razón se definirán algunos asuntos que darían vía libre a esa posibilidad.

En medio de esos anuncios, Rodrigo Londoño, quien fue conocido durante la guerra como ‘Timochenko’, envió una carta al Gobierno y a la guerrilla para ofrecerse como mediador entre las partes y facilitar la reactivación de la mesa.

“Como signatario y representante de la alta parte contratante del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y las Farc-EP, pongo a disposición del Gobierno y del ELN la experiencia colectiva que guardamos los firmantes de paz para facilitar el diálogo y el entendimiento entre las partes”, dice Londoño.

Además, hace un llamado a la guerrilla para que aproveche esta oportunidad de buscar una salida negociada al conflicto. “Compañeros del ELN, el camino de la paz no es fácil, pero vale la pena. Sepan que hay un pueblo esperándolos de brazos abiertos, dispuesto a rodearlos y apoyarlos en la brega por terminar el conflicto armado.

En su comunicación, Londoño celebra el encuentro que se dio entre las partes en La Habana (Cuba) y pide que continúen en el desarrollo de la fase exploratoria para reactivar la mesa de diálogo.

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Prueba de fuego para el ELN: ¿será que esta vez sí quiere hacer la paz?

No hay duda de que el ELN se está jugando su última carta política para negociar. Después de décadas de acercamientos para firmar la paz, se abrió la puerta del diálogo con el Gobierno de Gustavo Petro, un mandatario alternativo que está dispuesto a reconstruir la mesa que la guerrilla minó con el atentado en la Escuela General Santander (enero 2019), donde asesinó a 22 cadetes de la Policía.

El último ciclo de conversaciones con la guerrilla se dio en Quito (Ecuador). En 2018, el presidente Lenín Moreno las frenó y pidió a la guerrilla salir de su país, dejando de ser garante. Cuba acogió a los elenos y el diálogo se estancó. Llegó Iván Duque a la Casa de Nariño y esperó gestos de paz que nunca se dieron. Desde 2019, los negociadores del ELN permanecen en la isla y se desató una tensión diplomática entre Colombia y la isla. Duque los pidió en extradición por el atentado, pero no atendieron su llamado.

El viaje del canciller Álvaro Leyva, el Alto Comisionado para la Paz Danilo Rueda, el senador Iván Cepeda y otros funcionarios a La Habana sirvió para matar dos pájaros de un tiro. El presidente Petro les dio instrucciones de recomponer las relaciones con la isla y comprobar la voluntad de paz de la guerrilla.

Las dos tareas se cumplieron y se anunció oficialmente el inicio de una fase exploratoria. “El Gobierno adoptará las medidas políticas y jurídicas para garantizar las condiciones que permitan el reinicio de las conversaciones”, dijo el comisionado Danilo Rueda.

Para llegar a esa conclusión bastaron dos reuniones de los delegados con los guerrilleros en el Palacio de las Convenciones, mismo lugar donde se negoció con las Farc EP. Se habló con franqueza sobre el reinicio de los diálogos. La postura del Gobierno fue clara: toda la intención de lograr la paz, siempre y cuando el ELN estuviera en la misma línea. Con base en esa postura, la guerrilla se mostró de acuerdo y sabe que será la última oportunidad.

Danilo Rueda, Álvaro Leyva e Iván Cepeda
Danilo Rueda, Álvaro Leyva e Iván Cepeda | Foto: SEMANA

Esos acuerdos fueron informados al canciller cubano, Bruno Rodríguez, y al presidente de la isla, Miguel Díaz-Canel. De paso, Álvaro Leyva aprovechó para llevar un mensaje de Gustavo Petro ofreciendo disculpas “por el trato que se le dio a la isla, que solo ha ofrecido su territorio para consolidar la paz”.

El canciller colombiano dijo que se rechaza el señalamiento que se le dio a la isla de promover el terrorismo por ayudar en un proceso de paz, lo cual sirvió para afianzar las relaciones y, de paso, formalizar la intención de dialogar en ese territorio. Díaz-Canel ofreció la isla como sede alterna y señaló que están listos para seguir ayudando a Colombia. “Haremos todos los esfuerzos posibles, estamos dispuestos a seguir como garantes”, dijo el presidente de Cuba.

Así las cosas, se entró en una fase exploratoria en la que se definirá la mecánica para reactivar la mesa de diálogo que aún no está lista, pero tuvo un avance significativo. Deberán darse gestos de paz y en los próximos días llegarán anuncios.

Pablo Beltrán, jefe de la delegación del ELN, reconoció que quienes votaron por Petro dieron un mandato de paz que ellos deben aceptar. “Nosotros sabemos que debemos trabajar en ello, tenemos una gran responsabilidad”.

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Claro está que una cosa es la postura de Beltrán desde las comodidades de la isla y otra muy distinta la de los elenos que están en las montañas. La estructura federal de esta guerrilla hace que los frentes sean autónomos. Eso complica la toma de decisiones y explica por qué mientras unos hablan de paz, otros secuestran civiles o explotan una bomba. Aunque es una situación utópica, el ELN tendrá que buscar un mecanismo unificado para hablar el mismo idioma, de lo contrario, ellos y el gobierno Petro sufrirán un desgaste político ante los colombianos.

En una futura negociación, el papel del Vaticano, la Iglesia católica colombiana y la comunidad internacional serán claves para avanzar rápidamente en las conversaciones. El gobierno Petro destapó sus cartas y tiene voluntad. En manos de la guerrilla está la decisión de avanzar o volver a dinamitar unos diálogos de paz.