Política
Se acabaron las baldosas escupidoras: Bogotá tiene nuevo manual del espacio público
Esto se traduce en especificaciones de diseño que todas las entidades que contratan, construyen o administran espacios públicos deberán cumplir y hacer exigibles.
La alcaldesa mayor de Bogotá, Claudia López, y la secretaria de Planeación, María Mercedes Jaramillo Garcés, firmaron y presentaron el nuevo Manual de Espacio Público, que define los lineamientos de diseño de calles, parques, plazas y plazoletas que conforman el espacio público del Distrito Capital.
“Bogotá debe volver a ser una ciudad donde el espacio público sea el teatro de una sociedad que lo usa y lo reconoce como un espacio de encuentro social, creador de tejido social”, expresó la secretaria de Planeación, María Mercedes Jaramillo.
En concordancia con el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) Bogotá Reverdece 2022- 2035, el nuevo Manual de Espacio Público busca que los diseñadores públicos y privados a cargo de su concepción, y las entidades encargadas de su construcción, mantenimiento y administración, se aseguren de entregarle a los bogotanos espacios públicos accesibles, vitales y seguros que, además, reverdezcan la ciudad y garanticen su conectividad ambiental y su capacidad de resiliencia climática.
Además, le apunta a enriquecer el diseño de los espacios públicos de la ciudad con nuevos enfoques, para que haya mayor identificación de bogotanos con el territorio que habitan, de modo que se pueda hacer mejor uso del espacio común.
“El Manual de Espacio Público nos servirá para reverdecer la ciudad, para cuidarla, y para que las baldosas no nos vuelvan a escupir, entre otros problemas que padecemos los bogotanos actualmente”, explicó la secretaria Jaramillo. Esto se traduce en especificaciones de diseño que todas las entidades que contratan, construyen o administran espacios públicos deberán cumplir y hacer exigibles.
“Es muy importante que el espacio público nos hable de lo que somos y de lo que queremos ser, que nos recuerde nuestros orígenes y nos haga ver nuestros patrimonios y nuestras culturas”, puntualizó la funcionaria.
Por eso, el Manual considera un enfoque integrador de patrimonios no solo materiales, sino también inmateriales, entre los cuales hace referencia explícita a la cosmogonía del pueblo Muisca, originario del valle del río Funza (o río Bogotá), cuyos sistemas de conocimiento y formas de uso del territorio deben ser tenidos en cuenta cuando se busque intervenir aquellos lugares que son sagrados para ellos y que, por lo tanto, deben serlo para cualquier bogotano.
Con este objetivo, el documento otorga al diseño de los espacios públicos un valor pedagógico y simbólico, que debe materializarse en sus trabajos. Así mismo, considera un enfoque de cuidado, buscando garantizar que los espacios públicos sean 100% accesibles para todos, con un énfasis particular en la caminabilidad y la seguridad de las mujeres, los niños y las niñas, las personas mayores y aquellas con alguna discapacidad.
“Un espacio público que nos cuida a todos es un espacio que todos querremos cuidar y eso es fundamental para Bogotá en este momento”, concluyó María Mercedes Jaramillo, secretaria de Planeación.
Distrito reconoce que más del 42 % del espacio público en Bogotá se encuentra en regular o mal estado
Recientemente, el Instituto de Desarrollo Urbano, IDU, actualizó mediante una nueva e innovadora metodología el diagnóstico de las infraestructuras del espacio público y las ciclorrutas de la zona urbana de la ciudad, con el fin de obtener los insumos técnicos necesarios para la gestión de priorización y conservación de las mismas.
Para cada infraestructura se desarrolló una metodología independiente con indicadores específicos. De ahí que, en el caso del espacio público, los estados sean bueno, regular y malo, mientras que para ciclorrutas las categorías son bueno, satisfactorio, justo, pobre, muy pobre, grave y fallado.
En el caso del espacio público, se determinó el estado de 28.302.130,8 m² con corte a 31 de diciembre de 2022. De ellos, 16.357.947,0 m², es decir, el 57,8 %, se encuentran en estado bueno, seguido de 8.417.974,0 m² (29,7%) en estado regular y finalmente 3.526.209,8 m² (12,5%) en estado malo.
La localidad con mayor área de espacio público es Suba, con 3.378.192,9 m², de los cuales 1.773.221,5 m² está en buen estado, 1.049.728,2 m² en estado regular y 555.243,2 m² se encuentra en estado malo.
Le siguen Kennedy, con 3.287.954,1 m², de los cuales 1.627.141,1 m² se encuentran en estado bueno, 1.014.677,4 m² en estado regular y 646.135,6 m² en estado malo; y la localidad de Engativá, con 2.884.135,8 m² de espacio público, de los cuales 1.782.383,4 m² se encuentran en buen estado, y 290.935,7 m² están en estado malo.
En cuanto a la infraestructura de ciclorrutas, la ciudad tiene una extensión de 608,7 km distribuidos así: 122,6 km de bici-carriles, 310,4 km de ciclorrutas, 52,7 km de vías compartidas, 35 km de intersecciones, 13,6 km de espacios ciclopeatonales, 4,0 km de ciclopuentes, 0,2 km de espacios ciclovehiculares (puentes) y 0,8 km sobre pompeyanos y 69,2 km sobre espacio público.
Según el estudio, la mayoría de las ciclorrutas en la ciudad se encuentra de manera general en óptimas condiciones: 72,9 % bueno, 17,5 % satisfactorio, 5,4 % justo, 2,2% pobre, 1,1 % muy pobre, 0,8% grave y 0,1% fallado.
Las cinco localidades con más kilómetros de ciclorruta son Suba (96,1 km), Kennedy (90,0 km), Engativá (63,7 km), Usaquén (61,2 km) y Teusaquillo (49,7 km).
Según Diego Sánchez, director del IDU, “el estado en el que se encuentran el espacio público de la ciudad y las ciclorrutas, así como la necesidad de intervenirlos y conservarlos, nos llevaron a la tarea de realizar este diagnóstico, que le permite a la administración contar con mejor información, para definir prioridades en la gestión y conservación de este tipo de infraestructuras”.