Política
Tras respaldar las reformas del presidente Gustavo Petro, ahora los conservadores se podrían pasar a la oposición
Congresistas del Partido Conservador quieren que la colectividad se declare en oposición al presidente Gustavo Petro, luego de meses de respaldar las políticas del mandatario.
La coalición oficialista que respalda los proyectos del presidente Gustavo Petro en el Congreso está pendiendo de un hilo justo en momentos en que se ha recrudecido la violencia en el país y hay incertidumbre por el contenido de las reformas. Dichos proyectos no han sido fáciles de ‘digerir’ para los partidos que acompañan al mandatario. El Partido Conservador ha sido uno de los más críticos y ha hablado de “líneas azules” frente a las pretensiones de la Casa de Nariño.
Desde la salida de Carlos Andrés Trujillo de la presidencia de esa colectividad, ocupada ahora por el senador Efraín Cepeda, hay un cambio visible en el rumbo y un endurecimiento del discurso frente al presidente Petro. Muestra de ello es que, después de una decisión conjunta en una reunión de bancada, el partido emitió un comunicado en el que anunció que no apoyará la reforma laboral. La molestia sería tal que, incluso, se está replanteando el respaldo al Gobierno.
En el encuentro de los congresistas, el senador Mauricio Giraldo pidió la palabra para leer una carta. Junto con el representante Luis Miguel López, piden que los conservadores pasen del oficialismo a la oposición, un giro de 180 grados.
“Como católicos que somos y habiendo gozado del respaldo de esa inmensa votación que nos eligió, no vemos ninguna razón objetiva para apoyar las reformas que este Gobierno presenta en detrimento de nuestros ideales y del bienestar de los colombianos”, manifestaron los congresistas de Antioquia en la carta dirigida al directorio nacional y a sus compañeros de bancada.
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Por esa razón, los parlamentarios piden convocar una convención nacional del partido para que, por medio de votación, se defina cuál será la nueva posición frente al Gobierno.
SEMANA conversó con congresistas conservadores y comprobó que la molestia es un hecho en buena parte de la bancada. Otros, que tampoco están satisfechos con el Gobierno, piden paciencia y un margen de espera para retirarle el apoyo al presidente, algo que parece inminente.
“Este Gobierno va para 300 días. El país no necesita más discursos, sino que requiere soluciones frente a los problemas de los colombianos. El país no va por un buen rumbo. Tenemos dos visiones muy diferentes de país”, sostuvo el representante Luis Miguel López. De acuerdo con el parlamentario, el partido está “recapacitando” y varios congresistas comparten que se sienten como “mosca en leche” al estar integrados en la coalición con el Pacto Histórico.
Otra incomodidad que manifiestan los congresistas es por cuenta de la ley de sometimiento y de humanización carcelaria, que van en contravía de lo que el Partido Conservador siempre ha defendido. “La justicia sin privilegios. Podemos ver que todo esto es para favorecer no necesariamente a los necesitados, sino a los condenados. Siempre lo hemos manifestado de manera cordial, pero el partido empieza a tomar un giro por el bien del país”, dijo el senador Giraldo.
El representante Díaz Mateus, en la misma línea, expresó su preocupación frente a la política de ‘paz total’. “No ha sido acertada. Lo que ha generado es mayor criminalidad y posibilidades de que quienes están en el narcotráfico puedan incrementar sus recursos para seguir atacando a la Fuerza Pública. Tampoco podemos apoyar la humanización carcelaria. Eso es como decirles a los colombianos que aquí se pueden cometer delitos y que después se les perdonarán. No es fácil generar seguridad con todas estas ventajas”, manifestó.
El senador Marín lanzó una alarmante advertencia: “No quiero que el país caiga en lo que están nuestros hermanos venezolanos. No queremos ser cómplices de cómo derrumban al país, de ver cómo nos pueden llevar a una Venezuela”. Las repercusiones de las reformas sociales también son una preocupación: “La laboral, pensional y a la salud perjudican a la sociedad colombiana. En nada vemos que generen desarrollo y progreso. Por lo contrario, lo que quieren es perjudicar y dañar el futuro de nuestra patria. No solo los oligarcas, sino también los de a pie comienzan a oponerse a las iniciativas”.
Los mismos electores estarían cuestionando a los congresistas por hacer parte del Gobierno, en vista a que se hicieron elegir con banderas de centroderecha y haciendo campaña presidencial por Federico Gutiérrez y algunos por Rodolfo Hernández. “Lo dije en la Casa de Nariño. Esta posición nos la han reclamado hasta nuestras queridas mamás”, expresó Díaz Mateus.
Por otro lado, el senador Giraldo aseguró que ha sufrido ataques por la decisión del partido: “Me atacan en redes. La gente ni siquiera mira las posiciones, solo se quedan con lo que viene haciendo la colectividad”.
Si bien es una decisión que comparte una buena parte de la bancada, el directorio nacional es la instancia en la que se debe determinar qué rumbo se tomará en lo que resta del Gobierno. El partido tiene hasta septiembre de este año para, tal como lo establece el Estatuto de la Oposición, cambiar su posición por primera y última vez.
Muchos concuerdan en que, si bien la solicitud formal es que se asuma la oposición, lo más probable es que se decida por la independencia. Sin embargo, esto traería consigo que aquellos que pertenezcan al conservatismo no podrán ser designados en cargos en el Gobierno, perdiendo cuotas burocráticas.
Por el momento, el Partido Conservador sigue negociando sus “líneas azules” en cada reforma presentada por el Gobierno Petro. A pesar de esto, se puede ver un rápido deterioro en la mesa de negociación de la reforma a la salud, dado que nada de lo acordado con el presidente ha sido llevado al texto del proyecto que se conocerá en los próximos días.
Por estas razones, 40 parlamentarios de la coalición oficialista podrían abandonar al Gobierno. Eso debilitaría la gobernabilidad y habría un panorama adverso para las reformas, que también encuentran oposición en partidos como el Liberal, La U y Alianza Verde. Las tensiones entre el conservatismo y el progresismo pasan factura, complicando la ambiciosa agenda de cambio del Gobierno.