POLÍTICA
Vuelve y juega: fracasa una nueva moción de censura en el Congreso, ¿se desgastó esta figura?
Tal como estaba previsto, la aplanadora legislativa del Gobierno se impuso sobre la oposición y salvó a la ministra Irene Vélez en el Congreso.
Con apenas cuatro meses en el gobierno, la administración de Gustavo Petro ya tuvo que someter a una de sus ministras a un debate de moción de censura en el Congreso de la República.
Esta vez el turno fue para la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, quien tuvo que responder ante el Congreso por sus declaraciones de decrecimiento de la economía, la idea de exportar gas desde Venezuela y el cese de los contratos para explorar hidrocarburos.
Este martes, por 121 votos contra 24, la Plenaria de la Cámara respaldó a la ministra para que continúe en el cargo, sin embargo, queda en la historia como una de las mociones de censura más prontas desde que se creó esta figura.
El uso de este mecanismo de control político se ha venido exacerbando en los últimos años. El gobierno de Iván Duque, por ejemplo, se convirtió en el que más debates de moción de censura enfrentó en la historia: 10 en 48 meses de gobierno, es decir, en promedio, en esa administración cada cuatro meses y medio un ministro se expuso a perder su cargo a instancias del Congreso. ¿Se desgastó esta figura?
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En Colombia, la moción de censura fue establecida en la Constitución de 1991 y luego fue reformada en 2007 (acto legislativo 01). En ambos casos, el propósito fue limitar el poder presidencial y establecer un control político y rendición de cuentas efectivos del Legislativo sobre el Ejecutivo.
Hasta el momento, este instrumento ha servido fundamentalmente para poner en discusión problemas de la gestión y de las políticas públicas en el Ejecutivo, pero nunca en la historia se ha logrado el propósito de sacar a algún ministro. Lo más cercano ha sido las renuncias de Guillermo Botero (exministro de Defensa) y Karen Abudinen (ministra de las TIC) y Fernando Londoño Hoyos (exministro del Interior) antes de la votación de sus respectivas mociones de censura.
Desde 1991, se han hecho 34 intentos de moción de censura a ministros de los diferentes gobiernos sin que se haya logrado sacar directamente a alguno de los funcionarios, esto se debe en buena medida a que los presidentes siempre han contado con coaliciones mayoritarias en el Congreso.
“El mecanismo que han utilizado los presidentes en los últimos años es generar unas coaliciones de gobierno sólidas, mientras la oposición ha estado en minoría. Generalmente es un juego político, es un cálculo político”, explicó el director del proyecto Congreso Visible de la Universidad de los Andes, Felipe Botero.
‘Negocio’ para la oposición
Si bien algunos analistas consideran que en los últimos años se ha desgastado la figura de la moción de censura, también es claro que se ha convertido en un buen ‘negocio’ para la oposición, de allí que se use cada vez más.
“Hay que tener en cuenta que puede ser utilizada para obstaculizar la labor del Gobierno —en especial si se trata de un gobierno dividido— y proponer debates dirigidos más a la opinión que al propio Congreso, es decir, un medio de publicidad y de protagonismo para algunos congresistas”, afirmó el investigador Javier Duque Daza.
Citar a un ministro a debate no solo implica dedicar una sesión completa de la Plenaria a discutir si debe continuar en el cargo o no, sino que pone a los partidos a hacer reuniones internas para definir su posición y al Gobierno a moverse para buscar apoyos. Todo esto mientras, como ocurre ahora, algunos proyectos claves para la Casa de Nariño están en apuros por falta de tiempo.
Además, en el caso de Irene Vélez, pusieron al Gobierno, nuevamente, a responder por el que ha sido hasta ahora el tema más complicado: la transición energética.
Luego de varias semanas en las que se habían calmado los ánimos, el debate nuevamente se encendió, especialmente por la revelación de un contrato - que aún no ha sido del todo explicado por el Gobierno - para que Ecopetrol reciba asesoría en la eventual “compra, importación y servicio de transporte de gas natural” desde Venezuela.
Igualmente, durante su intervención, la ministra dejó de nuevo en vilo la posibilidad de que se abran nuevos contratos de exploración de hidrocarburos, lo que devolvió la incertidumbre al sector y puso otra vez en la agenda el debate sobre el futuro de la industria.
Adicionalmente, esta figura no solo compromete al Gobierno, sino que obliga a los congresistas a asumir posiciones de cara a los electores en casos que tienen mucho eco entre la opinión pública.