La tregua fue acordada por los líderes de las pandillas en la cárcel. El mayor reto, dicen, será convencer a los que están libres de que el cese de la violencia es el único camino para reinsertarse.
El Salvador celebra este año el vigésimo aniversario del fin de la guerra civil. Pero, ¿puede dar paso la tregua a un nuevo proceso de paz en el país?
Los pandilleros llevan su historia escrita en el cuerpo: tatuaje en homenaje a un colega pandillero muerto, de la Mara Salvatrucha o MS-13.
El número de homicidios se ha reducido en más de un 50% en algunas partes del país desde que la tregua comenzó en marzo de este año.
"Pedimos que al menos nos traigan cubos de basura para no tener el piso lleno de excrementos", dice uno de los pandilleros.
Las dos princiapales bandas de Centroamérica, Mara Salvatrucha y Barrio 18, viven desde marzo una tregua sin precedentes. BBC Mundo fue a la cárcel de Cojutepeque, cerca de San Salvador, a conocer a algunos de sus protagonistas.
Este ex pandillero de la Salvatrucha tiene marcadas en su cara las siglas de su mara. Ahora confía en participar en un programa del gobierno para retirar tatuajes con láser.
Las autoridades insisten en que no han dejado de combatir a las pandillas y el gobierno sostiene que no se ha sentado a dialogar con sus líderes.
Varias organizaciones no gubernamentales disponen de programas para reinsertar a ex pandilleros. Como este horno de pan en el barrio de Mejicanos, la capital, donde trabajan varios ex MS-13.
Pero en el país no han desaparecido del todo las extorsiones y los homicidios.
Algunas pandillas en otros lugares de Centroamérica se han interesado por el proceso y han enviado a sus propios representantes a conocer la experiencia salvadoreña.
La tregua entre Mara Salvatrucha y Barrio 18 pretende poner fin a los asesinatos y el reclutamiento de estudiantes, pero también lograr mejores condiciones en los penales.
El descenso de la violencia ha llamado la atención de organismos internacionales como Naciones Unidas o la Organización de Estados Americanos.
Quienes participan en el proceso dicen que la reconciliacion entre las pandillas y la sociedad será el gran reto si la tregua se hace permanente.
La tregua está mediada por el ex guerrillero Raúl Mijango y el religioso Fabio Colindres, quien están en diálogo con los líderes presos de las bandas.
Los presos aseguran que no buscan una reducción de penas, ni trato de favor, sólo condiciones de vida aceptables y una oportunidad para reinsertarse.
En Cojutepeque miles de hombres, la mayoría jóvenes, confían en que el acuerdo les haga un poco más fácil la vida a los miembros de las pandillas, adentro y afuera, y así la violencia amaine.
Viven en dormitorios sin luz para mil personas, cinco veces más de su capacidad máxima.
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