NEGOCIOS
¿Qué es la bioeconomía y qué tan buen negocio es?
La economía de los recursos renovables es el futuro para muchos países. Colombia ya ve en esta actividad una de sus riquezas.
Tras la revolución verde que se está viendo en varios países, Latinoamérica quiere impulsar el crecimiento económico utilizando los recursos naturales. Colombia se está sumando a esta ola, impulsando la bioeconomía.
Este modelo propone reducir la dependencia de los recursos fósiles para pasar de las fuentes no renovables a tener procesos que lleven a la reutilización de los recursos. Según la Ocde, la bioeconomía busca “transformar el conocimiento de las ciencias de la vida en productos nuevos, sostenibles, ecoeficientes y competitivos que contribuyan a la producción económica”. Además, estiman que en 21 años podría contribuir a 2,7% del PIB de los países de esta organización.
Para lograr que Colombia apunte de manera efectiva a la bioeconomía, desde 2017 la misión de crecimiento verde, creada por el Departamento Nacional de Planeación (DNP) junto a Biointropic y otras entidades como Suricata, empezaron estudios para identificar sectores estratégicos y con potencial.
Claudia Betancur, directora ejecutiva de Biointropic, la primera aceleradora de negocios de este tipo en el país, dice que “la bioeconomía es una alternativa económica porque hay más de 60.000 especies de biodiversidad identificadas y más de 200 bioemprendimientos que pueden acelerar este tipo de economía”.
Después de identificar ocho sectores, el más reciente estudio que hizo Suricata en alianza con otras entidades identificó 34 empresas representativas para la bioeconomía en los sectores de la bioenergía, la biodiversidad para la salud y la biotecnología.
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Un caso de éxito es el de Asocaña, que desde 1998 se encaminó por la bioeconomía creando energía mediante el bagazo de la caña. El resultado más destacado es que, solo en 10 años, el gremio pasó de tener 114 MW de capacidad instalada a 319 MW.
Juan Carlos Mira, presidente de Asocaña, dice que, a pesar de los buenos resultados, todavía se puede mejorar la regulación del sistema eléctrico para que sea más flexible. Según el dirigente, las inversiones en cogeneración han sido importantes y podrían estar entre US$1,2 millones a US$2 millones por cada megavatio de capacidad instalada.
Otro caso exitoso es el de Ecoflora, empresa que lleva 20 años en el mercado y se dedica al desarrollo de biosoluciones para protección de cultivos de todo tipo: frutas, hortalizas, flores, banano y arroz, entre otras. Los extractos botánicos protegen no solo los cultivos, sino la vida de agricultores y consumidores. Ahora exportan a más de 10 países y en los últimos cinco años ha comercializado más de 300.000 litros de extractos vegetales de uso agrícola.
“Hacemos nuestros productos a partir de extractos botánicos que tienen una serie de bondades, no solo por su probada eficacia en varias condiciones agroclimáticas sino también porque previenen los impactos negativos que tienen las alternativas comunes”, dice Nicolás Cock, cofundador de Ecoflora.
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En el sector de biodiversidad para la salud una de las empresas reconocidas es Labfarve, un laboratorio que tiene ahora tres plantas de producción de productos fitoterapéuticos, cosméticos y esencias florales. Cuentan además con un cultivo orgánico certificado y una planta de procesamiento de material vegetal.
Labfarve es uno de los 37 establecimientos nacionales de productos fitoterapéuticos certificados por Invima. Según Gustavo Urrea, gerente de biocomercio de la firma, “más de ochenta personas trabajan en el estudio, cultivo, procesamiento, control de calidad, análisis químico, estudios clínicos y toxicológicos de extractos vegetales de la más alta calidad y producción y hemos logrado, incluso, incorporar algunos medicamentos dentro del plan obligatorio de salud de algunas EPS”.
Entre las oportunidades que han identificado es que en Colombia hay más de 60.000 especies vegetales y aproximadamente 10 % son medicinales.
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Desafíos
Hay proyectos de bioeconomía en sectores como caña y flores. Ellos son ejemplo sobre el futuro de este concepto en el país.
Rafael Aramendis, director de la consultora Suricata, enfatiza en que la bioeconomía no es solo biodiversidad y que hay otros sectores que pueden desarrollarla.
En el estudio Biotecnología: motor de desarrollo integral para Colombia que realizó Suricata, se señala que los desafíos para Colombia son hacer mediciones de datos e invertir más en tecnología, investigación y reorganización en los procesos de producción. Para Aramendis, “el país debe proponer un modelo bajo bioeconomía para aprovechar la riqueza natural ya que está demostrado que es viable si se estableciera como política pública podría aportar más del 3,4 al PIB”.
Claudia Betancur, de Biointropic, cree que hay desafíos de regulación y tecnología. Además, se debe apuntar a mejorar en infraestructura, desarrollo del talento humano, el mercado y la financiación e inversión.
La bioeconomía es una actividad con mucho potencial en el país. La riqueza natural con que cuenta Colombia es tal vez uno de los activos más valiosos hoy.