CORPORATIVO
Gobierno corporativo es sinónimo de confianza
El manejo del gobierno corporativo de EPM ha generado una profunda crisis institucional en la capital antioqueña. Las relaciones entre los líderes cívicos y gran parte del sector empresarial están fracturadas. ¿Cuáles son los alcances?
Todavía retumba en los cimientos institucionales de la capital paisa la decisión de la anterior junta directiva de Empresas Públicas de Medellín (EPM) de renunciar porque ni la gerencia ni la alcaldía le consultaron la decisión de demandar al consorcio constructor, diseñadores, interventores y aseguradoras del proyecto hidroeléctrico de Ituango (Hidroituango).
Como consecuencia están fracturadas las relaciones con la alcaldía de la ciudad con líderes cívicos y empresariales como Proantioquia, la Cámara de Comercio de Medellín o el comité integremial. El alcalde Daniel Quintero nombró finalmente en la junta a Bernardita Pérez, Jorge Andrés Carrillo, Guillermo Diosa Pérez, Gildardo Correa y Olmer Palacio, que se sumaron a Jorge Iván Palacio, Pablo Felipe Robledo y Ómar Flórez. Pero muchos critican el manejo del gobierno corporativo de la compañía, para un lado y para el otro.
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Algunos, como el exvicepresidente Germán Vargas, se preguntan dónde estaba el gobierno corporativo de EPM cuando tomaron malas decisiones, por ejemplo, al contratar obras de Hidroituango que colapsaron y crearon la crisis del proyecto. O cuando comenzaron los trabajos de un túnel sin licencia ambiental, o decidieron los proyectos internacionales. “¿Dónde estaba el flamante gobierno corporativo cuando los pasivos de EPM se dispararon de $2,6 billones a $33,6 billones?”, señaló Vargas en su columna en El Tiempo.
Otros han advertido que por las decisiones tomadas en el pasado, como Hidroituango o las compras en el exterior, tendrá que responder cada administración. Pero el exalcalde de Medellín Federico Gutiérrez, en entrevista reciente, dijo que la empresa no perdió calificación de Fitch por la incertidumbre en la entrada a funcionar de la hidroeléctrica, sino por la forma como el alcalde Quintero “acabó con el gobierno corporativo de un plumazo”.
¿Qué hay alrededor del gobierno corporativo? Para Ricardo Sala, empresario y experto consultor en este tema, corporativo se escribe con C. “La misma con la que se escribe confianza. Confianza es la palabra clave”. En su concepto mucha gente confunde gobierno corporativo con gobierno transparente, y es posible ser transparente e incompetente. “El gobierno corporativo tiene que ver con la transparencia pero también con la eficacia, la eficiencia, la efectividad. El objetivo central del gobierno corporativo es propiciar la sostenibilidad de la organización”, agrega.
EPM es un tema de todos los colombianos. Por su envergadura trasciende las fronteras paisas y es clave en la seguridad energética del país.
Toda corporación debe tener un gobierno corporativo, pero especialmente las empresas públicas. Esto por cuanto, dice Sala, los ‘propietarios’ cambian con más ferecuencia en las organizaciones públicas que en las privadas: cada cuatro años.
Sala advierte que “en el gobierno corporativo, el eje del buen ejercicio está en la junta directiva. Son los propietarios, llámelo usted asamblea de accionistas, o en el caso de las empresas públicas, pues el gobierno de turno, los responsables de la buena operación, de vigilar, de elegir la junta directiva y de que funcione bien. Y a su vez la junta es responsable de que la administración funcione bien. Y una junta directiva se justifica, sí y solo sí, le agrega valor a la administración. Una junta directiva moderna debe dedicar más o menos 30% de su tiempo a mirar lo que ya ocurrió, y 70% a pensar en lo que debería ocurrir. Las juntas directivas todavía en Colombia suelen dedicarle más tiempo al retrovisor, que a mirar por el panorámico”.
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Tal vez el caso sui generis es ISA. Reformó los estatutos, redujo la junta directiva, eliminó los suplentes, mejoró los procesos, redujo los tiempos, reemplazó a los nombrados políticamente en la junta, fortaleció la presidencia de la junta en manos de una persona que no fuera del mayor accionista, y le ha dado continuidad a los gerentes. En más de 20 años solo ha tenido tres: Javier Gutiérrez, Luis Fernando Alarcón y Bernardo Vargas.
Según el experto, algunos errores estructurales han propiciado la situación actual en EPM. Cuando la junta directiva no designa al líder de la administración, pierde su principal tarea. “En EPM, designar al gerente es potestad del alcalde. EPM tiene la herencia de Electricaribe, el reto de Hidroituango, pero EPM tiene una presencia importante fuera de Colombia hoy en día. Y yo me pregunto quiénes de los que estaban, o de las personas que se han planteado en la junta, tienen realmente experiencia en multilatinas, en holdings. Parte de los problemas financieros, corresponden al resultado catastrófico de las inversiones de EPM en el exterior”.
Cuestiona si la junta hizo las preguntas correctas, aceptó como válidos los supuestos planteados y las recomendaciones derivadas de esos supuestos. “La junta directiva –dice Sala– debe hacer principalmente preguntas relevantes para que la administración directamente o con el apoyo de consultores, de asesores, de sabios externos, provea las respuestas hasta que sean satisfactorias”.
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Para el consultor, el alcalde de Medellín (cualquiera que sea) debe dejar de ser el presidente de la junta directiva de EPM y ella debe elegir, de su seno, al presidente, lo que facilita y mejora el flujo del buen gobierno. “Qué viene. Yo creo que debería haber rápidamente una reflexión sustentada del alcalde Quintero. Él es un hombre dinámico, carismático, bien intencionado, pero también joven e inexperto en temas empresariales”.
Sala recomienda reformar los estatutos para darle más poderes a la junta, definir los perfiles de sus integrantes y hacer procesos de evaluación externa, independiente, experimentada y periódica de la junta desde los órganos del gobierno corporativo. Que la junta nombre al gerente y que el alcalde deje de presidirla. Es decir, que no la dirija un designado político sino un miembro independiente. Y que el alcalde se reserve el derecho de escoger a los miembros, pero que los términos venzan en forma escalonada para preservar la memoria institucional y evitar una barrida.
Superar el conflicto institucional en Medellín será una tarea muy compleja. Pero por ahora en el corto plazo es fundamental buscar los mecanismos para blindar a EPM, recuperar la confianza y permitir que siga siendo la joya de la corona no solo de Antioquia, sino de todo el país.