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La historia que la líder Amparo no alcanzó a contar en 58 segundos del 'Minuto de Dios'

El tiempo que tuvo esta mujer en el programa icónico de la televisión colombiana no fue suficiente para contar la situación de los líderes sociales en el sur del Bolívar. SEMANA habló con ella.

5 de julio de 2019
| Foto: Cortesía

Amparo Tolosa Campuzano se siente más cómoda hablando de su trabajo como lideresa social por fuera de las cámaras que frente a ellas, pero tuvo que valerse de la televisión colombiana para hacer un llamado al país sobre la situación de riesgo que la persigue a ella y cientos de líderes en el departamento del Bolívar.

Su aparición en el programa ‘Minuto de Dios‘ se convirtió en un hecho histórico, al ser la primera vez que la comunidad religiosa -en 64 años de transmisión- le cedía un espacio a una persona externa. Sin embargo, el tiempo en televisión fue demasiado corto y su mensaje solo dejó enunciada una pequeña parte del problema por el que atraviesa. Esta es su historia.

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Amparo Tolosa nació en el corregimiento El Cobadillo, en el municipio de Río Viejo, (Bolívar) y ha pasado casi la mitad de su vida luchando por detener la tala de árboles, la minería ilegal y la contaminación en el sur del Bolívar. “Inicié esa labor hace más de 20 años cuando las mujeres de Colombia no teníamos un espacio de representación. Apenas acabábamos de salir de la cocina”, cuenta. 

Para ella, el programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio le dio el impulso que necesitaba para empoderarse en su comunidad y motivar a otras mujeres en los municipios de Río Viejo, Regidor, San Martín de Loba y Norosí.

En 2008, las causas medioambientales seguían en la agenda de Amparo, pero su proyecto social se encaminaría en otra dirección cuando surgió la oportunidad de crear su propio proyecto. “Asomupco es una asociación de mujeres víctimas del conflicto armado que trabaja en el sur de Bolívar y que cuenta con la alianza del programa Somos Defensores y con Redepaz”, explica la líder.

Asomupco está conformada por 25 mujeres que defienden los intereses de aquellos campesinos que perdieron sus tierras en Bolívar, hace 18 años, por culpa de la violencia. Pero lo asombroso es que estas mujeres tienen que hacer sus actividades por fuera del territorio por temor a ser asesinadas. 

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“En 2011 fui elegida por voto popular al concejo municipal y en julio de ese año tuve un desplazamiento forzado (...) Asesinaron al esposo de mi hija en presencia de mis padres y al día siguiente asesinaron a la persona que me conducía”, recuerda Amparo. 

En esa época las amenazas venían del comandante de los Urabeños, alias José, quien ya le había advertido a Amparo -con el uso de panfletos- que debía parar sus actividades sociales en la zona si no quería salir lastimada al igual que otros líderes. “A algunas compañeras les han desaparecido sus hijos, caso específico de Ana Manuela Murillo, a quien le quitaron su hijo de 23 años”, dice. 

La única solución para seguir adelante con su labor fue irse a Bogotá y pedir ayuda a organizaciones internacionales para que le brindaran apoyo en la capital, pues las instituciones colombianas no cumplieron con sus compromisos ante la alerta de riesgo. 

La Unidad Nacional de Protección duró ocho años para entregarle un esquema de seguridad a Amparo y catalogar su nivel de riesgo como extraordinario. En noviembre de 2018, volvieron a evaluar su condición y le asignaron unas "medidas blandas".“Me entregan un vehículo el 18 de mayo, sin combustible, en el municipio de Río Viejo. Me aprobaron dos hombres (de seguridad) y me entregaron uno, es decir, no tenemos garantías", afirma.

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Amparo viaja dos o tres veces por meses a Bolívar para seguir con sus actividades por la defensa del territorio y asegura que, si no fuera por su colectivo, el país no conocería la crítica situación por la que pasan. "En 2011 iban siete asesinatos selectivos en Río Viejo y ni siquiera la Defensoría del Pueblo del Magdalena Medio conocía estos hechos". 

Sobre los actores que afectan el sur de Bolívar, la lideresa dice que existe un problema mayor que pasa desapercibido: los dueños de la tierra. “Más que hablar de los grupos ilegales es mirar los grandes terratenientes que están en el territorio. Los empresarios, los que se han robado las tierras de los campesinos. Los que hoy en el sur de Bolívar aparecen con grandes proyectos de Palma, de criaderos de búfalos", dice. 

Amparo nació en el corregimiento El Cobadillo, en el municipio de Río Viejo, el 29 de octubre de 1976. En ese lugar creció junto a sus diez hermanos y lamenta no poder criar a sus cinco hijos ahí, por las amenazas que la rodean. “El enemigo tiende a tirarle a la familia”, dice, y por eso busca sacar al último de sus pequeños que acaba de terminar el bachillerato. Los demás la acompañan en Bogotá. 

Hubo dos cosas que Amparo no pudo decir en televisión, pero que pide a gritos en nombre de sus compañeros. 1) "Nosotros no necesitamos un carro para movilizarnos, sino que todas las instituciones velen por el bienestar de los líderes y lideresas. 2) "Necesitamos que esos proyectos pilotos que se implementaron en los Montes de María, para la defensa de los líderes, para la protección, para las garantías, se vuelvan realidad en Colombia".