LIBRO

Relato de un sobreviviente

Maus, el comic ganador del premio Pulitzer, es un clásico del género y uno de los grandes testimonios del Holocausto judío.

Luis Fernando Afanador
26 de julio de 2014
Este libro, de Art Spiegelman, es uno de los mejores comics que se han escrito, lo caracteriza su honestidad brutal. | Foto: Foto: AFP

Art Spiegelman
Maus
Random House Mondadori
296 páginas

Cada año hay una nueva película o un nuevo libro sobre el Holocausto. Por eso, a veces, estamos tentados a decir: ¡ya basta!, suficiente información, ya entendimos qué fue lo que pasó. Pero, ¿lo entendimos realmente? ¿No hay nada que agregar? Hay quienes, incluso, ven dicha reiteración como una suerte de manipulación judía, que busca la compasión del mundo para minimizar las atrocidades que comete el Estado de Israel contra los palestinos. El asunto es complejo y más allá de que pueda haber una manipulación política del Holocausto, lo cierto es que ese exterminio -y así lo han visto importantes pensadores- tiene algo único, algo que pone en duda los límites de lo humano y de la racionalidad. Por eso volvemos una y otra vez sobre este hecho. Guerras y exterminios ha habido desde siempre, sin embargo, en el Holocausto hubo una industria y una metodología de la muerte. Los nazis planeaban y organizaban la muerte de judíos como quien monta una fábrica de textiles. Y no solo eso; la mayoría de ellos era gente inteligente y educada que sabía de una manera clara, precisa y fría lo que estaba haciendo. En la mañana escuchaban a Bach y leían a Nietzsche, y en la tarde activaban las cámaras de gas.

Pues bien, de los innumerables libros y películas sobre el Holocausto, creo que Maus, de Art Spigelman, es sobresaliente. Quien lea el testimonio de Vladek Spiegelman, sobreviviente de Auschwitz -y padre del autor, Art Spiegelman- no podrá olvidarlo jamás. Por supuesto, hay algo milagroso en el hecho mismo de que Vladek haya sobrevivido cuando las probabilidades eran casi nulas. Parece un llamado, una suerte de predestinación. Pero a la vez hay también mucho de prosaico: él no es más que un judío astuto, hábil para los negocios y para adaptarse ventajosamente en cualquier situación. No todos los nazis eran fanáticos: la corrupción abundaba y Vladek supo aprovecharse de ello. Vladek tiene tanto de heroico como de mezquino. Así lo ve su propio hijo, como el típico judío avaro que incluso llegará a tener comportamientos racistas: “¡Esto es indignante! ¿Cómo puedes ser tan racista? ¡Hablas de los negros igual que los nazis hablaban de los judíos!”. Parte del encanto de este relato es que es de una honestidad brutal, no maquilla nada, de nadie, sean nazis, judíos o polacos. O así se trate del propio padre.

La estructura narrativa de esta obra es la del hijo que dibuja comics y quiere escribir una historia con las vivencias de su padre. Es la narración escribiéndose y comentándose al mismo tiempo. Y un péndulo entre el presente, en 1979, en Rego Park, Nueva York, y los recuerdos de Vladek, antes de la guerra, cuando conoció a su madre, Anja, también sobreviviente de los guetos y los campos de concentración. Anja se suicidó en 1968 y Art estuvo en un psiquiátrico. Vladek se ha vuelto a casar con Mala, otra sobreviviente –su historia de vida parece no importar- y cree todo el tiempo, en su paranoia, que ella solo está interesada en su dinero. Maus es, también, un testimonio sobre las culpas heredadas y el pasado, familiar e histórico, como un lastre. Art odia a su padre pero empezará a admirarlo a medida que descubre las situaciones horribles que fue capaz de soportar; Vladek piensa que su hijo es un inútil pero alcanza a intuir, a pesar de su pragmatismo, que a través de él no morirán del todo sus dolorosos recuerdos. Hay un descenso a los infiernos, a lo más bajo de la condición humana.Y hay redención.

Maus es biografía, historia, testimonio, novela familiar, literatura de no ficción y fábula. Los personajes son seres humanos con cabezas de animales: los judíos de ratón, los nazis de gatos, los polacos no judíos de cerdos y los franceses de ranas, en una clara alusión a la pérdida de la individualidad que producen las guerras. Podríamos decir, además, que es arte, con sus figuras simples pero elocuentes y su atmósfera expresionista. Una estética deliberada para atenuar el espanto. Es todo lo anterior o, simplemente, uno de los mejores cómics que se han escrito.