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Robert Kennedy: el asesinato que cambió el rumbo de Estados Unidos

Este martes se cumplen 50 años de la muerte de Robert Kennedy. Sus ideas progresistas sobre los derechos civiles y su oposición a la guerra de Vietnam le merecieron más de un enemigo y, aún hoy, los intereses que motivaron su asesinato siguen siendo un misterio.

6 de junio de 2018

La tumultuosa década de los sesenta partió en dos la historia política de Estados Unidos. El optimismo que se apoderó de algunos sectores con la protesta pacífica contra la guerra de Vietnam y el movimiento por los derechos civiles de las comunidades negras, contrastó con el magnicidio de grandes líderes como John F. Kennedy y Martin Luther King Jr. El asesinato de Robert Kennedy, favorito en la campaña presidencial de 1968, terminó con la esperanza de esos años y el triunfo de Richard Nixon en las elecciones del siguiente año definieron para siempre el rumbo del país.

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La carrera política de Robert Kennedy empezó a la sombra de su hermano, John F. Kennedy como consejero y director de su campaña al senado en 1952 y posteriormente a la presidencia en 1960. Cuando ganaron las elecciones, Bobby, como lo llamaban sus amigos, asumió el cargo de fiscal general durante los tensos años de la revolución cubana y la crisis de los misiles. Diez meses después del asesinato de su hermano, renunció al cargo y se presentó como senador por Nueva York. Tres años más tarde decidió lanzarse a la contienda por la candidatura presidencial del Partido Demócrata, que tomó especial fuerza con el anuncio del entonces mandatario Lyndon Johnson de no presentarse a la reelección.

Justamente el menor de los Kennedy celebraba su victoria en las elecciones primarias demócratas en California la noche de su asesinato. Pasada la medianoche del 5 de junio de 1968 se conocieron los resultados de las votaciones. Pese a haber entrado tarde a la carrera electoral, Robert Kennedy había vencido, por lo menos en este Estado, a sus rivales en la contienda: el senador de Minnesota, Eugene McCarthy y el vicepresidente Hubert Horatio Humphrey. “Gracias a todos, ahora vamos por Chicago (sede de la convención demócrata ese año) Vamos a ganar allá”, concluyó el candidato en su discurso en el famoso hotel Ambassador de Los Ángeles.

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Bajó del escenario y se dirigió a la cocina para saludar a los trabajadores del hotel cuando una ráfaga de disparos acabó con su vida. Kennedy murió 24 horas después en un hospital. Tenía 42 años, 10 hijos y una esposa embarazada. Los presentes capturaron de inmediato al autor del crimen. Sirhan Sirhan, de origen palestino y de 24 años, supuestamente había decidido atentar contra el candidato por su apoyo a Israel en la guerra de los Seis Días. Sin embargo, varias teorías de conspiración surgieron desde entonces.

La principal surgió por el relato de varios testigos que manifestaron haber escuchado más disparos que los registrados en la versión oficial. Hablan de 13 detonaciones, pero el revólver de Sirhan solo tenía capacidad para 8 balas. Eso y la forma en que impactaron el cuerpo de Kennedy ha llevado a varios a conspirar sobre la posibilidad de un segundo asesino. La teoría tomó fuerza luego de que uno de sus hijos visitó la cárcel de San Diego donde Sirhan cumple su cadena perpetua. Después de su encuentro, Robert Francis Kennedy Jr., le dijo al Washington Post que no creía en la culpabilidad de Sirhan y que podría estar en prisión la persona equivocada.

Aunque las teorías conspirativas hacen parte de las narrativas que rodean las muertes en la familia Kennedy, lo cierto es que Robert, al igual que su hermano, tenía más de un enemigo y su muerte beneficiaba a más de una causa. En sus primeros años de carrera política, su persecución a Jimmy Hoffa, un líder sindicalista vinculado con la mafia, le valió sus primeros detractores. Su papel de negociador durante la crisis de los misiles generó el descontento de la extrema derecha estadounidense, al igual que lo hizo su defensa de las libertades individuales, los derechos civiles de las comunidades negras y su acercamiento a las clases más pobres de la sociedad. La industria armamentista de Estados Unidos tampoco veía con buenos ojos la postura radical de Kennedy contra la Guerra de Vietnam y su fuerte crítica a la presencia estadounidense en ese país. 

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Después del magnicidio de Martin Luther King, Robert Kennedy llegó a ser considerado como “el hombre blanco en el que más confía los Estados Unidos negros”. Ésta y sus otras luchas hicieron que su asesinato se convirtiera en una de las pérdidas más desesperanzadoras para la sociedad norteamericana. Especialmente porque su muerte llevó a la victoria a Richard Nixon, el único presidente en la historia de Estados Unidos que dimitió luego de un escándalo de espionaje conocido como Watergate, y con una agresiva política internacional. Y el resto ya es historia.