INGLATERRA

Rupert Murdoch: cómo el hombre más poderoso de los medios podría perderlo todo

Hace un año Rupert Murdoch, el magnate de las comunicaciones, vivía tranquilo disfrutando de su fortuna. De repente, una investigación policial puso en jaque todo su imperio y hoy hasta podría perder sus preciadas compañías. ¿Qué le pasó?

4 de mayo de 2012
| Foto: Archivo SEMANA

Hasta la primavera del 2011, Rupert Murdoch de 81 años, dueño del conglomerado de medios de comunicación más grande del mundo, lo tenía todo. Al mando de diarios tan influyentes como The Wall Street Journal y The Times, su poder era casi ilimitado. Por ello, políticos y celebridades hacían fila para tener el honor de tomarse una foto con él o de asistir a las reuniones del hombre que tenía la capacidad de impulsar o destruir la carrera de cualquiera.

Todo eso se vino al piso el verano pasado cuando una investigación policial reveló que News of the World (NoW), una de sus publicaciones dominicales, había interceptado ilegalmente a miles de personas. Desde miembros de la familia real hasta veteranos de guerra, nadie se salvó de las 'chuzadas' que terminaban en primicias del periódico. Lo grave es que se le acusa de estar al tanto de todo. Pero lo peor para él, un hombre de negocios, es que el más reciente reporte parlamentario de su caso lo declaró 'no apto' para estar al mando de una multinacional.

Las palabras 'no apto' suscitaron todo tipo de controversias en la Cámara de los Comunes, donde se analiza el caso. Por una parte, los parlamentarios laboristas y social demócratas coincidieron en que la falta ética caló los altos mandos de NoW y que si aún así los directivos se hicieron los de la vista gorda, "eso es muy diciente de la falta de gerencia corporativa. Por ello concluimos que Rupert Murdoch no es apto para dirigir una multinacional".

Sin embargo, los conservadores dijeron que la inclusión de la expresión parcializaba el reporte y le quitaba gran parte de su credibilidad, razón por la que no lo aprobaron.

En un boletín de prensa de News International, corporación que aglomera todos los medios de Murdoch, el magnate estuvo de acuerdo con los conservadores y calificó el reporte de "partidista e infundado". Pero la verdad es que más allá de una riña entre partidos, la alusión a la inaptitud del jefe mayor de la compañía tiene fuertes intereses económicos. Si el reporte es aprobado, la entidad reguladora de comunicaciones británica, Ofcom, podría obligar a Murdoch a vender sus acciones en la empresa de televisión BSkyB, la que le genera las mayores utilidades actualmente.

Sería la estocada final para un rey caído en desgracia que ya desembolsó millones de libras en arreglos con las víctimas de las 'chuzadas' y que podría ir a la cárcel.

Bajo la mirada vigilante de cuanto ente de control británico existe, Rupert Murdoch tiene mucho de que preocuparse. Y para echarle más leña al fuego, agencias estadounidenses también adelantan su propia investigación. El Comité de Comunicaciones Ciencia y Transporte del senado de Estados Unidos teme que las interceptaciones de NoW hayan transgredido las fronteras de la primera economía del mundo.

Por ello le pidió al juez Leveson en Londres, encargado del aspecto disciplinario del caso, que le enviara la información pertinente para esclarecer cualquier duda. Incluso el FBI está mirando las acciones de NoW con lupa y podría revelar sorpresas nefastas para el octogenario.  

El drama no parece tener fin. Aparte de todo, ni su hijo James se salvó del escándalo ni del escrutinio policial. El delfín de 39 años ya está corriendo con la misma suerte de directivos como Rebekah Brooks que tuvo que renunciar a su cargo de presidenta de News International. Por el momento, James renunció a la presidencia de la junta de News International en febrero y a la de BSkyB en abril. Peor aún, podría terminar como Clive Goodman, editor de la sección 'realeza', quien fue encarcelado.
 
Quien en un principio gozaba de fama, poder y reputación, hoy es repudiado por buena parte de la sociedad que prácticamente exige su cabeza. Todos quieren ver a Murdoch pagar por sus pecados y son cada vez más las voces envalentonadas que se atreven a criticarlo, con justa razón.

Mejor lo resumió el parlamentario Tom Watson cuando dijo: "Esta gente corrompió nuestro país. Avergonzó a la policía y al Parlamento. Mintió, engañó, sobornó y matoneó; todos deberíamos sentir vergüenza por cómo nos acobardamos ante ellos por tanto tiempo".

Con su reputación hecha trizas y su reino en peligro, puede que la caída de este rey de las comunicaciones sea mucho más aparatosa de lo que él jamás se hubiera imaginado.