Salud
Advertencias médicas: los efectos secundarios de los medicamentos para el Alzheimer
Se trata de una enfermedad que no tiene cura, por lo cual se recetan medicamentos que solo retrasan su avance.
La enfermedad de alzheimer es uno de los padecimientos neurodegenerativos más conocidos y afecta con más frecuencia a los adultos mayores. Aunque durante los últimos años la ciencia ha avanzado en la búsqueda de algunas de las causas y los factores que aumentan el riesgo de sufrir esta afección, aún no se ha encontrado una cura.
No obstante, cada vez hay más tratamientos disponibles para disminuir su gravedad y mitigar el impacto que tiene en la calidad de vida de los pacientes.
Las autoridades reguladoras de varios países ya les han dado su visto bueno a múltiples medicamentos que se les suministran a los pacientes diagnosticados con Alzheimer y que varían dependiendo del grado de avance de la enfermedad.
“El tratamiento de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer puede brindar bienestar, dignidad e independencia a las personas con esta enfermedad por más tiempo y, también, ayudar a sus cuidadores. La galantamina, la rivastigmina y el donepezilo son inhibidores de colinesterasa que se recetan para los síntomas de leves a moderados de la enfermedad de Alzheimer. Estos medicamentos pueden ayudar a reducir o controlar algunos síntomas cognitivos y conductuales, como pérdida de la memoria y problemas con la función del pensamiento”, explica el National Institute on Aging de Estados Unidos (NIA).
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De otro lado, menciona otro grupo de fármacos que se conoce como inhibidores de colinesterasa, los cuales tienen el objetivo de conservar la acetilcolina, que a su vez es una sustancia importante para conservar la memoria.
“A medida que avanza la enfermedad de Alzheimer, el cerebro produce menos acetilcolina y, con el tiempo, estos medicamentos pierden su eficacia”, apunta, sin embargo, el NIA.
Una vez las personas empiezan a tener síntomas moderados o graves, la autoridad médica advierte que el tratamiento necesita unos ajustes. Uno de los medicamentos más recetados en estos casos es la memantina. Su función es disminuir los síntomas con el fin de mitigar los impactos del Alzheimer en su calidad de vida y les permitiría desempeñarse con relativa normalidad en algunos ámbitos.
“Por ejemplo, la memantina puede ayudar a una persona en las últimas etapas de la enfermedad a usar el baño de forma independiente durante varios meses más, un beneficio tanto para la persona con esta enfermedad como para sus cuidadores”, explica el NIA.
De hecho, señala que este fármaco ayuda a regular el glutamato, que es una sustancia química presente en el cerebro que, cuando aumenta, puede afectar las células cerebrales.
También explica que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ha aprobado varios fármacos en los últimos años con el fin de mejorar los síntomas de los pacientes que se encuentran en estadios más avanzados del Alzheimer. Entre ellos, destaca el donepezilo, el parche de rivastigmina y un fármaco que combina memantina y donepezilo.
Ahora bien, como todos los medicamentos, aquellos que se usan para tratar el Alzheimer también pueden generar múltiples efectos secundarios.
“Por lo general, los médicos recetan a los pacientes dosis bajas de los medicamentos y gradualmente van aumentando la dosis de acuerdo a qué tan bien los toleran. Existe cierta evidencia de que algunas personas pueden beneficiarse de dosis más altas de los medicamentos para la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, cuanto más alta sea la dosis, mayor será la probabilidad de que se produzcan efectos secundarios no deseados”, explica el NIA.
En esa medida, agrega que los profesionales médicos deben hacerles un seguimiento juicioso a los pacientes para ver cómo reacciona su organismo al consumo de un nuevo medicamento.
“Todos estos medicamentos tienen posibles efectos secundarios, que incluyen náuseas, vómitos, diarrea, reacciones alérgicas, pérdida de apetito, dolor de cabeza, confusión, mareo y caídas. Informe de inmediato cualquier síntoma inusual al médico que recetó el medicamento”, concluye el NIA.
Vale decir que cada principio activo genera efectos distintos. En el caso del donepezilo, por ejemplo, pueden presentarse otros signos como insomnio, calambres musculares, fatiga y pérdida de peso. Mientras tanto, la rivastigmina puede llevar a la pérdida de peso, indigestión, disminución del apetito, anorexia y debilidad muscular.
La memantina, además, puede causar algunos efectos digestivos como mareos, diarrea y estreñimiento, aunque también puede provocar dolor de cabeza y confusión en algunos pacientes.