Salud
Científicos colombianos descubren peligrosos vínculos entre la apnea del sueño y el cáncer de pulmón
Las personas con más riesgo son las mayores de 50 años que hayan fumado, tengan familiares con antecedentes de cáncer de pulmón o hayan estado expuestos a materiales tóxicos como asbesto.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de La Sabana de Bogotá reveló una asociación significativa entre la apnea obstructiva del sueño (AOS) y el cáncer de pulmón. Luego de este hallazgo, la ciencia plantea ahora varios caminos en las estrategias de detección y tratamiento de dicho cáncer.
Este último es uno de los cánceres más comunes en el mundo. Según los registros de la Organización Mundial de la Salud, en 2020 se presentaron 2.21 millones de pacientes por lo que ocupó el segundo lugar entre los cánceres más frecuentes.
En Colombia, cifras del Ministerio de la Salud, con corte al 31 de agosto del 2023 señalan que se registraron 5.879 casos de cáncer de pulmón, el séptimo lugar entre los once tipos de cáncer priorizados.
Las personas con más riesgo son las mayores de 50 años que hayan fumado, tengan familiares con antecedentes de cáncer de pulmón o que hayan estado expuestos a materiales como asbesto, radón, sílice, berilio o cromo.
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De la mano del investigador y neumólogo Luis Fernando Giraldo, un grupo de científicos de la Universidad de la Sabana hizo un importante hallazgo: encontró que la apnea del sueño grave podría estar asociada a un mayor riesgo de cáncer de pulmón. Además, ese riesgo podría llegar a ser hasta un 9 por ciento mayor, por lo que estas personas con mayor riesgo podrían considerarse como candidatos a una detección temprana de cáncer de pulmón.
De acuerdo con los expertos, la apnea del sueño es una enfermedad que hace que se colapse la vía respiratoria superior, es decir, las estructuras que se encuentran alrededor de la garganta, la laringe y la faringe. Esto impide que el aire entre hacia los pulmones durante el sueño.
“Cuando esto ocurre repetidamente, más de cinco episodios por hora, es anormal. Entre cinco y quince, se considera un problema leve; entre quince y treinta se considera un problema moderado y mayor de treinta se considera un problema grave”, explica el doctor Giraldo, neumólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Sabana.
Sin embargo, el problema no solo se debe al número de veces que suceden estos episodios. El doctor Giraldo explica que, en consecuencia, la apnea del sueño se traduce en hipoxemia, lo que se traduce en bajos niveles de oxígeno en la sangre. Esta condición, a su vez, según la literatura médica, ha demostrado incidir en la progresión de algunos tipos de cáncer, aumentando su agresividad.
Pero, si bien en los primeros estudios que se realizaron explorando esta asociación no era claro que la apnea del sueño pudiera estar relacionada con el cáncer de pulmón, la utilización de métodos modernos de inferencia causal en este nuevo estudio hicieron posible controlar las posibles variables de confusión, para estimar de manera más precisa el riesgo relacionado con la apnea del sueño grave.
“Cuando hay variables de confusión se distorsiona esa asociación y puede aparecer que no existe asociación cuando en realidad sí la hay. Entonces, como no era posible tomar como muestra a un grupo de personas e inducirles apnea del sueño y compararlas con un grupo que no tenía apnea del sueño porque es antiético, era necesario aplicar métodos, también conocidos como estudios observacionales. Lo anterior, consiste en comparar pacientes que sufren de apnea del sueño grave con otros que no la tienen para ver si tienen mayor frecuencia de cáncer de pulmón”, explica Giraldo.
Así, de la mano del grupo Neumología Oncológica de la Fundación Jiménez Díaz y el Departamento de Epidemiología de la Universidad de La Sabana, recurrieron a un grupo de mayor frecuencia de cáncer de pulmón por ser fumadores.
Al tiempo, recurrieron a pacientes con cáncer de pulmón recién diagnosticado y a personas sin cáncer que fueron sometidos a una polisomnografía. A esta cohorte de pacientes se les aplicó métodos epidemiológicos para tener dos grupos comparables, con las variables de confusión balanceadas, en los que la única diferencia fuera la presencia o ausencia de apnea del sueño grave (un grupo con esta condición y otro sin ella).
“Lo novedoso fue que aplicamos unas técnicas estadísticas que permiten que un estudio observacional, se acerque lo más que se puede a un experimento clínico, sin tener que violar los lineamientos de ética de coger un grupo de personas y exponerlas a apnea del sueño para ver si desarrollan o no cáncer de pulmón”, explica el doctor.
“Cuando lo publicamos, fue el primer estudio donde se detectó esa asociación y después de eso vinieron estudios que fueron hechos con un número mucho más grande de pacientes y que confirmaron lo que nosotros habíamos encontrado”, añade Giraldo.