Salud
¿Cuáles son los síntomas del pie diabético y cómo se diagnostica?
Se trata de una condición de salud que requiere tratamiento médico y puede traer dificultades para la movilidad de los pacientes.
La diabetes es una enfermedad crónica que afecta directamente el metabolismo y la capacidad que tiene el organismo para producir o gestionar la insulina, una hormona clave que se produce en el páncreas y sirve para controlar los niveles de azúcar que hay en la sangre.
Las personas que sufren esta patología pueden percibir múltiples consecuencias en distintas partes del cuerpo, entre ellas los pies. De hecho, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés) les recomiendan a los pacientes que han sido diagnosticados con diabetes revisar sus pies con frecuencia, aunque no tengan ningún tipo de dolor o molestia.
“Hay muchas cosas para manejar cuando se tiene diabetes, como revisarse el nivel de azúcar en la sangre, preparar alimentos saludables, encontrar tiempo para hacer actividad física, tomar medicamentos, ir a citas médicas… Con todo esto, el cuidado de los pies podría ser lo último en su lista. Pero el cuidado diario es una de las mejores maneras de prevenir las complicaciones relacionadas con los pies”, explican los CDC.
Esto se debe a que las afectaciones en los pies provocadas por la diabetes se presentan con relativa frecuencia. Los datos de las autoridades sanitarias dan cuenta de que cerca de la mitad de los pacientes diabéticos presentan una condición llamada “neuropatía diabética”, que se caracteriza por provocar daños en los nervios.
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Estas afectaciones nerviosas pueden producirse en cualquier parte del cuerpo, pero los CDC señalan que son los pies y las piernas las extremidades más afectadas por esta condición.
“Algunas personas con daño a los nervios tienen adormecimiento, hormigueo o dolor en la parte del cuerpo afectada, pero otras no tienen ningún síntoma. El daño a los nervios también puede reducir la capacidad de sentir dolor, calor o frío”, señalan los CDC.
Y agregan que si bien tener una baja sensibilidad en los pies puede parecer un beneficio, lo cierto es que puede tener “un costo bastante alto”. Esto se debe, precisamente, a que el dolor es una sensación que se presenta cuando se manifiesta algún tipo de daño.
“Si no siente dolor en los pies, puede que no se dé cuenta de si tiene cortes, ampollas, llagas u otro problema. Los problemas pequeños pueden convertirse en problemas serios si no se los trata temprano”, aseguran los CDC.
Entre los principales síntomas, esas autoridades de salud pública citan los siguientes:
- Dolor en las piernas o calambres en las nalgas, los muslos o las pantorrillas durante la actividad física.
- Hormigueo, ardor o dolor en los pies.
- Pérdida de la sensación del tacto o de capacidad para sentir bien el frío o el calor.
- Cambio en la forma de los pies a lo largo del tiempo.
- Caída del vello de los pies, los dedos de los pies y la parte inferior de las piernas.
- Piel de los pies seca y resquebrajada.
- Cambio en el color y la temperatura de los pies.
- Engrosamiento o amarillamiento de las uñas de los pies.
- Infecciones por hongos, como pie de atleta entre los dedos de los pies.
- Ampolla, llaga, úlcera, callo infectado o uña encarnada.
Además, entregan algunos consejos útiles para las personas que tienen diabetes y quieren prevenir la aparición de daños en sus pies, algo que es completamente posible si se tienen en cuenta algunos cuidados básicos.
Entre otras cosas, los CDC recomiendan seguir con sumo cuidado los pies y verificar que no tengan cortes, enrojecimiento, heridas o hinchazón. Para ello, recomiendan usar espejos para ver las plantas.
“Lávese los pies todos los días con agua tibia (no caliente). No los deje remojar. Séqueselos completamente y aplíquese loción en la parte de arriba y abajo de los pies, pero no entre los dedos porque esto puede llevar a infecciones”, resaltan los CDC.
Además, advierten que es importante evitar caminar descalzo, usar zapatos que se ajusten bien a los pies, cortarse las uñas en línea recta, evitar quitarse a sí mismo los callos o las durezas, pedirles a los médicos que revisen los pies, mantener la sangre circulando por medio de ejercicios como levantar las piernas y mover los dedos.