¿En qué momento ir a un especialista cuando se olvidan frecuentemente las cosas?

Es muy normal olvidarse de situaciones básicas en la rutina. El hecho de dejar las llaves domésticas o del carro, no llevar algo pertinente para un viaje, el no haber cumplido con una tarea específica en el trabajo, son unas de las situaciones que pueden ser habituales en las personas. Es normal experimentar olvidos, sea por la distracción o estrés recurrente.

Sin embargo, hay episodios en los que ese olvido pasa a ser más que protagonista en varias situaciones diarias. La repetición de estas situaciones ya empieza a preocupar un poco, y esto podría justificarse por algunos efectos.

Uno de ellos radica en que la memoria empieza a padecer variaciones a corto plazo, sea por el envejecimiento normal del cerebro o indicios de la famosa enfermedad de Alzheimer, una de las más temibles por las personas.

Así mismo, el olvido frecuente también causa estrés y mucha ansiedad y conlleva a un impacto muy negativo en la salud mental si esto no se maneja de forma pertinente.

Otros aspectos de la vida, tales como el impacto negativo y la frustración en las personas afectadas, sumándole las condiciones médicas como la depresión, estrés crónico y trastornos del sueño, son efectos para tener en cuenta con el olvido constante de sucesos. Esto ya deja de ser normal si se invade en nosotros a diario.

¿En qué momento ir a un especialista?

De acuerdo con el National Institute on Aging (NIH), las señales de deterioro cognitivo leve, previamente mencionadas en cuanto a los lapsos en la memoria y el olvido recurrente de situaciones, lleva a que los afectados tengan que recurrir a un especialista médico para una diagnosis.

“No existe un tratamiento estandarizado para el deterioro cognitivo leve. Típicamente, el médico supervisa y le hace pruebas a la persona afectada cada 6 a 12 meses para detectar cualquier cambio en la memoria y en otras habilidades de pensamiento con el paso del tiempo”, indica la fuente citada.

Ahora bien, ese deterioro puede llegar al hecho de catalogarse como “demencia”, que según la NIH, trata de la pérdida de pensamiento, recuerdos y razonamientos, además de la pérdida de habilidades de comportamiento básico.

Esto se da al no poder recordar cosas, repetir la misma historia, perderse en sitios conocidos, desorientarse, no manejar bien el dinero o aumentar la ansiedad. La mala noticia está en que la demencia no puede ser curada del todo, pues se trata de la “muerte de muchas células nerviosas” y que se extienden por todo el cerebro. Por lo menos esto sucede con el Alzheimer.

En cuanto a la demencia vascular, esto perjudica a los tejidos cerebrales hasta el punto de la muerte después de algún derrame. Los síntomas llevan a la pérdida de lenguaje y coordinación, así como los cambios repentinos de estados de ánimo.

Sí o sí, los que padecen demencia tendrán que estar supervisados por un médico, que podría ser “un neurólogo, un médico de cabecera, un internista, un geriatra o un psiquiatra”, según la NIH.

Las personas que sufren de Alzheimer pueden mermar los duros efectos a través del consumo de medicamentos. Esto hace que la progresión de dificultades sea más lenta, pero esto no puede erradicar radicalmente la aparición de esta enfermedad, infortunadamente.

“Muchos estudios científicos están investigando medicamentos y otras intervenciones para prevenir o retrasar la enfermedad de Alzheimer y el deterioro cognitivo”, señala la fuente.

En cuanto a la demencia vascular, se requiere el control de hipertensión arterial, la supervisión de los niveles de colesterol y no fumar.