Salud emocional
¿Enamorada de un hombre casado? Usted podría estar sufriendo del síndrome de Fortunata
Esta condición frecuentemente se manifiesta en individuos con baja autoestima, asegura la psiquiatra Laura Villamil.
Existe un fenómeno psicológico profundamente arraigado en la literatura clásica, pero sorprendentemente vigente en la actualidad, a pesar de los señalamientos de la sociedad: el Síndrome de Fortunata.
Dicho síndrome, que toma su nombre de la novela Fortunata y Jacinta, del escritor y dramaturgo español Benito Pérez Galdós, describe la compleja red emocional de quienes se enamoran y desarrollan una dependencia hacia una persona casada, a menudo contra sus propios valores o creencias.
Quien lo explica es la reconocida psiquiatra Laura Villamil, quien agrega que “el síndrome de Fortunata hace referencia a la situación que vive una persona que se enamora y genera dependencia hacia otra que está casada, donde los pensamientos optimistas y la idealización de lograr un futuro idílico siempre rondarán la mente de la persona afectada”.
Se trata de una condición que no solo encapsula la esperanza y el deseo, sino también una profunda vulnerabilidad emocional.
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En la famosa novela, Fortunata está atrapada en un triángulo amoroso con Juan Santa Cruz. Mientras, su esposa Jacinta sirve como un espejo de la realidad para muchos. La historia detalla cómo, a pesar de ser la amante de Juan y tener hijos con él, Fortunata se ve consumida por sentimientos de rabia, envidia y, en ocasiones, de admiración hacia Jacinta, debido a la incapacidad de Juan de dejar a su esposa.
Este síndrome se caracteriza por una dependencia emocional intensa hacia la persona casada, convirtiéndose a menudo en un reto personal el creer que el otro dejará a su pareja.
“Muchas de las personas con el síndrome de Fortunata inicialmente dicen que desconocían el estado civil de la persona infiel, utilizando este ‘desconocimiento de la relación’ o autoengaño como mecanismo de defensa”, explica Villamil.
Sin embargo, la raíz de este síndrome puede deberse a varios factores y abarca desde la búsqueda de relaciones dramáticas y tormentosas hasta la influencia de patrones observados en la infancia. “Las personas que se obsesionan con alguien con un compromiso, tienen tendencias masoquistas”, señala Villamil. Y subraya cómo el drama se convierte en una forma de sentirse vivo y amado.
Además, el síndrome de Fortunata frecuentemente se manifiesta en individuos con baja autoestima, que no se sienten capaces de ser amados de manera plena y exclusiva, optando en su lugar por “conformarse con migajas”. Esta búsqueda de validación desemboca en una competencia constante con la pareja oficial, socavando aún más la autoestima del amante.
La posición de dominación mantenida por la persona casada impone un régimen de frustración, depresión, ansiedad y rabia en el amante, quien se ve incapaz de oficializar la relación. Ante esta realidad, la psiquiatra Villamil enfatiza la importancia de buscar ayuda terapéutica para aquellos que se encuentran atrapados en este ciclo de dependencia emocional.
El Síndrome de Fortunata, aunque arraigado en una novela del siglo XIX, resalta un desafío psicológico y emocional muy real y presente en la sociedad contemporánea. La comprensión y el tratamiento de este síndrome resultan esenciales para liberar a los afectados de las cadenas de una obsesión destructiva y guiarlos hacia relaciones más saludables y satisfactorias.
Factores de riesgo:
- Cultura: la sociedad colombiana aún conserva una visión tradicional del matrimonio, lo que podría aumentar la vulnerabilidad a este tipo de relaciones.
- Machismo: el machismo normaliza la infidelidad masculina, perpetuando la dinámica del síndrome de Fortunata.
- Falta de educación emocional: la baja autoestima y la dificultad para establecer relaciones sanas son factores que predisponen a este síndrome.