Salud
Investigación revela sencilla técnica que ayuda a dejar de comerse las uñas
Aunque es un hábito relativamente común, por lo general no se diagnostica adecuadamente.
Comerse las uñas puede ser un hábito desagradable y, además, tener implicaciones negativas para la salud. De hecho, algunos expertos le llaman a esta costumbre onicofagia y advierten que puede revestir un problema psicológico. Además, afecta la salud de los dientes, que no están diseñados para morder ese tipo de tejidos de forma constante.
La onicofagia es, a su vez, parte de un grupo de condiciones psicológicas que se conocen como “comportamientos repetitivos centrados en el cuerpo” (Bfrb, por sus siglas en inglés). Este término incluye una amplia gama de condiciones que crean una relación entre la dermatología y la psicología.
Una investigación que fue publicada este 19 de julio en la prestigiosa revista JAMA Dermatology, publicada por la Asociación Médica Estadounidense, se propuso encontrar cuáles son los mejores métodos para evitar que las personas se coman las uñas y dejen otros Bfrb como pellizcarse la piel a sí mismos, tirar de su propio cabello y morderse los labios o los cachetes.
Los investigadores indicaron que los Bfrb son trastornos frecuentes, pero en la actualidad no se están diagnosticando de forma adecuada. Esto implica que tampoco se están recetando tratamientos para las personas que los padecen.
Los autores del estudio compararon varias técnicas que ya han sido estudiadas en psicología para ver cómo lograban evitar este hábito en los pacientes. Entre otras cosas, indicaron que usaron una nueva intervención de autoayuda, una estrategia de reemplazo de hábitos y otra llamada condición de control de lista de espera.
Esta última se les asignaba a los participantes que hacían parte del grupo de control. Lo que en realidad sucedía con ellos era que les decían que los iban a poner en una “lista de espera” para darles un tratamiento más adelante. En la práctica, querían compararlos con las personas que sí estaban recibiendo intervenciones para saber si estas realmente estaban funcionando.
Los investigadores hicieron un ensayo clínico aleatorizado que usó herramientas en línea durante el transcurso del año pasado, como videos en la web.
“Los participantes eran una muestra no clínica basada en la población con Bfrb y fueron reclutados a través de las redes sociales. Inicialmente, 481 personas ingresaron a la evaluación; 213 fueron excluidos cegados a los resultados. Se aleatorizó una muestra final de 268 participantes. El período de intervención fue de seis semanas”, indicaron los investigadores en la metodología del artículo.
“La satisfacción de los usuarios en el grupo de reemplazo de hábitos fue alta. Los análisis de moderación que incluyeron todas las variables iniciales mostraron que aquellos que se mordían las uñas se beneficiaron particularmente de la nueva técnica”, añadieron los científicos.
¿A qué se referían con “la nueva técnica”? Se trataba de una medida bastante sencilla que, sin embargo, mostró resultados positivos en la mayoría de individuos que participaron en el estudio: les pedían que se frotaran con suavidad la yema de los dedos, la palma de la mano o la parte posterior del brazo cuando menos dos veces al día.
Estas simples medidas, que también involucran al cuerpo pero no generan daños, ayudaron al 53 % de las personas que participaron en la investigación.
“La regla es simplemente tocar tu cuerpo ligeramente”, aseguró el autor principal del estudio, Steffen Moritz, jefe del grupo de trabajo de neuropsicología clínica del Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf, en Hamburgo, Alemania, quien fue citado por el medio estadounidense NBC.
“Si está bajo estrés, puede realizar los movimientos más rápido, pero no con más presión aplicada por sí mismo”, agregó el investigador. No obstante, reconocieron que aún falta investigar estas intervenciones con mayor profundidad y en grupos de personas más grandes.
“Las limitaciones del estudio incluyen la falta de evaluación externa y diagnósticos verificados. Además, al estudio le faltan datos de seguimiento. El reemplazo del hábito de autoayuda es prometedor para reducir los Bfrb pero no los síntomas concomitantes”, concluyeron los investigadores.