Salud
La increíble historia de la epidemia colombiana que desató una campaña mundial de vacunación. El hecho se narra en un libro que se lanza en la FilBo
El periodista Carlos Dáguer presenta este 20 de abril ‘El pus de los milagros’, un libro que revela detalles de una expedición que logró contener la viruela en el país. SEMANA conversó con el autor.
Carlos Dáguer es un periodista que ha recorrido varias salas de redacción en el país, y desde hace varios años se especializó en temas de salud y de ciencia.
Dice que encontró “la expresión de la condición humana a través de las enfermedades”, lo que lo ha llevado a publicar varios libros que narran desde los derechos sexuales y reproductivos en Colombia, la historia del Instituto Nacional de Salud y la epidemiología el país. El más reciente, El pus de los milagros, reconstruye una hazaña fascinante: la epidemia colombiana que desató una campaña mundial de vacunación.
SEMANA: ¿Cómo le llega esta historia a las manos?
Carlos Dáguer: Escribiendo el libro de los cien años del Instituto Nacional de Salud, en 2017, conocí la real expedición filantrópica de la vacuna contra la viruela. En 1796, Edward Jenner, médico inglés, descubre que las ordeñadoras del condado de Gloucester, donde él vive, en Reino Unido, no contraían la viruela humana, en ese momento la mayor asesina de la humanidad, y que periódicamente generaba epidemias. A América llegó en plena conquista a través de los esclavos. Pero ellas sí contraían la viruela de las vacas. Y si les daba esa viruela vacuna, no les daba a humana. Entonces Jenner aplicó el método científico a una tradición popular: cogió el pus que salía en la ubre de la vaca y que quedaba en manos de las ordeñadoras y lo inoculaba en niños. Le inyectaba el pus de la vaca y Jenner se dio cuenta de que nos les daba viruela humana.
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SEMANA: ¿Pero esa vacuna tan ‘inusual’ no era compleja de transportar?
C.D.: Después de muchos intentos de traer la vacuna a América, la intentaron traer en vidrios, pero esos intentos fracasaron. El primero que intentó traerla en vidrio cerrado fue Sinforoso Mutis, sobrino de José Celestino Mutis. Pero el pus llegaba vencido. En 1802, hubo una epidemia, lo que generó una pelea entre el cabildo y el virrey por la manera como se manejaba la epidemia, lo que llegó a oídos del rey Carlos IV de España. Y a él se le ocurre montar una expedición para traer la vacuna no solo a Santa Fe, sino a toda América. La estrategia fue coger 22 niños e inocularles el fluido vacuno en un viaje por el Atlántico.
SEMANA: ¿Quiénes eran esos niños?
C.D.: En la real expedición filantrópica viajaron en barco niños que salieron de tres orfanatos: de Santiago de Compostela, Madrid y La Coruña. Niños robustos, de 5 o 6 años. A uno de ellos se le inoculó y se le formó una pústula durante 10 días en el brazo. Una vez madura, se pinchaba de nuevo esa pústula porque ya ese niño, que había quedado inmunizado, se volvía vacunífero, es decir propenso a dar vacuna. Y a su vez ese pus se le pasaba a otro niño, que a su vez generaba los mismos efectos. Y así cada diez días.
SEMANA: ¿Generó resistencia en la época el método del doctor Jenner?
C.D.: Él publicó sus hallazgos en un librito dos años después, que fue traducido al francés y luego al castellano y rápidamente se difundió, aunque en un comienzo hubo cierta resistencia. Pero pasaba que pocos países hallaron la viruela vacuna en sus territorios. Era una enfermedad muy particular de Reino Unido. En Colombia se intentó buscar en las vacas y no se encontró.
SEMANA: En esta expedición se habla de Isabel Cendal, a la postre una figura importante para salud en el continente...
C.D.: A ella se le encargó el cuidado de los niños de la expedición. Era una enfermera de la casa de expósitos de La Coruña. Es lindo su papel por ser una de las pocas mujeres de este viaje. Llegan a Caracas, donde la expedición se divide y el director de la misma se va a México y deja a los niños allá. Luego, a Filipinas, da la vuelta al mundo, llega a África, luego a Portugal y en 1806 a Madrid. Ya para entonces era la mayor hazaña médica de la corona española. Por otro lado, desde Caracas salen cuatro niños caraqueños, ya vacuníferos, y son los que traen la primera campaña de vacunación a Colombia.
SEMANA: En Colombia fue una campaña un tanto trágica...
C.D.: Sí, naufragan en el Magdalena. Pero lo interesante es que por donde pasan instalan juntas de vacuna, que garantizaba que siempre hubiera niños con pus, se convertían en vacunables y se perpetuaba. Osea, se crean las primeras instituciones de salud pública en el país, la semilla de las secretarías y el Ministerio de Salud.
SEMANA: Hablemos de esa epidemia de viruela de 1802. ¿Cómo se vivió en Santa Fe?
C.D.: Antes que las lanzas de los conquistadores, la viruela fue la que más asesinó a los pobladores, a los indígenas. La trajeron los españoles. Se dice a Colombia llegó en 1558 en un cargamento de esclavos negros desde la isla de La Española. La primera que se dio en el Nuevo Reino de Granada. Eran epidemias que solían ocurrir cada 20 años. La viruela fue la primera enfermedad erradicada por la intervención humana, pero tuvimos que esperar hasta 1979. Hoy hay viruelas de otros animales, como la del mono. Y pese que la epidemia de 1802 no fue tan grave, tuvo gran repercusión, porque aún estaba fresco el recuerdo de otra epidemia, de 1782, que había sido devastadora y mató a cerca del 40 por ciento de los santafereños. El recuerdo era aterrador: gente muriendo en las calles, sacerdotes aplicando la extremaunción en casi todas las casas, los cadáveres apilados en las iglesias.
SEMANA: Entonces, en 1802, les tocó ponerse las pilas...
C.D.: Sí, el virrey no podía dejar que eso se repitiera. Y cuando se supo de una amenaza de viruela que venía desde Popayán, se comenzó a implementar el aislamiento preventivo obligatorio. Si alguien tenía marcas de viruela se le impedía entrar a Santa Fe. Al final hubo 339 muertes. Eso llega a oídos del rey Carlos IV, en momentos en que en Europa se propagaba la vacuna. A Santa Fe llegó un año después de haber empezado la epidemia.
SEMANA: ¿Cómo eran las condiciones de sanidad de la época?
C.D.: José Celestino Mutis en esos años precisamente preparaba un informe sobre salud en el Nuevo Reino de Granada. Y en 1802 prepara un plan de educación médica que será el primero que permitirá que la medicina sea una carrera. Describía el Virreinato como una región llena de enfermedades: los cotos, enfermedades de la piel, disentería, viruela, sarampión. Era una ciudad de basuras, no había agua potable, solo un pilón, San Victorino, y algunos chorros. Era una ciudad fea. Había pocos médicos, y más brujos y curanderos.
SEMANA: ¿Qué lecciones dejó esta expedición?
C.D.: Hay un legado de la epidemia y otro de la expedición. De la epidemia, el uso de prácticas ilustradas, en un periodo de transición que viene de una lógica supersticiosa a una adopción de los ideales ilustrados. Un afán de conocimiento. Y de la mano de eso, el valor de la vida, porque a menos manos menor producción. Una muerte tenía un costo alto en términos sociales. La epidemia obligó a un censo y saber cuánta plata invertir en el cuidado de las personas, se empieza hablar políticas de salud pública, de creación de hospitales. Además, se crean las capacidades para la producción de vacunas. Tuvimos que esperar un siglo para que se cree una planta porque el fluido de esta vacuna se extingue, pero en 1897 un veterinario, Jorge Lleras Parra, logra poner unas terneras para mantener una producción de vacunas. La primera planta de producción de vacunas fue producto de esta historia. De ese origen vacuno de esta enfermedad es que viene la palabra vacuna.