Salud
“La transición tomaría décadas, se subestima la complejidad del proceso”: Alejandro Gaviria por reforma a la salud
Aunque integra el gobierno de Gustavo Petro, el funcionario ha compartido con franqueza sus desacuerdos.
De la reforma a la salud se ha dicho bastante. Ha desatado polémicas, desacuerdos y alrededor del tema hay declaraciones de mayor debate. Una de esas, tiene que ver con el análisis que ha hecho el ministro de Educación, Alejandro Gaviria.
Su opinión, que deja ver que está en contra de lo que se sabe de la reforma, pesa porque es uno de los más altos funcionarios del Gobierno Petro. Es decir, de los primeros en reconocer públicamente que no apoya una de las propuestas de sus compañeros de gabinete; también son trascendentales sus argumentos por su trayectoria, que incluye cinco años como ministro de Salud en el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos.
Aunque no fue en entrevista o en declaraciones oficiales, SEMANA conoció un documento de cuatro páginas en el que plantea sus dudas y desacuerdos. Por ejemplo, coincide con muchos críticos en que la reforma necesita de tiempo como el que demoraría el empadronamiento de toda la población, la cantidad de gente necesaria para dicho proceso, además del tiempo necesario para la creación de un sistema centralizado de información.
“La transición tomaría décadas y la reforma parece subestimar la complejidad del proceso. Además, la transición se está anticipando: el sistema financiero les está cerrando las puertas a las EPS (pues ya las van a liquidar), algunos prestadores están exigiendo anticipos para procedimientos de alta complejidad y la industria farmacéutica mantiene los inventarios a raya, incluso hay desabastecimiento. La crisis parece crecer día a día”, señaló el integrante del Gobierno Petro.
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Gaviria también señaló que la propuesta del Gobierno no tiene un panorama completo y que se culpa solamente a las EPS de la situación actual del sistema.
“Todo esfuerzo reformista debe empezar por un diagnóstico, por un análisis de lo que funciona y no funciona, por una evaluación de las capacidades y las heterogéneas realidades territoriales. Esto no ha ocurrido con la reforma a la salud que ahora se propone”, se lee en el texto.
A línea seguida, afirma que se insinúa que la mayoría de los problemas se originan en la administración privada y pública. “Como si eliminar las EPS fueran una solución a los problemas de insostenibilidad financiera, corrupción y desigualdad territoriales”, sostuvo.
Argumentó que los problemas financieros existen en todos los sistemas de salud. “Los sistemas públicos europeos están al borde de la quiebra. El subsistema colombiano del magisterio (que no tiene EPS) enfrenta también grandes dificultades financieras y tiene, en comparación con el régimen contributivo, tres veces más quejas por 1.000 afiliados. Lo mismo ocurre con el subsistema de las Fuerzas Armadas”, agregó Gaviria.
En ese sentido, indicó que la experiencia de Colombia “con pagadores únicos ha sido desastrosa. Lo fue con la llamada libre adscripción del Seguro Social en 1996, lo fue con los recobros directos del Fosyga por la atención a la población desplazada en 2001, lo fue durante la década pasada con los pagos de las secretarías de Salud por los servicios No POS del Régimen Subsidiado”, detalló.
Asimismo, rememoró los casos de corrupción originados en distintos territorios como los carteles de la hemofilia, el VIH, enfermos psiquiátricos, entre otros. “Todo esto podría repetirse a una mayor escala con la actual propuesta de la reforma”, concluyó en el quinto párrafo del documento.
Respecto a uno de los puntos en los que más se ha insistido desde la administración de Corcho está el mejorar el acceso de los habitantes de zonas rurales. Como análisis, Gaviria reconoce las brechas y admite que “deben corregirse”. Pero asegura que la reforma plantea “una forma extraña: destruir lo que funciona en las ciudades para supuestamente arreglar lo que no funciona en las zonas rurales”, añadió el economista de profesión.
Resaltó los beneficios del sistema de salud colombiano
En la mitad del texto filtrado, el ministro de Educación resaltó por lo menos siete puntos buenos del sistema de salud del país.
“Hay mucho que conservar del sistema actual. Casi todos los hogares están protegidos financieramente: una enfermedad no implica una quiebra familiar, ni obliga a la liquidación de activos. Un puñado de hospitales están entre los mejores de la región. Los sistemas de información se han sofisticado como resultado de décadas de trabajo. El manejo de muchas enfermedades crónicas es ejemplar. En los mejores hospitales privados se atienden personas de todos los orígenes socioeconómicos. En fin, el sistema actual es producto de treinta años de innovación y trabajo colectivo. Destruirlo sería un suicidio”, dijo.
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En el segundo de los cinco apartados del texto planteó que es importante diferenciar entre el giro directo y la ordenación del gasto.
“Adres hace hoy lo primero. Para lo segundo carece de capacidades. La reforma ignora ese punto esencial. Surgen de nuevo muchas preguntas”, explicó Gaviria. Y los cuestionamientos tienen que ver con quién va a realizar el control de los gastos y de los cientos de millones de facturas.
“Suponer, como en la propuesta actual, que con un sistema de información que no existe y tres mil personas desde Bogotá se va a hacer esta tarea es ilusorio. Sin control del gasto, la quiebra del sistema será inevitable y acelerada”, manifestó.
Por eso, preguntó quién va a encargarse del control del recaudo de las contribuciones. “Suponer que la UGPP puede hacerlo es también ilusorio… El esquema propuesto que no define el control de gasto y del recaudo, el impacto fiscal sería enorme. El gasto se multiplicaría y el recaudo podría caer de manera sustancial. Esta contingencia fiscal podría poner en riesgo la sostenibilidad fiscal del país”, agregó.
Generalidades de la reforma
Como último punto, señaló que una reforma a la salud es necesaria y que los sistemas de seguridad social deben reformarse de manera permanente
“Existe consensos, más o menos definitivos, sobre la necesidad de una mayor inversión en salud pública, de un mayor énfasis en la atención primaria, de una reivindicación del talento humano, de una implementación de modelos diferenciales o de una mayor transparencia en las transacciones que implicaría, por ejemplo, la eliminación de la integración vertical”, especificó.
Y finalmente, como cierre y conectando con el primer punto señalado sobre la falta de un panorama claro de lo que hay actualmente, dijo que de implementar la reforma que se conoce, traería consecuencias contraproducentes.
“Pero sin un diagnóstico claro ni una respuesta a las preguntas planteadas, la reforma puede hacer mucho daño. Mucho daño. Lo que iría en contra del principio de la salud de la gente: ante todo, no hacer daño”, concluyó el ministro de Educación y exministro de Salud, Alejandro Gaviria.