Salud
Las graves consecuencias que deja cabecear un balón: deportistas se exponen a enfermedades como la demencia
¿Hasta qué punto se puede poner en juego la salud por un deporte? Nuevo estudio reitera la relación entre los golpes reiterados en la cabeza y enfermedades neurológicas.
La historia del jugador de fútbol americano Aarón Hernández parece sacada de una película. Desde muy joven, se convirtió en ídolo de este deporte en Estados Unidos, dotado con un talento descomunal y en el mejor equipo posible para demostrarlo: los New England Patriots.
Sin embargo, detrás de su estampa perfecta de atleta se ocultaba una tragedia: padecía Encefalopatía Traumática Crónica, una dolencia asociada al 99 por ciento de los jugadores de fútbol americano, tal como lo demostró un estudio del año 2017, cuyos resultados se lograron tras analizar 110 órganos de deportistas muertos.
En palabras sencillas, se trata de un trastorno cerebral generado por un deterioro en el que las células nerviosas mueren debido a golpes reiterados en la cabeza. Un fenómeno que los neurólogos estudian desde hace varios años y que se ha traducido incluso en millonarias indemnizaciones por parte de equipos a los jugadores afectados y sus familias.
Años atrás, un revelador reportaje del New York Times puso de relieve que no solo deportistas profesionales terminan por sufrir ese trastorno, sino que los adolescentes que empiezan a practicar este rudo deporte, con apenas seis años, en el colegio, ya mostraban varios síntomas.
No es, sin embargo, un tema exclusivo del fútbol americano. En otro deporte igual de popular, el boxeo, se han documentado casos de atletas que sufrieron enfermedades neurodegenerativas, como Muhammad Alí, a quien en 1984 se le diagnosticó la enfermedad de Párkinson.
Ahora, un nuevo estudio insiste en los peligros que los constantes golpes en la cabeza pueden tener en la vida de miles de deportistas. Una investigación de la Clínica Idibaps y la Universidad de Barcelona reiteró la relación entre el aumento de los impactos en la cabeza, esta vez en futbolistas profesionales, con un elevado riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas como demencia, ELA o Parkinson.
Dicho estudio es impactante: los investigadores a cargo repasaron un total de 120 videos de partidos de cuatro mundiales de fútbol de las últimas cinco décadas: Alemania 1974, Italia 1990, Alemania 2006 y Qatar 2022. Los números sorprenden: 4.478 golpes en 1974 y 1990 y 5.355 golpes en 2006 y 2022, incluidos codazos, golpes entre jugadores y cabezazos al balón.
La evidencia ha traspasado incluso los laboratorios científicos: en abril de este año, Raphaël Varane, exjugador del Real Madrid y quien se retiró del fútbol el año pasado, reveló en una entrevista que ha sufrido conmociones cerebrales en su carrera deportiva al hacer remates de cabeza, lo que ha impactado su salud y rendimiento en la cancha.
Varane evoca con angustia dos partidos en específico, uno de 2014 y otro de 2020. Por lo que Varane narra que en su actual equipo, Manchester City, les aconsejaron no rematar más de diez veces de cabeza en cada entrenamiento. Él mismo ha pedido a su hijo, que también juega a fútbol, que evite este movimiento con el balón.
Hoy en día, Varane se ha convertido en una suerte de activista contra este tipo de prácticas. Y pide a los organismos deportivos que se tenga en cuenta el daño a la salud que generan los golpes reiterados y que urge tomr medidas en varias disciplinas.
Varane fue más allá y reveló, con dolor, que en su carrera ha disputado varios partidos de fútbol en medio de un auténtico shock y que incluso varios minutos de partido se han borrado de su memoria. En su entrevista, el futbolista cita a Philippe Malafosse, un especialista francés que lleva años investigando las lesiones cerebrales en todo tipo de deportes en los que hay contacto, también en el rugby.