Salud
¿Por qué se dan los movimientos involuntarios del cuerpo y qué tan graves son?
Esta situación responde a una condición llamada corea, la cual desemboca en patologías complicadas.
La condición corresponde a los movimientos bruscos e involuntarios que el cuerpo genera en cualquier parte del cuerpo. Principalmente, suele afectar a las manos y el rostro. Se evidencia cuando una persona mueve una articulación inconscientemente, haciendo la acción de tratar de golpear algo.
El término corea es empleado en la medicina para referirse a un síntoma neurológico que acompaña diferentes enfermedades. Mejor con Salud apunta a que su origen etimológico proviene de la palabra griega choreia, la cual se traduce como danza.
Como tal, la corea no es una enfermedad, sino una condición o síntoma. Por ejemplo, cuando una persona padece fiebre reumática o la enfermedad de Huntington, los movimientos involuntarios se hacen presentes.
Un estudio del National Institute of Neurological Disorders and Stroke explica que la corea se refiere a movimientos involuntarios y bruscos, producidos principalmente en las extremidades y cara. Sin embargo, también puede tener efectos en el torso y conllevar efectos peores.
Estas acciones se vuelven impredecibles y no siempre afectan las mismas zonas. Los movimientos cambiar de un lugar a otro, sin responder a ningún patrón o secuencia. La razón de esta condición es la presencia de lesiones en el cerebro, habitualmente en el núcleo caudado y putamen.
Como se mencionó anteriormente, la corea responde a patologías, las cuales, dependiendo de su complejidad, son más o menos graves. En ese orden de ideas, esta condición puede ser temporal o no. Inclusive, hay veces que se posterga y empeora con el paso del tiempo.
Los movimientos son bruscos, pero no siempre se presentan de la misma manera. Por un lado, las acciones correspondientes al ‘balismo’ son aquellos intensos, tales como el lanzamiento de un brazo o golpear reiteras veces una superficie con la mano. En contraste, están los movimientos catalogas como ‘atetosis’, los cuales son lentos pero igual de incontrolables. Se representan retorciendo las manos o recoger una extremidad.
La Clínica Universitaria Navarra sostiene que los síntomas iniciales son tics nerviosos o una agitación excesiva. En ese punto los movimientos no son incómodos, pero a medida que avanza el cuadro, empiezan a ser más frecuentes, intensos y peligrosos.
Aparte de las manos y extremidades, la corea también puede reflejarse por medio de tirones de la cabeza o espasmos en las piernas. Sumado a ello, cuando la condición está avanzada, el paciente experimenta dificultades para hablar y comer.
El estado anímico también se deteriora a la par. La corea es capaz de producir cambios de humor drásticos, por lo cual es frecuente ver que las personas se vuelven apáticas, depresivas, irritables y agresivas. Como la raíz del problema es una lesión en el cerebro, la función cognitiva también se ve afectada.
La corea puede aparecer en el contexto de numerosas patologías. Se suelen clasificar en función de si son adquiridas o hereditarias. Dentro de las hereditarias, la principal causa es la enfermedad de Huntington. Esta enfermedad corresponde a un trastorno genético que se hereda de forma autosómica dominante. En pocas palabras, se necesita un gen defectuoso para que haga presencia.
Los síntomas empeoran de forma progresiva y, de media, los pacientes tienen una esperanza de vida de entre 10 y 30 años cuando aparecen las manifestaciones. Además, la enfermedad de Huntington no tiene cura, sino que solamente se puede tratar.
La corea también aparece como complicación de la fiebre reumática. Esta, a su vez, es una complicación derivada de una infección de una bacteria (estreptococos del grupo A). Es frecuente en niños que han padecido faringitis estreptocócica. Hay otras infecciones que pueden asociarse, como la sífilis, la enfermedad de Lyme o la toxoplasmosis. Las enfermedades autoinmunitarias, como el lupus eritematoso sistémico, también la pueden causar. Lo mismo sucede con la esclerosis múltiple o la sarcoidosis.