Nutrición
¿Qué tan perjudicial es ‘picar’ entre las comidas? Un reciente estudio científico despeja las dudas
De acuerdo con los expertos, una persona obesa puede llegar a satisfacer sus antojos, por fuera de las tres comidas diarias, hasta 20 veces al día.
Picar algo de comer entre cada comida es un hábito que se practica en buena parte del mundo. Hay quienes lo hacen por por aburrimiento o incluso ansiedad, pero rara vez se asocia con una real sensación de hambre.
Esta ingesta de comida a deshoras se asocia, según los expertos, con un hábito de alimentación descontrolado y el consumo de productos muy energéticos y dulces. De acuerdo con dichos expertos, una persona obesa puede llegar a picar hasta 20 veces al día, y siempre opta por alimentos con un alto contenido calórico.
De ahí que un equipo de investigadores estudió si esta práctica afecta a la salud de forma grave y concluyó que depende de dos factores: el tipo de alimentos y el momento. En todo caso la recomendación es unánime: mejor no hacerlo a última hora de la noche.
Estos son los resultados provisionales de un estudio encabezado por el King’s College de Londres y presentado en Nutrition, la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Nutrición, que se celebra en Boston Estados Unidos.
Según los los autores del estudio, los refrigerios o comidas adicionales representan entre el 20 por ciento y el 25 por ciento de la ingesta de energía. En la investigación participaron mil personas y esta señala que la calidad del tentempié es más importante que su cantidad o frecuencia.
Elegir tentempiés de alta calidad, que contengan cantidades significativas de nutrientes en relación con las calorías que aportan, en lugar de los muy procesados “es probablemente beneficioso”, según la coordinadora del estudio, Kate Bermingham, del King’s College de Londres.
El momento del día “también es importante, ya que picar tarde en la noche es desfavorable para la salud”, agregó la experta, en un comunicado de la Sociedad Estadounidense de Nutrición, el cual agrega que picar entre comidas es cada vez más popular y más del 70 por ciento de las personas afirman que lo hacen al menos dos veces al día.
Dicho trabajo hace parte del proyecto Zoe Predict, un grupo de grandes estudios de investigación nutricional en profundidad diseñados para descubrir cómo y por qué las personas responden de manera diferente a los mismos alimentos.
Los investigadores examinaron la relación entre la cantidad, la calidad y el horario de los tentempiés con las grasas en sangre y los niveles de insulina, ambos indicadores de la salud cardiometabólica.
El análisis mostró que picar alimentos de mayor calidad se asociaba con mejores respuestas de la grasa y la insulina en sangre. Además, el consumo de ‘antojos’ a última hora de la noche, lo que ocasiona es que alarga las horas de comida y acorta el periodo de ayuno nocturno, además de que se asocia a niveles desfavorables de glucosa y lípidos en sangre.
Sin embargo, no se observó ninguna relación entre la frecuencia de los tentempiés, las calorías consumidas y la cantidad de alimentos con ninguna de las medidas de salud analizadas.
El poder de los probióticos
Otra investigación presentada al congreso sugiere que tomar probióticos podría ayudar a prevenir el deterioro de la memoria, según sus resultados preliminares y que aún no ha sido publicada en una revista científica.
Los investigadores advirtieron que cuando los participantes del estudio con deterioro cognitivo leve recibieron el probiótico Lactobacillus rhamnosus GG (LGG) durante tres meses, sus puntajes cognitivos aumentaron. Esta mejora cognitiva también se asoció con cambios en su microbioma intestinal.
La autora principal del estudio, Mashael Aljumaah, de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EE. UU.) consideró que “esto añade una nueva capa a nuestra comprensión de la conexión cerebro-intestino del microbioma y abre nuevas vías para combatir el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento”, según un comunicado del congreso.
El estudio contó con 169 participantes, de entre 52 y 75 años, que se dividieron en dos grupos en función de si no tenían problemas neurológicos o presentaban un deterioro cognitivo leve.
Dentro de cada grupo, los participantes recibieron el probiótico LGG, sobre el que investigaciones anteriores habían demostrado sus posibles efectos beneficiosos en modelos animales, o un placebo durante tres meses.
Muchos estudios se centran en formas graves de enfermedades cognitivas como el alzhéimer y la demencia, lo que las hace mucho más difíciles de revertir o tratar, indicó Aljumaah.
Sin embargo, el equipo estudió el deterioro cognitivo leve, que puede incluir problemas de memoria, lenguaje o juicio, Una fase en la que las intervenciones “podrían ralentizar o prevenir la progresión a formas más graves de demencia”.