Vida Moderna
¿Suele escuchar música a todo volumen en sus audífonos o en discotecas? Cuidado: está en riesgo de padecer sordera
Un estudio publicado en Reino Unido calcula que entre 670 y 1.350 millones de adolescentes y adultos jóvenes en el mundo están en riesgo de perder su audición.
Los científicos lo han dejado claro: la exposición prolongada a un sonido que supere los 80 decibeles empieza a poner en riesgo la salud auditiva en el corto, medio o largo plazo.
Basta poner un ejemplo. Un poco más de 100 decibeles es la intensidad de sonido que produce una taladradora, de esas que abren huecos en las vías, o la bulla que se siente al interior de una discoteca o centro nocturno. Así las cosas, asistir con frecuencia y por espacios prolongados de tiempo a lugares de entretenimiento donde la música suena particularmente alta puede provocar sordera con el paso de los años.
Una investigación publicada en la revista British Medical Journal Global Health calcula que entre 670 y 1.350 millones de adolescentes y adultos jóvenes en el mundo están en riesgo de perder su audición al exponerse a prácticas de escucha inseguras, de las que también hacen parte el utilizar audífonos a volumen exagerado.
Según la publicación, el 23,8% de los jóvenes que emplean dispositivos de audio personales a intensidad elevada y casi la mitad de los que acuden a lugares de entretenimiento ruidosos, como bares o discotecas, corren peligro de sufrir algún tipo de sordera o daño auditivo.
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De ahí que la comunidad médica advierta la necesidad urgente de impulsar, desde niños, hábitos de escucha seguros.
La Organización Mundial de la Salud explica que en el daño a la salud auditiva influyen la intensidad del ruido y el tiempo de exposición. De ahí que para la OMS, quienes utilizan dispositivos de audio portátiles pueden exponerse, en 15 minutos de música a 100 decibeles, al mismo nivel de sonido que un obrero del sector industrial en una jornada de ocho horas de trabajo a 85 decibeles.
Los límites de volumen del oyente típico están entre los 75 y los 105. Cifras que, para la OMS, son “motivo de preocupación”.
La investigación publicada en la revista British Medical Journal Global Health explica que, teniendo en cuenta que la población global estimada de personas de entre 12 y 34 años es, en 2022, de 2.800 millones, se puede concluir que entre 670 y 1.350 millones de personas en todo el mundo “podrían estar en riesgo de pérdida de audición debido a prácticas de escucha recreativas voluntarias e inseguras”.
¿Por qué sucede? “Cuando las personas están expuestas a sonidos fuertes, las células sensoriales y otras estructuras en el oído pueden fatigarse y eventualmente dañarse. La fatiga de las células sensoriales a menudo resulta en tinnitus y/o pérdida temporal de la audición. Si las personas están expuestas regularmente a sonidos fuertes o prolongados, este daño puede volverse permanente, lo que provocaría una pérdida auditiva irreversible, tinnitus o ambos”, indica Lauren Dillard, investigador postdoctoral de la Universidad de Carolina del Sur y autor del estudio.
Síntomas de alerta
Si con el paso de los años, su oído ya no escucha igual que siempre o si cuando le hablan no logra percibir adecuadamente la información que su interlocutor quiere transmitirle, ya sea por el ruido de fondo o simplemente porque no lo escucha bien, usted podría sufrir una pérdida de audición.
Dicha pérdida se genera cuando el sonido del exterior no entra de manera adecuada en el oído, ya sea por alteraciones en nuestro órgano o en el nervio auditivo. Como consecuencia, el cerebro no puede interpretar correctamente el estímulo que estamos escuchando.
Las cifras de esta condición de salud son alarmantes: solo en Estados Unidos, casi la mitad de los individuos mayores de 65 años tiene algún grado de pérdida en el sentido de la audición. En el mundo, la cifra asciende a los 1.500 millones de afectados.
El daño al oído suele manifiestarse con pérdidas auditivas temporales o un tinnitus agudo (los acúfenos, que suenan como un zumbido o un pitido constante en el oído).
También es importante considerar que la exposición permanente en etapas tempranas de la vida a entornos con sonidos muy fuertes puede hacer que, a largo plazo, las personas sean más vulnerables a la pérdida de audición relacionada con la edad y el deterioro cognitivo.
En el caso de los niños es más complejo aún, pues la pérdida de audición implica una reducción del rendimiento escolar, la motivación y la concentración.