Resalta un imponente altar tallado en madera por más de 11 hombres dirigidos por el sacerdote Jesús Mejía, quien habitó la iglesia desde 1869 hasta 1918. | Foto: Diego Zuluaga

CULTURA

Santa Gertrudis, ‘la Magna’, la iglesia que cambió un pueblo

La parroquia de Santa Gertrudis impulsó la transformación de Envigado en un municipio que no para de crecer. Esta es la historia de un ícono.

1 de agosto de 2018

No se ponían de acuerdo, así que decidieron encomendarse al azar. Escribieron en pequeños trozos de papelitos recortados los nombres de varios santos católicos, los pusieron en un sombrero, los revolvieron y lo echaron a la suerte. De esta curiosa manera los primeros habitantes de Envigado encontraron el nombre de Gertrudis, la Magna, una santa alemana que nadie conocía. Desecharon el papelito, tentaron la suerte una vez más, y de nuevo apareció Gertrudis. ¿Cómo era posible? Los presentes volvieron a eliminar la papeleta y repitieron el proceso, con igual resultado.

Por eso, finalmente el templo principal del municipio se llamó así, Santa Gertrudis. La Iglesia creó la parroquia en 1773 y se convirtió en la piedra angular de la transformación de Envigado, que con el tiempo pasó de pequeño caserío de quintas y grandes fincas a ciudad planificada de calles pavimentadas.

El primer cura párroco de Santa Gertrudis fue Cristóbal de Restrepo, luego de recibir la autorización desde Popayán para levantar la iglesia. El hacendado Antonio Isaza y Atuesta donó el terreno y luego aprovechó para vender aquellos predios cercanos y comenzar el desarrollo urbano acompañado por la construcción del parque principal.

“Envigado ya tenía la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, ubicada en el barrio San Rafael, pero la ciudad había crecido tanto que esta no daba abasto. Entonces la gente debía viajar un día hasta Medellín para cumplir con los menesteres católicos como bautizos, matrimonios y confirmaciones”, recuerda Carlos Gaviria, historiador de la Dirección de Cultura de Envigado.

En 1860 los pobladores demolieron el templo para erigir el actual, más grande. Cimentó la obra el arquitecto francés Henry Breche y la coordinó el sacerdote Jesús Mejía. Esta, de diseño grecorromano con dos torres toscanas italianas, contemplaba mejorar el santuario; querían uno más bello, acorde con la prosperidad del pueblo, y lo terminarían en 1897.

En su interior se combinan lo barroco y lo griego, cualidades que se mantienen a pesar de una última remodelación realizada a comienzos de este siglo. Domina el templo un imponente altar tallado en madera por más de 11 hombres dirigidos por el párroco Mejía, quien habitó la iglesia desde 1869 hasta 1918.

La ciudad de Envigado palpitaba 150 años antes de la inauguración de la iglesia, cuando los españoles se asentaron en estas tierras a principios del siglo XVII, pero la fundación de la parroquia dio un salto decisivo en la historia del municipio, que aceleró su crecimiento urbano.

En sus inicios, la ciudad apostó por la economía agrícola de plátano y caña de azúcar. Muchas familias, como la de los Restrepo, de la que provienen el exmagistrado José Félix de Restrepo y el político e historiador José Manuel Restrepo, crecieron gracias a tales cultivos.

Durante 183 años Santa Gertrudis fue la única parroquia, el lugar preferido por los envigadeños para encontrarse los domingos y afianzar sus relaciones. Así lo asegura Fabio Valderrama, coordinador de los grupos vigías del patrimonio de Envigado: “Tejió redes económicas y sociales, atrajo la educación, el arte, y fortaleció la identidad local apoyada por sacerdotes como el padre Pablo Villegas”.

Solo en 1956 apareció en el municipio una nueva iglesia: la San José, que apoyó al templo principal. Pero que jamás podrá quitarle el título de ‘Magna’ a la primera parroquia de los envigadeños.