Verdad o mito: ¿ojos salidos de su órbita?

Es una realidad. Razas de hocico chato tienen una predisposición anatómica a esta condición. Conoce las causas, tratamientos y recomendaciones para evitar que esto le suceda a tu mascota.

22 de junio de 2015, 2:00 p. m.
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A esta patología se le conoce médicamente como proptosis y como explica Carlos Aparicio, médico veterinario fundador de Servicio Oftalmológico Veterinario, algunas razas son más propensas a sufrir esta alteración en sus ojos.

¿Qué razas tienen mayor riesgo?
“Cualquier perro tiene el riesgo de sufrirlo, pero se desarrolla con mayor frecuencia en los de razas braquicefálicas, es decir, los pug, shih tzu, boston terrier y yorkshire terrier. Les sucede por características de su conformación anatómica, pues la fosa orbitaria –que es el espacio donde está ubicado el ojo– es un poco más plana, por lo que el globo ocular está más desplazado hacia adelante. Y además, tienen los párpados muy grandes, así que es muy fácil que el ojo se pueda salir”, explica el especialista en oftalmología.

¿Cómo y por qué sucede?

Normalmente, como consecuencia de un fuerte traumatismo, como una caída desde grandes alturas, un golpe o un atropello. Una vez el ojo sale de su órbita, se presenta una lesión en el nervio óptico y deja de enviar información al cerebro del animal, por lo que el tratamiento debe ser quirúrgico.

¿Qué hacer ante esta situación?
En caso de que tu mascota sufra esta eventualidad, lo más importante es mantener la calma y reaccionar de la forma adecuada. La recomendación es intentar reintroducirlo suavemente en su sitio con la palma de la mano abierta.

Si se realiza de forma inmediata esta reintroducción y se da una atención clínica temprana es probable que las consecuencias de la proptosis sean mucho menores. Esto es muy importante, pues, según el veterinario Carlos Aparicio, “la estadística indica que 78% de los perros que la sufren, pierden la visión”.

¿Cómo prevenirlo?
Cuando tienes un perro de estas razas, evita los juegos bruscos y sé más cuidadoso en los parques y en sus interacciones con otros animales. Si notas que tu mascota tiene los ojos más desplazados hacia adelante o sus párpados son muy grandes y no alcanza a cerrarlos mientras duerme, lo ideal es que consultes con un oftalmólogo veterinario que pueda indicarte si existe una mayor predisposición.