Nación
Bernardo Miguel Elías, el Ñoño Elías, no fue aceptado en la JEP
El exsenador, procesado por Odebrecht, no fue aceptado porque, según el tribunal, los hechos por los cuales responde no tienen relación con el conflicto armado.
La Sala de Definición de Situaciones Jurídicas de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) rechazó la solicitud de sometimiento presentada por el exsenador Bernardo Miguel Elías Vidal, en calidad de agente del Estado no integrante de la fuerza pública. Como consecuencia de lo anterior, la JEP también le negó al exsenador Elías Vidal la concesión de los beneficios de la libertad transitoria, condicionada y anticipada y renuncia a la persecución penal que había solicitado.
El barón electoral de Córdoba se convirtió en 2017 en el primer parlamentario capturado dentro del escándalo por los sobornos de la firma constructora Odebrecht en Colombia.
La Sala de Definición determinó que la JEP no tiene competencia material sobre el compareciente, ya que los hechos por los cuales solicitó su sometimiento no tienen relación con el conflicto armado. El exsenador Bernardo Miguel Elías Vidal solicitó su sometimiento en agosto de 2019 por cuatro casos relacionados con lo que se conoce como ‘el escándalo de corrupción de Odebrecht’, que conllevó a la pérdida de su investidura como senador y una condena de la Corte Suprema de Justicia por los delitos de cohecho propio, tráfico de influencias de servidor público, concierto para delinquir agravado y lavado de activos.
En su solicitud, Elías Vidal aducía que las conductas ilícitas que cometió fueron encaminadas en su totalidad a “lograr la reelección del expresidente Juan Manuel Santos Calderón, para que este continuara y firmara el acuerdo final de paz de la Habana con las Farc – EP”.
Después de hacer una revisión atenta del material probatorio, la Sala de Definición de Situaciones Jurídicas de la JEP encontró que no existe una referencia clara o elemento de prueba alguno que soporte tal premisa y que las conductas delictivas cometidas por el compareciente estuvieron siempre encaminadas “a su enriquecimiento personal ilícito”.
Además, en el análisis de los procesos, la JEP no encontró elemento de prueba alguno que permita acreditar que “las conductas desplegadas estuvieron dirigidas a asegurar la reelección del expresidente Juan Manuel Santos, ni mucho menos que estas hayan jugado un papel determinante en la suscripción del Acuerdo Final de Paz”.
La Sala recuerda que el ingreso a la JEP de otros agentes del Estado no miembros de la fuerza pública y terceros se analiza y valora de acuerdo con la naturaleza de los hechos, si estos tienen o no relación directa o indirecta con el conflicto armado, no sobre un listado de delitos que podrían ser ajenos a la confrontación. Serán las pruebas de los hechos la que determinarán dicha relación.
la ‘Ñoñomanía’
El impacto que ha tenido la vinculación del Ñoño Elías al escándalo de corrupción de Odebrecht es muy alto. El senador cordobés no es cualquier congresista, a pesar de su bajo perfil. Es nada menos que la segunda votación más alta del Partido de la U (140.143), fue clave para la reelección de Juan Manuel Santos en el 2014, y desde hace once años fundó una estructura política en la costa que no para de crecer. Ese movimiento lo llamó la ‘Ñoñomanía’, y no solo tiene adeptos en Córdoba, también ha conquistado Sucre, La Guajira y algunos simpatizantes en Norte de Santander.
Ñoño Elías trató de eludir la política, pero en Sahagún, su pueblo, cuentan que no podía eludir el destino electoral que lleva en la sangre. El hoy senador es hijo de Bernardo Elías Náder y sobrino del exgobernador y exsenador Jorge Ramón Elías Náder, a quien el Proceso 8.000 llevó a la cárcel.
En Sahagún cuentan que para esa primera campaña, Bernardo Elías se endeudó cuanto pudo y botó la casa por la ventana. Sacó cerca de 10.000 votos en su pueblo, los suficientes para ser representante a la Cámara de su departamento apenas a los 30 años. Entre semana en Bogotá y los fines de semana en Sahagún, donde se prendió el furor de la Ñoñomanía. Rifas navideñas, fiestas de las madres, regalos y banquetes, todo llegaba de la mano de un hombre de 1,68 metros de estatura, cachetón y siempre sonriente, que en el diccionario colombiano se definiría como un "bacán”. También se le veía de casco y botas y le atribuían como si fuera un santo el milagro de una calle pavimentada, o de la más moderna plaza de mercado.
“Es un movimiento de corazón, con personalidad y con ganas de echar adelante frente a cualquier adversidad. La Ñoñomanía se caracteriza por cumplir sus promesas con hechos tangibles. La política no es de palabras sino de hechos”, definía hace tres años Ñoño Elías a la maquinaria política que logró consolidar en menos de una década.
Ese carácter mesiánico vino de la mano de los cupos indicativos que el presidente Juan Manuel Santos entregó a los parlamentarios para hacer gestión en sus departamentos. Ñoño fue el campeón de esos recursos, que la opinión pública ha denominado la ‘mermelada’. Entre el 2010 y el 2011, según una denuncia del uribismo, al Ñoño le habrían tocado 90.000 millones de pesos, pero se habla de que hasta 2014 la cifra había ascendido a 180.000 millones de pesos.
Con esa plata, Sahagún pavimentó todas sus calles, construyó ocho kilómetros de ciclorruta, un paseo peatonal sobre la troncal de occidente, la terminal de transporte, la sede de la Universidad de Córdoba y el estadio Armando Tuirán Paternina, con capacidad de 5.000 sillas, y en el que se disputa la Liga Ñ, 16 equipos juveniles que el Ñoño Elías quiere convertir en estrellas del fútbol nacional.
En solo ocho años Ñoño multiplicó sus votos. 62.050 sacó en 2010 y 140.000 en 2014, y junto a su antiguo contradictor Musa Besaile, ahora aliado, hicieron que el partido de Santos fuera la fuerza política de mayor representación en el Senado, Los cerca de 300.000 votos que pusieron los dos senadores de Sahagún halaron a más de un congresista.