NACIÓN

El relato de la hermana de la niña indígena presuntamente violada por soldados

Tras conocerse la noticia sobre el presunto abuso sexual de una niña de 13 años perteneciente a la comunidad indígena embera chamí en Risaralda, por parte de integrantes del Ejército, su hermana contó lo que vivió su hermana y su familia. La mujer ruega que haya justicia.

24 de junio de 2020
| Foto: Archivo SEMANA

La Quinta División del Ejército informó que siete soldados habrían violado a una niña de 13 años perteneciente a la comunidad embera chamí en el corregimiento de Santa Cecilia del municipio de Pueblo Rico, en Risaralda.

Conocidos estos hechos, el presidente Iván Duque señaló: "Si nos toca estrenar con ellos la cadena perpetua la vamos a estrenar. Y con cualquiera que quiera pisotear la dignidad de un niño". El presidente fue enfático al decir que Colombia debe "enfrentar con contundencia y drasticidad cualquier agresión a un menor. Cual asesinato o violación, sea quien sea".

En entrevista con Vicky Dávila, Felicinda, la hermana de la menor, relató lo que vivió su hermana y su familia antes, durante y después de lo ocurrido.

VICKY DÁVILA: ¿Qué fue lo que le hicieron?

FELICINDA: Ella nos contó a nosotros que unos soldados la violaron, la cogieron a la fuerza, le taparon la boca y no le dejaron gritar. Entonces ella bregaba y después la cogieron otra vez, y otro soldado la cogió otra vez a la fuerza y la violaron allá. Los soldados le dijeron que no dijera nada, que la demandaban, entonces ella dijo que no iba a decir nada.

V.D.: O sea la abusaron entre varias personas, entre varios soldados

FELICINDA: Entre varios soldados, sí.

V.D.: ¿Ella cómo está hoy? ¿Cómo se encuentra?

FELICINDA: En este momento se encuentra en el hospital en Pueblo Rico. Ayer, nosotros estuvimos en el hospital, estuvimos con ella. Yo le dije porque nosotros somos dos hijos, entonces yo vine para mi casa y en este momento yo creo que me voy pa…

V.D.: ¿Los médicos qué le han dicho, que ella físicamente cómo se encuentra?

FELICINDA: Pues el médico dice que ella está un poquito mejor, pero yo sé que mi hermana no está bien. Lo que pasa es que esa muchacha es como calladita. Ella es una niña, ella no sabe nada de esas cosas. Además, tampoco me está gustando que una de las enfermeras que estaba con nosotros dijo que no podía quedar nadie con ella. Para mí eso no está bien, porque en este momento ella tiene que estar con alguien.

V.D.: ¿Psicológicamente cómo está? ¿Ha llorado mucho? ¿Cómo se encuentra ella de ánimo?

FELICINDA: Pues ella ha estado llorando, la verdad.

V.D.: ¿Qué les ha expresado a ustedes como familiares? ¿Tiene miedo? ¿Qué sentimientos les ha expresado?

FELICINDA: Pues miedo, sí, la verdad de una parte porque es una niña y como lo dice eso no está bien. Y además también tenemos miedo una parte porque usted sabe que la gente tiene su modo con plata. Nosotros como pobres tenemos miedo porque de pronto ellos nos manden a hacer cosas a nosotros, mi familia. Ellos saben quiénes somos nosotros y todo.

V.D.: ¿Qué le dice usted al Ejército? ¿Qué le dice al comandante como familiar, como hermana de esta niña?

FELICINDA: Bueno, yo quiero hacer justicia. Necesitamos que lo paguen. Y la verdad queremos que le paguen todos lo que le hicieron daño a mi hermana.

V.D.: Que paguen.

FELICINDA: Sí, que lo paguen.

V.D.: En ese momento en que la niña fue y reconoció a estos soldados que la abusaron, que le hicieron todo esto, ¿cómo ocurrió eso, qué pasó, cómo fue?

FELICINDA: La verdad  no sé cómo fue, pero ella cuenta que intentó venir de allá, después que ella fue a buscar unas guayabas para hacer un jugo y después los soldados le dijeron que no, que no veían, que el soldado la cogió por la fuerza a ella. Y las tres personas la cogieron a la fuerza, la tiraron al suelo y le taparon la boca. Ella bregaba a gritar y como por allá es una parte como un poquito lejos y no hay personas así cercanas, y una parte es como muy oscura, entonces pues por allá casi no pasan la gente.

V.D.: Debe estar muy lastimada, golpeada.

FELICINDA: Sí, la verdad sí. Ella es como la niña de la casa y yo sé cómo es ella. La niña es muy callada, ella puede estar aporreada pero ella no dice nada, ella es muy callada.

V.D.: Esto les cambió a ustedes la vida...

FELICINDA: La verdad sí. En este momento estamos, mejor dicho, destrozados, porque es la niña de la casa. 

V.D.: ¿Y los papás? ¿Cómo están sus papás?

FELICINDA: Mi mamá llorando, ahí pasando el dolor y además nosotros como no tenemos papá, estamos obviamente luchando. Soy yo que estoy luchando y mi mamá. Mi mamá está bien enferma y no puede estar allá, por eso ayer tampoco pude con ella, es por eso.

V.D.: ¿Cuántos hermanitos son ustedes?

FELICINDA: Nosotros hermanos somos tres hermanos, chiquiticos también. Dos hermanos pues ya mayores.

V.D.: ¿Cuántos en total?

FELICINDA: En total, total, somos como nueve mujeres pues, son tres hombres.

V.D.: ¿Y la niña está estudiando?

FELICINDA: La niña está estudiando, estaba estudiando en Pereira y se vino acá, como mi mamá, para Santa Cecilia y en este momento se encuentra en la comunidad de bensuará. Estaba bien, para qué. Nosotros estábamos bien por acá y cuando llegaron fue el Ejército y le hicieron daño a la niña y necesitamos que alguien nos ayude en esas cosas a nosotros también.

V.D.: ¿Cómo se puede explicar que el Ejército, que tiene que llegar a proteger a todas esas comunidades en los territorios, termine agrediendo además a una niña?

FELICINDA: Sí, eso no está bien, porque el deber de ellos era como venir a cuidar a la gente por acá estar bien y mire esto que le hicieron a mi hermana.

V.D.: Están ustedes en una situación muy dura y nosotros vamos a estar encima de este caso. ¿Quiere decirle algo al Gobierno, al presidente de la república?

FELICINDA: Sí señora, sí. La verdad la situación está muy dura acá. Estamos en una situación muy mala, pa’ qué. Y mi mamá como mantiene enferma yo no sé la verdad, no sé qué hago la verdad, porque no sé.

V.D.: Si el presidente la escuchara. ¿Qué le diría en este momento? ¿Qué quiere decirle al presidente de la república?

FELICINDA: Pues si él escuchara, al menos que nos ayudara a nosotros como pobres, que le hiciera justicia a mi hermana por todo lo que le hicieron, que colaborara en eso. La violación que le hicieron a mi hermana ellos tienen que pagar esas cosas.

V.D.: Esas personas se tienen que ir a la cárcel sin duda alguna...

FELICINDA: Sí, es que ellos tienen que pasar en la cárcel, sí, yo sé, pero ojalá que nos ayudaran a nosotros, la verdad que necesitamos. Además somos indígenas, sin padre y sin madre, pues sin papá, estamos......

V.D.: Además que los protejan, que protejan a la niña...es muy importante.

FELICINDA: Sí señora, eso tenemos es miedo... Esa gente se gana su platica y nosotros somos pobres... De pronto nos mandan a hacer cosas a nosotros o a mi hermanita y eso no queremos.

V.D.: Y la niña debe tener mucho miedo por ir a reconocer a esos militares que la abusaron, que la atacaron..

FELICINDA: Sí, la verdad sí, el momento que ella reconoció ella dijo que sí. Yo tenía miedo, la verdad yo tenía miedo.

V.D.: ¿Esto ocurrió cuándo exactamente?

FELICINDA: ¿Cómo?

V.D.: Esto ocurrió este fin de semana, en estas horas que ustedes pudieron conversar con ella, que ellas les contó, ¿qué más cosas les dijo?

FELICINDA: El momento, en esta hora el domingo estábamos era contentas, estábamos era contentas todas, pa qué. Nada, como vive en la finca yo la mandé llamar que bajara acá en el pueblo a la casa en Santa Cecilia que yo iba a hacer una comidita para ellos. Claro, ellos estaban era contentos. El domingo, el sábado estaban contentos. Y ya por la tarde, ella yo no sé, ella dijo que iba a traer unas guayabas para hacer jugo y ella se fue y nada y nada, y no llegó y en la casa estaba la comida y nada. Ahí fue que comenzamos a buscar y buscar y mi mamá comenzó a llorar y a buscar hasta media noche. Hasta las tres de la mañana vino a descansar mi mamá un momentico porque yo le dije a mi mamá que descansara, que esperara que amaneciera porque vamos a buscarla. Y fuimos a buscarla y ya fue que encontramos a mi hermana.

V.D.: La encontraron como usted dice, prácticamente tiradita en el piso...

FELICINDA: Sí, cuando ella nos contó a nosotros, ella dijo que los soldados que lo abusaron a ella la tiraron en el piso y le taparon la boca y que la cogieron en la mano.

V.D.: Es muy importante preguntarle lo siguiente: ¿Ustedes como familia le habían preguntado al Ejército si la había visto? ¿Ustedes le preguntaron ese día que la estaban buscando?

FELICINDA: Exactamente, nosotros preguntamos…ellos negaron, que no, que no han visto, que sí la vieron por la mañana pero no por la tarde. Ya después, ya por la tarde, como a las seis de la tarde, mi cuñada se fue a buscarla y le preguntó al Ejército…Y le dijeron que no. Y era mentira. Ellos a mi hermana la tenían escondida allá en la casa. La tenían escondida en un potrero, en un monte digamos. No nos dieron información de nada de nada a nosotros.

V.D.: ¿O sea que además de todo la tuvieron secuestrada los militares?

FELICINDA: Sí. La verdad sí, nadie le dijeron nada. La verdad eso no está bien, la verdad eso es como destrozada la verdad y necesitamos justicia, la verdad.

V.D.: Hay una petición que entreguen a esos militares a la comunidad indígena, ¿usted está de acuerdo o prefiere que lo judicialice la justicia ordinaria en Colombia?

FELICINDA: Pues nosotros tenemos que hablarnos entre comunidad acá con los indígenas, a ver qué vamos a hacer o a ver a dónde los mandamos a castigar.

V.D.: Claro, pues yo le agradezco mucho. Sentimos mucho por su hermanita, nadie debería tocar un niño, nadie debería atacar, imagínese usted a un menor de edad. Estas personas tienen que irse a la cárcel y pagar por todo lo que hicieron. Vamos a estar atentos. Un abrazo grande.

FELICINDA: Gracias a usted por todo.

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