Vicky en SEMANA
La modelo Angélica Jaramillo y la historia de cómo se fugó de un centro de rehabilitación mientras se corría El Giro de Rigo
En entrevista con SEMANA, Angélica Jaramillo aseguró que su fuga se dio en el marco de este evento deportivo, al tiempo que manifestó que un taxista le ayudó a cumplir su propósito.
La modelo colombiana Angélica Jaramillo habló con SEMANA. En el marco de la entrevista, en la cual habló de sus adicciones, reveló cómo fue que el 3 de noviembre de 2024 se fugó del centro de rehabilitación al que su familia la ingresó contra su voluntad.
“Yo venía pidiendo que, por favor, no me negaran la llamada a mis hijos y que me dejaran hablar con mi familia. Lo venía planeando desde el día que entré. Cuando me meten en esa celda, duré dos días que no me paraba, y cuando me pude parar, estaba supremamente aporreada, o sea, los brazos, todo vuelta nada. Yo dije, no, yo no puedo estar aquí porque yo conozco mi proceso”, aseguró.
De acuerdo con Angélica Jaramillo, recordada en Colombia haber sido parte de Protagonistas de nuestra tele, ella residía en Bogotá, su familia en Cali y al lugar al que la enviaron a la fuerza está ubicado en Medellín. Según su relato, sus seres queridos no la visitaron y ella tenía el propósito de hablar con sus hijos y verlos cuanto antes, razón por la cual, lo reconoce, se propuso escapar desde el día uno de su reclusión.
“Cuando me meten en esa celda, duro los ocho días allá y les pido que me dejen salir. El día que me iban a quitar el candado, no encontraron la llave. Eso me hizo pensar muchísimo. Si hubiese pasado algo urgente, un incendio, que sé yo, voy a hablar lo más extremo… Casi que no quitan el candado, tres personas intentaron quitarlo hasta que llegó una cuarta y, no sé cómo, pero lo pudo romper. Se demoraron prácticamente una hora quitando el candado”, agregó.
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“Yo siento que otra vez veo el sol, como que, Dios mío, gracias. ¿Por qué me tenían en esa celda que impedía la libertad? ¿Por qué me encerraron? Entonces ahora lo veo y prefiero reírme para no llorar, porque no creo que me hayan hecho eso de esa forma; me drogaron durante dos días con dosis altísimas para dormirme, para entrarme a ese lugar. Dosis altísimas que no era necesario, pudiendo haberme dicho: “Mire, ¿quiere ir a ese lugar? Es un lugar que hemos investigado, nos parece de esta forma”, dijo.
Vea la entrevista completa con Angélica Jaramillo:
“Yo venía pidiendo que me dejaran salir de allá, que no te entendía por qué tanto tiempo encerrada; mi proceso era diferente de todos. Entonces, como no me dejaban hablar con mis hijos, no me dejaban hablar con nadie… La dueña del lugar decía que mi caso era diferente, que era un caso especial y que lo trataba personalmente, pero ella nunca aparecía; la llegué a ver dos veces, dos o tres veces en 26 días”, indicó la modelo en la entrevista con SEMANA. “La alimentación era algo que no tiene nada que ver con mi vida y pues, como me lo dijo alguien hoy, es que eso no era un sitio cinco estrellas. Pero ¿por qué me llevaron allá? Que si me querían ayudar a recuperarme, sería en un centro terapéutico, pero de terapéutico no tenía sino por ahí el 10 %, porque el resto era puro aguante, el resto era puro aguante ese sitio”, aseveró.
“Yo me empecé a ganar la confianza, empecé con buen comportamiento, empecé a hacer oficio, todos los días teníamos que hacer oficio, y no me parece mal, porque yo siempre he sido muy juiciosa. No me quita nada levantar un plato o barrer algo, levantar una suciedad, pero la casa era grandecita. Yo barría los pasillos, los dejaba como un espejito; cuando yo los tomé parecían un barrizal, pero yo —pues obviamente— haciendo las cosas superbién. Vieron la disposición de que sí me quería quedar. Empecé a mantener mucho con un muchacho, a hablarnos con cariño, él también me llenaba de cartas, me llenó de motivación, me ayudó en ese proceso de aceptación de estar allá, de que hiciera el proceso completo. Yo le decía que me sentía secuestrada, me sentía impedida, le decía: “No soy interdicta, me quieren hacer sentir así. Yo no estoy incapacitada ni soy una persona que obra a través de incoherencias”, narró.
La modelo colombiana aseguró que ese día de la fuga salió corriendo por la puerta principal del lugar, aprovechando que la dejaron abierta porque iban a sacar a un paciente enfermo y necesitaban darle acceso a un taxi. Corrió, dice ella, y se lanzó montaña abajo, con rumbo desconocido. Descendió hasta donde más pudo y notó que se estaba corriendo El Giro de Rigo. Estaba en Medellín.
“Entonces me vuelo de allá cuando un señor se enferma, el cocinero se enferma, y yo había dicho dos días antes: “Si no me dejan ver a mis hijos, yo me voy de aquí por la puerta grande”. Y lo decía entre risas, como, “si ustedes no me dejan llamar a mis hijos, me voy a ir por la puerta grande”. Siempre de buen ánimo, risueña, no iba a permitir que me robaran la paz. Tenía dos opciones: o estaba de buenas o estaba de malas en el carácter. Si tuve que respirar mucho, tuve que aguantar mucho, tuve que tragar muy entero, y muchas cosas y muy injustas. El tema de la comida, el tema del trato, el tema de cómo tratar a los otros muchachos, el tema de que allá también vi injusticias de trato”, agregó.
“Si uno cometía alguna falta, entonces lo encerraban en el calabozo con candado; eso me parecía tenaz. Las condiciones tocaba discutirlas y prácticamente rogar, implorar, para que dieran un permiso de algo. El terapeuta tenía herramientas y trataba de ayudar, pero no todos somos iguales, no nos pueden tratar a todos de la misma forma porque cada caso es particular. Yo no aguantaba más. Esperaba que me rescataran. Ya habían dado hasta dinero en Medellín buscándome. Yo decía, día 22, no llegan por mí; día 23, no llegan por mí; 24…, y el 25 dije: ‘No me aguanto más’. Me doy cuenta de que Frank se enferma, mi amigo el cocinero, y llega un taxi el día 26″.
“Cuando abrieron la puerta para que ese carro saliera, yo salí corriendo como una loca cuesta abajo por esa montaña, y corre, corre, corre, corre, corre, corre, corre. Yo dije, no, yo aquí me tengo que quedar escondida hasta que vea bajar ese carro. Cuando vi que bajó, entonces otra vez cuesta abajo y seguí corriendo hasta que llegué a una autopista, pero estaba cerrada la carretera por el tema de Rigo; estaba al lado del tema del ciclismo, que se estaba despidiendo, o algo así”, explicó.
“¿El fin de semana que acaba de pasar fue que usted se escapó?”, se le consultó. “Sí, yo me escapé el domingo al mediodía de ese lugar. Me fui corriendo solamente con lo que tenía puesto, sin documentos, sin dinero, sin nada. No sabía adónde iba a llegar, no sabía dónde estaba, no tenía la menor idea, pero dije, la mano de Dios me puso. Mi Dios abrió esa puerta para que yo saliera, y Dios hizo todo de una manera que yo dije: ‘eso solamente lo hizo él’, porque yo venía orando: ‘Ayúdame, ayúdame, ayúdame, yo me tengo que ir de aquí como sea’. Porque mi familia no fue a visitarme, no me fueron a ver, no me dieron una explicación, no me daban razones de cuánto tiempo me iba a quedar allá. Entonces llegué a la autopista y me encontré al taxista, me alcanzó a ver y me dijo: “Venga”, y yo: “No, no”.
“No, tranquila, la vamos a ayudar, la vamos a ayudar. Venga, venga, usted ya se voló, usted ya es responsable de aquí en adelante de lo que haga; la queremos ayudar, Angélica. Usted no se merece eso, usted no merece lo que estaba viviendo allá. Váyase para donde sus hijos. Demuéstrele al mundo de lo que usted está hecha, de ese talento que mostró allá adentro a los muchachos y a nosotros”. Porque yo allá les cantaba, les ayudé a componer. Yo tenía que hacerme mis días también. No podía pasármela angustiada llorando y destruida”, explicó.
“Cuando el señor del taxi me auxilió, y como estaba en la carretera, pues tuvimos que volver a pasar por la misma clínica, por el mismo centro de rehabilitación, y yo decía: “Por favor, prométame que aquí no me van a bajar”, y de verdad me cumplieron y me ayudaron a salir”. Así concluyó su escape del centro de rehabilitación.