VICKY EN SEMANA
“Pitonisas, rezos y sacrificio de animales”: detalles de la brujería que practicaba alias Otoniel
Antonio Úsuga, máximo jefe del Clan del Golfo, fue capturado el pasado sábado 23 de octubre en medio de una operación denominada Osiris.
En medio de los perfilamientos e investigaciones en contra de los narcotraficantes, las autoridades colombianas han hallado una similitud en cuanto a la manera como estos delincuentes acostumbran a creer en los supuestos poderes sobrenaturales que les otorga la brujería para evitar la muerte o ser capturados, e incluso hay quienes piden que sus negocios ilícitos prosperen.
Un tema al interior de esas estructuras criminales al que Antonio Úsuga, alias ‘Otoniel’, máximo jefe del Clan del Golfo, capturado el pasado sábado por las autoridades colombianas, no era ajeno, según reveló en Vicky en SEMANA el general Jorge Luis Vargas, director de la Policía Nacional.
“Es muy del Urabá y del Chocó. Hemos encontrado la brujería muy extendida, todos la utilizan: ‘Siopas’, ‘Chiquito Malo’. Todos estos llaman a una cantidad de pitonisas y de rezos, y les mandan aguas de mil cosas. ‘Otoniel’ también utilizaba esta práctica, generalizada en el Clan del Golfo. Lo entenderíamos como algo cultural de esa región”, dijo el general Vargas.
El general también resaltó que, en últimas, de nada le sirvió a ‘Otoniel’, entre otros narcotraficantes, acudir a la brujería, pues han sido capturados o hasta dados de baja.
Tendencias
“‘Otoniel’ lo estaba haciendo a distancia (la brujería). Es decir, le mandaban cartas, le decían hagan este rito. Cosas como esta: ‘levántese por tal lado de la cama, cuando se vaya a acostar en la hamaca primero tiene que rociarla con estas aguas’. Cosas de esa naturaleza hacía él. De igual manera, sacrificio de animales; sabemos que hace un par de años él los estaba haciendo”, agregó el director de la Policía en Vicky en SEMANA.
La entrevista completa del general Jorge Luis Vargas, director de la Policía Nacional, en Vicky en SEMANA.
Alias ‘Marihuano’, el hombre cercano a ‘Otoniel’ que también creía en brujería y amuletos
El pasado 7 de febrero la Fuerzas Militares de Colombia dieron uno de los golpe más duros a la estructura del Clan del Golfo.
Ese domingo de febrero, Nelson Darío Hurtado Simanca, alias ‘Marihuano’, mano derecha de alias ‘Otoniel’, fue sorprendido en su guarida por un comando de operaciones especiales de la Policía y murió en el enfrentamiento. No le sirvieron los rezos, rituales y amuletos que le imponía su santera personal.
Hurtado Simanca apelaba a todo tipo de maniobras para escapar de las autoridades, incluso a la santería. Era habitual que hasta sus campamentos, ubicados en medio de la manigua por el Bajo Cauca antioqueño, llegara una mujer a quien él y sus hombres le rendían reverencia. Era su amuleto, su protección, pues sus rezos y conjuros, en los que utilizaba tierra de cementerios y huesos de animales, eran para ‘Marihuano’ la clave para mantenerse con vida y coronar sus envíos de droga al exterior que ella misma rezaba.
En sus habituales visitas a los campamentos, la santera buscaba la manera de pasar desapercibida. Usaba pelucas, se cambiaba de ropa; era, a juicio de las autoridades, un camaleón. Llegaba siempre con apariencia diferente, le hacía un aro espiritual “para blindarlo de que no le dieran bala” y salía cargada con una bolsa repleta de dinero en efectivo.
Como es usual en los narcos, las mujeres eran su punto débil. Las prefería jovencitas y las llevaba hasta sus refugios desde diferentes ciudades. Las bacanales en las que consumía cocaína y licor a manos llenas las pagaba en efectivo. Les daba entre 30 y 35 millones de pesos con una sentencia: si decían algo, su familia moría. ‘Marihuano’ hacía inteligencia de cada una de las visitantes para dejarlas advertidas.
También tenía debilidad por joyas y amuletos de oro. Fácilmente cargaba encima alhajas que valían más de 700 millones de pesos. Sus pistolas tenían el cañón fundido con oro puro y eran adornadas con diamantes y piedras preciosas. Era fanático de las peleas de gallos, a tal punto que en una de sus propiedades tenía 100 de estos animales a los que les apostaba duro. Casaba peleas en las que el botín llegaba hasta 200 millones de pesos.