MARIO VALENCIA
Sin ciencia no hay paraíso
Estados Unidos destina el 3,8% de su producción total a la investigación en ciencia y tecnología. Corea del Sur el 4,2%, Dinamarca el 3% y el promedio de países de la Ocde, ese club de ricos en el que Colombia hace el ridículo, el 2,4%.
La revolución científica del siglo XVII fue el eslabón principal en el desarrollo de la producción mercantil. Durante la “larga noche medieval” no se produjo gran número de mercancías, como resultado de la organización social y política predominante, el localismo, la ausencia de mercados y el conocimiento sobre su elaboración. Pero el método científico generó entendimiento sobre la naturaleza y el funcionamiento del Universo, permitiendo la transformación de la materia prima y la energía. En ese proceso la humanidad pasó de creer que un cometa era presagio de desastres, a construir la sonda espacial Philae, viajar 500 millones de kilómetros y posarse sobre el cometa 67P.
De esta forma, la ciencia propició la mayor riqueza en la historia de la humanidad. Nada de lo anterior habría ocurrido sin la investigación en ciencia y tecnología. La investigación es la base del conocimiento y el conocimiento se traduce en bienes y servicios que explican el desarrollo económico. Los países más ricos del planeta son los que más investigan y la investigación requiere de enormes recursos.
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Estados Unidos destina el 3,8% de su producción total a la investigación en ciencia y tecnología. Corea del Sur el 4,2%, Dinamarca el 3% y el promedio de países de la Ocde, ese club de ricos en el que Colombia hace el ridículo, el 2,4%. El presupuesto para Colciencias en 2018 será de $339.000 millones, el 0,04% del PIB, que no califica ni para error estadístico. Esa suma es escasamente el doble del presupuesto asignado para la mermelada presidencial que creció 36%, mientras el de la ciencia se redujo en $ 41.000 millones.
Con este presupuesto es sencillamente imposible hacer investigación seriamente. No alcanza ni para la formación, ni para mantener a los investigadores, ni para los laboratorios. Por esta razón el gobierno, consciente de ello, le quitó además $ 1 billón del fondo de regalías, para trasladarlo a vías terciarias.
Hay suficientes pruebas del desinterés oficial por esta importante área. La ciencia no se hace con discursos políticos, sino con recursos. Escoger si se financia adecuadamente o no, es la diferencia entre producir bienes con valor agregado o condenar a la nación a la extracción de recursos naturales y materias primas básicas.
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La crisis económica nacional tiene parte de explicación en la incapacidad de ampliar la oferta productiva y crear empleos de alta calidad, creando un círculo vicioso en el que no se investiga para crear porque no hay recursos, y no se generan recursos porque no hay suficiente conocimiento para producir valor agregado. Ante la falta de voluntad política, la única salida es romper ese círculo en las urnas.