Sostenibilidad
El plan de GEB para proteger y mejorar los ecosistemas
Como parte de su estrategia de sostenibilidad, la organización articula, con comunidades y entidades, proyectos que contribuyen a preservar especies protegidas y en vía de extinción, como el oso andino, la danta de montaña, el tigrillo lanudo y el mico de noche andino.
De la mano de las comunidades beneficiarias de los proyectos de expansión, expertos técnicos especializados y las corporaciones autónomas regionales, el Grupo Energía Bogotá (GEB) está llegando a los territorios con acciones que protegen el medio ambiente y ratifican su compromiso con la conservación y recuperación de los ecosistemas.
Aprovechando la instalación de torres de alta tensión que transportan la energía por distintas regiones de Colombia, la compañía lidera una serie de iniciativas que más allá de mitigar el impacto ambiental, contribuyen a la restauración y monitoreo de la fauna silvestre y de especies protegidas que están en vía de extinción o son vulnerables, como el oso andino, la danta de montaña, el tigrillo lanudo y el mico de noche andino.
Estos son algunos de los proyectos que han generado mayores:
Corredores Verdes
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Es quizás uno de los pilares de esta estrategia, pues es un primer paso para proteger los ecosistemas donde habitan las diversas especies de fauna. En alianza con el Instituto Humboldt y la Corporación Ambiental Regional (CAR), la compañía desarrolla corredores de conectividad a través de las redes eléctricas.
“Antes hacemos un diagnóstico con el que determinamos en qué áreas es necesario restaurar la conectividad a través de corredores para que la fauna de estos territorios pueda realizar sus recorridos”, explica Eduardo Montealegre, director de Sostenibilidad de Transmisión, del GEB.
La iniciativa no se reduce a la gestión de restauración y en ella participan otros actores. Por ejemplo, para la implementación de este corredor verde la comunidad participó en la adecuación de tres viveros, aportando el material vegetal para su propagación y en algunos casos con orquídeas que hacen parte de emprendimientos productivos.
Buscando realizar un ejercicio similar, la compañía identificó una ventana de 750.000 hectáreas entre la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá, donde espera fortalecer corredores que protejan la vida de las especies silvestres que allí habitan.
Conservación de grandes mamíferos
En Colombia hay poca información sobre las diversas especies que habitan el territorio. “Como empresa nos preguntamos de qué manera podíamos aportar a la comunidad científica con mayor información para que las autoridades ambientales puedan tomar mejores acciones y que las comunidades entiendan su importancia”, agrega Montealegre.
De allí nació una iniciativa precursora en muchos sentidos: el apoyo a la implementación y desarrollo de la estrategia comunitaria de monitoreo y seguimiento del oso andino y la danta de montaña en las áreas de influencia del GEB. Estas especies, de aspecto carismático y llamativo, son de gran importancia ecológica, pues su conservación sirve de excusa para la protección de sus hábitats.
Gracias a este esfuerzo se ha logrado con la CAM, Corpoamazonia y la Fundación para la Investigación, Conservación y Protección del Oso Andino (Wii) consolidar un trabajo conjunto en el que participan las comunidades y que ha fortalecido a las corporaciones autónomas regionales. Como resultado, hoy existen 45 monitores, 3 grupos de monitoreo y 600 niños y jóvenes involucrados en esta iniciativa de conservación. Además se ha robustecido cuatro grupos de monitoreo comunitario en la adquisición de equipos para continuar con la protección de la especie en el Huila.
“Al iniciar el proyecto nos dimos cuenta de que los pequeños sabían más sobre una jirafa o un león, que sobre las especies propias de sus territorios”, precisó Montealegre.
De este proyecto también nació un manual para el monitoreo adecuado del oso andino y la danta de montaña, escrito en un lenguaje poco técnico para que las comunidades sean quienes lideren el proceso. Este trabajo fue reconocido como una aplicación de las mejores prácticas de gestión ambiental por varias entidades.
Monitorear más especies
Bajo esa misma hoja de ruta, Transmisión del GEB está desarrollando más proyectos de conservación en otras regiones del país. Uno de ellos es el monitoreo del tigrillo lanudo, con el que se busca, junto con los aliados ProCAT y la CAR, aportar a su análisis poblacional. Para ello se han instalado a la fecha más de 50 cámaras trampa en Cundinamarca –donde desarrolla los proyectos de transmisión de energía eléctrica Norte y Sogamoso–, con las que se espera recolectar la mayor cantidad de registros en Cundinamarca, lo que aportará significativamente en el análisis poblacional y la conservación del tigrillo.
También está el proyecto de monitoreo del mico de noche andino, con el que se busca, junto con EIATEC, obtener datos relevantes sobre su hábitat en el departamento de Santander y robustecer los registros nacionales. De esta manera, se logrará construir uno de los pocos y posiblemente el más completo de los estudios sobre esta especie en la actualidad para diseñar estrategias de conservación basados en registros de información primaria y más actualizada para la especie.
“Algunas de estas iniciativas corresponden a mandatos por reglamentación, pero siempre buscamos crear acciones adicionales, ir más allá. El caso de la cartilla, por ejemplo, es algo que consolidamos en el sur del país y que queremos replicar en otras zonas y con otras especies”, concluyó Montealegre.