Medio Ambiente
Un canto de amor al Pacífico: así se vive el espectáculo marino de ballenas jorobadas en Bahía Málaga
Luego de recorrer 8.500 kilómetros desde la Antártida y el sur de Chile, las ballenas llegan a aguas colombianas para desarrollar su etapa reproductiva.
Con exquisitos platos, una vista majestuosa, gente amable y al son de marimbas y tambores, el Pacífico colombiano recibe a los turistas para que disfruten de un espectáculo marino único en Bahía Málaga, una zona ubicada al occidente del Departamento del Valle del Cauca donde se puede gozar del avistamiento de ballenas jorobadas.
Desde julio hasta octubre, estos majestuosos animales llegan a esta zona del país para reproducirse y tener crías, pero también para enamorar a quienes se embarcan en la aventura de visitarlas.
SEMANA se sumó a este increíble viaje en compañía de un grupo de periodistas y de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), entidad que cada año realiza un monitoreo para verificar que los mamíferos avistados y el personal de las embarcaciones estén seguros durante este espectáculo natural. Desde el puerto de Buenaventura, donde se puede apreciar no solo la calidez de la gente que recibe a los turistas, sino también una vista increíble del mar Pacífico, el equipo abordó las lanchas para navegar a mar abierto y llegar hasta Bahía Málaga para observar las ballenas jorobadas o yubartas.
Al ingresar a las lanchas, las cuales deben portar una bandera que indique que se realizará dicha actividad, los ocupantes deben portar un chaleco salvavidas, cumpliendo así con todas las normas de seguridad para realizar el monitoreo. De hecho, el director de la CVC, Marco Antonio Suárez Gutiérrez, en medio de esta actividad destaca que “se deben tener todos los cuidados respectivos para la seguridad no solo de los visitantes sino también de estos animales, por lo que lo más recomendable es realizar un avistamiento entre 15 a 30 minutos y seguir las recomendaciones de guía en la lancha”.
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El trayecto para ingresar a la zona de avistamiento fue de casi dos horas y estuvo acompañado de las fuertes olas del mar que retumbaron las lanchas y hacían emocionar a los ocupantes. Estas ballenas jorobadas llegan a aguas colombianas recorriendo 8.500 kilómetros desde la Antártida y el sur de Chile, para desarrollar su etapa reproductiva que comprende la fecundación, gestación y nacimiento de los ballenatos. La razón es que, precisamente en estos meses, las cálidas temperaturas del mar favorecen su reproducción y nacimiento.
“Las primeras ballenas en migrar hacia los trópicos son las madres lactantes, luego las juveniles, machos maduros, hembras maduras y, por último, las hembras embarazadas. Su velocidad durante la migración es de 8 a 15 km/hora”, asegura el director de la CVC.
En su búsqueda para poder observarlas, en medio del silencio de la tripulación, se escucharon los soplidos y aletazos que dieron una alerta de que estaban cerca. “Ahí está una” dicen los turistas al ver a tan pocos metros las ballenas que rodearon la embarcación. Al inicio, su timidez no las dejó salir de todo, por lo que únicamente se observaron sus grandes aletas; pero al cabo de unos minutos y con la paciencia que hay que tener para hacer esta actividad, aparecieron dos grandes ballenas juntos a sus pequeños ballenatos. Un espectáculo marino que todas las personas deberían vivir en algún momento.
Con un cuerpo robusto, una cabeza ancha con pliegue de piel central, aletas extremadamente largas, que incluso llegan a tener un tercio de su tamaño total y una serie de tubérculos que se extienden también a la mandíbula, se lograron apreciar estos imponentes mamíferos que por estos días visitan las aguas del Pacífico colombiano. Según la CVC, este grupo cetáceos “son conocidos por tener glándulas mamarias y por verse obligados a salir a la superficie para inhalar un poco de aire fresco. El cuerpo de las ballenas jorobadas puede alcanzar los 15 metros de largo y su peso sobrepasa las 30 toneladas”.
Para los turistas y quienes tienen la oportunidad de presenciar este espectáculo marino, esta actividad es toda una experiencia que se podría repetir una y otra vez, sin importar la suerte que se corra al poder observarlas, puesto que el avistamiento muchas veces es cuestión de suerte y no hay certeza de que se puedan apreciar completamente.