GRUPO RÍO BOGOTÁ
El proyecto que busca recuperar la memoria muisca a través del ecoturismo
La Fundación Ambientalistas de Corazón trabaja con la comunidad muisca de Tocancipá en el proyecto Tyhyky, con el fin de mostrar la tradición de este pueblo y la importancia del bosque alto andino para el territorio.
Stiven Londoño jamás pensó que dedicaría gran parte de su vida a trabajar por el medio ambiente. Este mecánico industrial nació en Cartago, Valle, y en medio de su búsqueda de trabajo llegó hace 20 años a Tocancipá, uno de los 47 municipios de Cundinamarca por donde tiene influencia el río Bogotá.
Allí salió adelante, conoció a su pareja y una comunidad que le mostró una cara del mundo que no conocía: los muiscas de Tocancipá.
Llegó a trabajar en el sector industrial de este municipio y poco a poco fue acercándose más al pueblo indígena, cuyas tradiciones están basadas en el cuidado de los recursos naturales, la protección de la “pachamama” y, por supuesto, del agua, un recurso que para ellos es completamente sagrado.
Gracias a esta relación con los muiscas, Stiven empezó a conocer la otra cara de la moneda. Desde su trabajo solo sabía lo que había detrás de la explotación desenfrenada de recursos naturales, mientras que con ellos aprendía la importancia de cuidar la naturaleza.
“Los primeros contactos con ellos se lograron desde la Veeduría Ambiental. Allí se empezó a hacer un trabajo de campo para georreferenciar nacederos de agua, quebradas, mirar el tamaño y estado real de la reserva forestal del municipio y en eso conocimos a los principales líderes del cabildo como Pedro Pablo Papagayo y Eugenio Flautero. Sin ellos no hubiera sido posible lograr la identificación del territorio”, cuenta Stiven Londoño.
Desde entonces, han pasado 10 años y cada vez se fortalece más su relación con la comunidad indígena de Tocancipá. Poco a poco, esta cercanía lo llevó a conocer más personas del territorio, el malestar de muchos frente algunas problemáticas, especialmente la explotación minera, el crecimiento industrial y, en general, la contaminación indiscriminada de la naturaleza.
Fue así como con el paso del tiempo empezó a conformar un colectivo de personas con quienes comentaba estas y otras problemáticas de la zona frente a las cuales planteaban posibles soluciones. Hoy en día este grupo se convirtió en la Fundación Ambientalistas de Corazón, la cual preside.
Nació oficialmente en marzo de 2021 y tiene tres pilares: el ambiental, liderado por el docente Andrés Carmona; el social en cabeza de Daniela Suárez, estudiante de trabajo social; y el área cultural, dirigida por Valeria Agudelo Mendoza, esposa de Stiven y profesora de artes plásticas con un amplio conocimiento de las tradiciones muiscas.
“Tyhyky, aventura y conocimiento”
De la mano de la Fundación, Stiven impulsa diferentes proyectos, encaminados a proteger el medio ambiente. Uno de ellos, el más adelantado hasta el momento, es Tyhyky, una operadora turística y agencia de viajes que busca recuperar la memoria histórica de la comunidad muisca de Tocancipá, la cual está en proceso de reconocimiento por el Ministerio del Interior.
“Estamos tejiendo comunidad. Ambientalistas de Corazón es un punto del tejido y lo de Tyhyky es otro, si logramos tener comunidad, después vamos a tener territorio”, explica el presidente de la Fundación.
El proyecto está muy cerca de convertirse en una realidad. Están terminando de gestionar la parte legal con registro nacional de turismo, matrícula mercantil, cámara de comercio y NIT, y la idea es esperar a que baje un poco el pico de contagios y se normalice la situación de orden público para poder arrancar en forma.
Tyhyky es el nombre científico del borrachero, una planta sagrada para los muiscas, quienes son los protagonistas de este proyecto.
La idea es atraer turistas, tanto nacionales como extranjeros, para que la comunidad pueda recuperar su tradición y memoria como pueblo muisca mostrándolo a los demás. Mientras caminan los senderos del bosque de niebla, los visitantes conocerán diferentes aspectos como la alfarería, la medicina ancestral, las especies sagradas como el borrachero o el tabaco, su lengua y, por supuesto, su territorio.
“Han pasado más de 200 años en los que han perdido la conexión con su territorio pues no volvieron a la montaña a hacer rituales y ceremonias. No celebran el solsticio ni equinoccio. Esos lugares antropológicos no han sido visitados correctamente, sino acaparados por la minería sin pedir permiso”, explica Londoño.
Es por eso que con Tyhyky, según explica, el pueblo muisca va a recuperar estos lugares conocidos como caminos reales, por donde se comunicaban con otras comunidades. “Qué mejor que ellos vean su tierra como atractivo turístico, pues así las conservan y no la venden”, dice.
A través de su página de Facebook “Tyhyky, aventura y conocimiento”, el voz a voz y algunos volantes que repartirán en el municipio, darán a conocer los recorridos y actividades disponibles. De acuerdo con Stiven, estas se harán todos los días, especialmente los fines de semana, en sitios, lugares y caminos específicos, donde ofrecerán refrigerio vendido por alguien de la comunidad.
“Nosotros vamos a ser el puente entre la comunidad y los turistas, pero cuando lleguemos a la montaña serán ellos los encargados de hacer el recorrido y de contar toda su historia. Esto es de ellos”, explica Stiven.
Además de Tyhyky, están trabajando en otros proyectos en favor del territorio. Uno de ellos, que está gestándose junto a una empresa colombiana busca crear conciencia sobre la importancia de los recursos naturales, llevar a cabo talleres de agroecología, y semilleros para niños y jóvenes en los que enseñan el ciclo de la vida y la importancia de ecosistemas únicos de la cuenca del río Bogotá como el bosque de niebla.
Otro llamado “Haz del bosque un aula viva” está dirigido al sector minero, con el fin de crear conciencia y recuperar el corredor biológico que se ha visto afectado por esta actividad. “Ya el daño está hecho, entonces le apuntamos a una compensación. Si están afectando la montaña de los 2.800 metros para abajo, pues de ahí para arriba hay una reserva llena de pinos y acacias que pueden ayudar a proteger o restaurar ese territorio de bosque para fabricar agua, cuidar las quebradas. Buscar un equilibrio”, explica Stiven.