FAUNA
Estas son las tres especies de caimanes más amenazadas en Colombia
El caimán llanero (Crocodylus intermedius), el caimán aguja (Crocodylus acutus) y el caimán negro (Melanosuchus niger) están en alguna categoría de amenaza en el territorio nacional.
Todo indica que aparecieron hace más de 240 millones de años. Son tan antiguos como los dinosaurios, pero con el paso del tiempo los que no se extinguieron fueron evolucionando en forma, tamaño, aspecto y comportamiento.
Se trata de los cocodrilos, reptiles que tuvieron origen en África y de los cuales existen 23 especies reconocidas en el mundo. Con seis especies, Colombia y Brasil son los países con mayor riqueza de cocodrilos a nivel global, una cifra que incluye cuatro de los ocho géneros y dos de las tres familias que constituyen el orden Crocodylia. En el territorio nacional, la Formación La Venta, ubicada en el desierto de la Tatacoa (Huila), fue uno de los sitios que más ayudó a comprender la evolución de estos vertebrados en Sudamérica.
Según ‘Biología y conservación de los Crocodylia en Colombia’, libro publicado por el Instituto Humboldt en 2013, la riqueza de crocodílidos en La Venta no tiene comparación en el marco del Cenozoico sudamericano.
Carlos A. Lasso, investigador senior del Humboldt y uno de los autores del documento, asegura que en Colombia la familia Crocodylidae está representada por un género y dos especies: el caimán aguja (Crocodylus acutus) y el caimán llanero (Crocodylus intermedius). “El primero está distribuido en las cuencas Caribe, Magdalena y Pacífico, y el segundo es endémico de la cuenca del Orinoco”.
Por su parte, cuatro especies de tres géneros de cocodrilos de la familia Alligatoridae habitan en el territorio nacional: el caimán negro (Melanosuchus niger), cachirre o babilla (Paleosuchus trigonatus), cachirre morichalero (Paleosuchus palpebrosus) y babilla (Caiman crocodilus).
Colombia cuenta con tres subespecies de babillas: Caiman crocodilus fuscus en las cuencas del Caribe, Magdalena y Pacífico; Caiman crocodilus apaporiensis en la cuenca del río Apaporis; y Caiman crocodilus crocodilus en Amazonas y Orinoco.
“Las cuencas del Amazonas y Orinoco son las de mayor riqueza en el país, ya que en cada una habitan cuatro especies de cocodrilos. Entre tanto, las del Caribe, Magdalena y Pacífico registran dos especies”, precisó Mónica Morales Betancourt, investigadora del Humboldt y autora del documento sobre cocodrilos.
Estos reptiles son fundamentales en los ecosistemas por su papel como depredadores topes en el control de las poblaciones de las especies presas. También cumplen un papel primordial en el ciclo de nutrientes. Según Morales, los restos de alimento que dejan estos reptiles se incorporan al medio acuático y fomentan el desarrollo de algas y otras plantas que soportan toda la cadena trófica. “Su disminución poblacional trae como consecuencia una pérdida de nutrientes y por ende una baja en la productividad pesquera”.
Los humanos que habitan en la manigua también dependen de estos animales antiguos, ya que son fuente de alimento para muchas comunidades rurales e indígenas en áreas remotas. “Hacen parte de la dieta de las poblaciones que no tienen más recursos para alimentarse”, manifestó la investigadora.
Especies amenazadas
“Por su gran tamaño y las características de su piel, estas especies eran las que tenían mayor valor comercial y por lo tanto las de mayor demanda. Son reptiles en alto peligro por tener poblaciones pequeñas menores de 250 individuos maduros, una disminución que continúa”, dijo Morales.
Aunque la cacería de estos cocodrilos disminuyó bastante en toda Sudamérica, hoy en día siguen amenazados de una forma indirecta por actividades como las malas prácticas de pesca, la reducción y degradación de los hábitats, el tráfico de fauna silvestre, el calentamiento global, entre otras.
Colombia ha desarrollado diferentes estrategias para proteger a estos reptiles, como normativas, convenios internacionales, planes o programas de conservación y creación de áreas protegidas. Sin embargo, estos esfuerzos no han sido suficientes.
El Instituto Humboldt, entidad encargada de estudiar la biodiversidad nacional, revela los principales aspectos, características e historia de vida de estos tres caimanes emblemáticos amenazados, información que hace parte de insumos como el Libro Rojo de los Reptiles y Biología y conservación de los Crocodylia en Colombia.
“Muchos ciudadanos aún desconocen la riqueza extrema que alberga nuestro país. El primer paso para conservar los tesoros naturales de Colombia, catalogado como el territorio más biodiverso del planeta, es conocer los representantes de la flora y fauna silvestre”, informó Hernando García Martínez, director del Humboldt.
Caimán llanero está en Peligro Crítico
A comienzos del siglo XX, el caimán llanero, endémico de Colombia y Venezuela, fue llevado a sus niveles más bajos de densidad a causa de la cacería indiscriminada. En esa época de bonanza y matanza, según entrevistas realizadas por Federico Medem, se extrajeron cerca de 254.000 pieles de esta especie en los sistemas fluviales de Colombia, como Arauca, Capanaparo, Cinaruco, Meta, Casanare, Vichada, Guayabero-Guaviare y Ariari.
Antes de los años 30, el caimán llanero abundaba en los ríos Arauca, Casanare y Meta, una riqueza que fue mermando con el paso del tiempo. Un censo realizado por Medem entre 1974 y 1975 estimó 780 individuos en la Orinoquia colombiana, pero la especie ya había desaparecido casi por completo en los ríos Casanare y Meta.
Un segundo censo entre 1994 y 1996 detectó muy pocos individuos en las playas de anidación. “Otros trabajos no han evidenciado tendencia alguna al aumento de la población, razón por la cual este caimán desde julio de 1997 está en la categoría nacional y mundial de En Peligro Crítico de extinción”, revela el Libro Rojo de los Reptiles de Colombia.
Antes de la cacería masiva, habitaba en los cursos de agua de las tierras bajas de la cuenca del Orinoco, con mayor abundancia en los grandes ríos y caños. Es una especie carnívora que caza a sus presas mediante una estrategia de espera o cacería al acecho, especialmente dentro del agua.
Aunque esta práctica ya desapareció de sus dominios, los pocos caimanes llaneros que sobreviven se ven amenazados al quedar atrapados en las mallas de pesca o cuando son atacados directamente por los habitantes ribereños, quienes ven en ellos una amenaza ante el posible ataque a sus animales o a personas.
“También se ven afectados por la degradación o destrucción de su hábitat, el aumento de la intervención antrópica en sus hábitats, la recolección de huevos para consumo local y venta de crías para tenencia como mascotas”, indica el libro Biología y conservación de los Crocodylia en Colombia. Según Lasso y Morales, el caimán llanero sigue en la categoría de En Peligro Crítico porque sus poblaciones no han mostrado señal de recuperación.
Caimán aguja: En Peligro
Esta especie se distribuye tanto en el territorio costero continental como insular de 20 países del continente americano, desde el sur de los Estados Unidos hasta Perú. En Colombia habita en las cuencas del Caribe, Magdalena y Pacífico, en ecosistemas como la desembocadura de los grandes ríos en las zonas costeras, manglares, lagunas costeras de agua dulce y salada, jagüeyes y ciénagas.
Algunos de estos caimanes deambulan por el mar cerca de las costas y penetran por la noche de manera rutinaria en las bahías en busca de alimento. Sin embargo, en Colombia se ha registrado su presencia en aguas interiores alejadas del mar, como en los ríos Bogotá y Magdalena.
“El caimán aguja suele excavar grandes madrigueras y socavones en los bancos de los ríos con entradas sumergidas muy cerca de la zona de anidamiento. Los neonatos prefieren áreas protegidas, como raíces de manglar o cuerpos de agua someros”, dice la publicación.
El mayor verdugo del caimán aguja es el deterioro del hábitat, tanto así que en algunas zonas de Colombia ha desaparecido totalmente. La deforestación, vertimientos humanos e industriales, contaminantes y el cambio del uso del suelo, los agobian cada día más.
Sin embargo, también se ve afectado por la caza y recolección de huevos, el desarrollo turístico en áreas costeras y los ataques de los seres humanos. “Algunos subproductos son utilizados en la medicina tradicional como la grasa y los huesos, y su piel es de alto valor comercial en la industria peletera debido a la irregularidad de su escamaje”, precisa Morales.
La captura incidental con artes de pesca, como redes o mallas de ahorque en el Caribe colombiano, representan otra amenaza. Según el Libro Rojo, en algunas zonas estos caimanes son objeto de caza de retaliación bajo el argumento de que se alimentan del ganado de las comunidades.
El caimán aguja estaba catalogado como una especie En Peligro Crítico de extinción. Sin embargo, gracias a algunas medidas de conservación y al descubrimiento de nuevas poblaciones, bajó a la categoría de En Peligro.
Caimán negro: Vulnerable
Habita en el cauce principal de los ríos y en lagos, bosques inundados y pantanos poco profundos de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Guayana Francesa y Perú.
En Colombia, hace presencia en varias zonas hidrográficas de los departamentos del Amazonas, Putumayo y Vaupés, donde se camufla entre la vegetación por los tonos negros, amarillos y cafés oscuros de su cuerpo.
Es uno de los reptiles más amenazados por la caza para consumo y uso de subproductos con fines medicinales y ornamentales. En 1971, científicos evidenciaron que la especie había casi desaparecido del territorio colombiano y que sus últimos reservorios estaban localizados en la laguna La Paya (Putumayo) y en lago Tarapoto (Amazonas).
En los últimos años ha sido capturado para usarlo como carnada para pescar la mota en el Trapecio Amazónico y en el medio río Putumayo. “Se ha documentado el tráfico ilegal de caimán negro en algunas zonas de la Amazonia, donde se comercializa su carne como pescado seco. Tiene una gran importancia cultural en la cosmovisión de las comunidades indígenas”, indica el Libro Rojo.
Según Lasso y Morales, el caimán negro estaba categorizado como una especie En Peligro de extinción. “Sin embargo, fue recategorizada como Vulnerable dado que hay indicios de recuperación poblacional en algunas localidades. No obstante, el tamaño de la población es aún reducido y el número de individuos maduros en cada subpoblación no supera los 1 000”.
“La utilización de nuevas y variadas artes de pesca como espineles, mallas y trampas para capturar el pirarucú, ha aumentado la captura incidental de estos reptiles. En el Trapecio Amazónico, la caza del caimán negro para usarlo como carnada puede estar generando una fuerte presión sobre la población, al igual que los ataques de seres humanos”, puntualizan los investigadores en el Libro Rojo.