FAUNA
La deforestación pone en riesgo a la rana de lluvia
Las altas temperaturas que se registran en las zonas bajas de Villavicencio dificultan el salto de los animales de esta especie, lo que afecta su distribución y los pone en peligro de desaparecer por migraciones o depredadores.
El desarrollo de actividades agroforestales, de vivienda y ganadería estaría generando fragmentación de los terrenos en las zonas bajas del municipio de Villavicencio, en el Meta, poniendo en riesgo la conservación de la rana de lluvia que habita en esta zona del país y que es endémica de la Cordillera Oriental.
Así lo evidencia una investigación realizada por el biólogo Andrés Felipe Aponte Gutiérrez, magíster en Ciencias- Biología de la Universidad Nacional, sobre esta especie que abunda en zonas aledañas a la capital del Meta.
Su estudio se centró en esta área debido que la ciudad presenta diferentes altitudes en poca área, algo que facilitó la logística y la comparación de los distintos ambientes en las zonas altas, medias y bajas.
Al respecto, el biólogo explica que en esta área se registran unas coberturas boscosas muy grandes que están conectadas con otras zonas fragmentadas, lo que le permitió evidenciar cuál es el efecto causado en estas ranas por las coberturas que han sido transformadas de bosques a potreros.
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Las ranas Pristimantis medemi tienen un promedio de tolerancia entre los 24 y 26 grados centígrados en las zonas bajas, mientras que en las zonas altas el rango figura entre los 15 y 16 grados centígrados.
En el proceso de la investigación, el biólogo realizó pruebas con 68 de estos anfibios, los cuales fueron sometidos a un estrés térmico ante altas y bajas temperaturas, y luego a dos días de recuperación. Posteriormente, otra vez se expusieron a mayores temperaturas (altas y bajas), con el fin de determinar la capacidad de aclimatación térmica de la especie
Como resultado de la primera prueba, en las zonas con mayor altitud las ranas lograron una tolerancia de hasta 8,9 grados centígrados, mientras que en las áreas bajas no hubo una mayor tolerancia.
“En los bosques, las ranas tienen un ambiente más fresco y con mayor humedad debido a la sombra que este provee, por lo que no les representa grandes retos para su adaptación o de estrés térmico, mientras que en las zonas abiertas, al no haber cobertura, la temperatura cambia abruptamente a los largo del día, sobrepasando la tolerancia de estos animales, que no suele superar los 36 grados centígrados.
Atentado contra la fauna anfibia
Las afectaciones generadas por la manos del hombre son evidentes. En el piedemonte, y especialmente en el municipio de Villavicencio y sus alrededores, la alta tasa de deforestación, como consecuencia de procesos de urbanización y actividades agropecuarias, es una de las causas principales para la pérdida de la fauna anfibia en la zona.
En el estudio se midió su rendimiento tanto térmico como físico, asociado con la capacidad de saltos, la respiración cardiaca o algún estímulo físico y fisiológico frente al aumento o la disminución de la temperatura, lo que evidencia que esta rana puede lograr un salto más óptimo cuando la temperatura del ambiente se encuentra entre los 26 y 29 grados centígrados.
Aunque esta especie tiene la capacidad de soportar temperaturas de hasta 36 grados centígrados, esto no influye en una mayor capacidad de movilidad, pues aunque resisten más, igualmente su movilización y distribución se ven afectadas, lo que repercute en menos capacidad de reproducción y peligro de desaparición por migraciones o depredadores.
Actualmente, los investigadores adelantan otros estudios asociados con los efectos que esta fragmentación del territorio puede tener sobre otros anfibios como la salamandra.
Sin embargo, el investigador Aponte aclara que se requieren estudios ecológicos e históricos similares para asociar estos posibles efectos a cada una de las especies de la zona, pues dependen de los rasgos comportamentales de cada una de ellas.