Premio A La Innovación Social
Premio Innovación 2021: ¿Quiénes son los finalistas en la categoría entidades sin ánimo de lucro?
Estas oenegés se han encargado de realizar proyectos innovadores con el fin de resolver un problema específico en una comunidad, ya sea desde lo social, económico o ambiental.
Las entidades sin ánimo de lucro tienen una labor crucial en un país como Colombia: son organizaciones que se encargan de llevar a cabo proyectos que benefician a poblaciones vulnerables. Al resolver un problema específico mediante un componente innovador mientras impactan positivamente la calidad de vida de las comunidades.
Dichas organizaciones sociales van desde promover carreras STEM a niñas en departamentos vulnerables, en alianza con la NASA, darle una segunda oportunidad a un producto proveniente de las industrias, un dispositivo para medir la calidad de aire, un barco que lleva el hospital al paciente y una oenegé que se encarga de dar soluciones a personas con discapacidad.
Conozca los casos de los finalistas de la categoría entidades sin ánimo de lucro del Premio Innovación Social 2021:
- Fundación She is
- Corporación Mundial de la Mujer
- Trébola Organización Ecológica
- Fundación Italocolombiana del Monte Tabor
- Fundación Todos Podemos Ayudar
No fue fácil esta selección, ya que se presentaron propuestas de alto impacto. En esta versión del Premio, el 72% de las postulaciones se encontraban en la categoría de Entidad sin Ánimo de Lucro, comparado con la primera versión en la que este porcentaje fue del 63 %. Este es un mensaje esperanzador que refleja la dinámica que está tomando el sector social en la búsqueda de formas novedosas y creativas para encontrar soluciones que beneficien las comunidades y/o el medio ambiente.
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Promover la ciencia en las mujeres
De acuerdo con el informe del año 2021, To be smart, the digital revolution will need to be inclusive de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), solo el 33,3 % de las mujeres en el mundo trabajan como investigadoras en carreras STEM, es decir, ámbitos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
A pesar de la enorme brecha de género en el planeta, dice el informe de la UNESCO, Latinoamérica y el Caribe es una de las pocas regiones donde esta problemática está avanzando lentamente en su erradicación, ya que el 49,8% de investigadores son mujeres. La segunda más alta del mundo, sobrepasado por el Sudeste de Europa (51,2 %) y le seguiría Asia Occidental (48,1 %).
A pesar de los avances en nuestra región, a comparación de otras partes del mundo, el informe de ONU Mujeres titulado Las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas en América Latina y el Caribe del año 2020 concluyó: “no existen políticas nacionales específicas de igualdad de género en CTI (excepto en Chile y Costa Rica) ni estrategias nacionales específicas para atraer a las niñas y a las mujeres al campo profesional de las STEM”.
Fue precisamente este contexto lo que impulsó a Nadia Sánchez y su Fundación She Is a crear el programa “Ella es Astronauta”: una iniciativa que busca incentivar las carreras STEM en niñas de Colombia y otras partes de la región en alta vulnerabilidad.
La Fundación She Is — finalista en la categoría Entidades sin Ánimo de Lucro del Premio Innovación 2021 — empezó la iniciativa en el año 2019, luego de haber firmado una alianza con el Space Center de Houston, Texas, de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) de los Estados Unidos. Centro científico encabezado por su CEO, William T. Harris.
La innovación social de este programa, dice la organización ubicada en Cajicá, es realizar un modelo académico de clases virtuales que les permita a las niñas, entre los 9 y 15 años, acceder a la enseñanza de ciencias en zonas de extrema vulnerabilidad. Lo anterior con el fin de cerrar a futuro esas brechas en las STEM y que tengan las bases para la realización de productos y/o proyectos de impacto en sus comunidades.
Este proceso de enseñanza de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas es realizado tres veces por semana, de forma virtual, por 5 meses. Una vez son cumplidas todas las clases, las jóvenes son preparadas para ir por una semana al Space Center de la NASA en Houston, donde reciben clases y presentan sus proyectos a personal de esta institución.
En su primera visita, a mediados del 2021, 31 niñas de 11 departamentos oriundas de departamentos como Putumayo, La Guajira, Arauca y Chocó asistieron a esta cita con el conocimiento de un total de 110 chicas provenientes de países como Perú, Costa Rica, Ecuador y República Dominicana.
“En ‘Ella es Astronauta’ mezclamos temas STEM con prevención de embarazo adolescente, liderazgo, innovación, emprendimiento y tomamos todo lo del modelo anterior. Desde los 9 años que ya están desarrollando robótica y programación. Ella es un Astronauta debe ser un símbolo, que salgan las niñas con la posibilidad de ir al espacio, ir a la NASA y empezamos a crear un modelo educativo”, explicó Nadia Sánchez, directora de la Fundación She Is, quien ve crucial promover la STEM a esa edad de formación.
Una vez cumplido el curso, y el proceso de enseñanza, las participantes son asesoradas por la misma oenegé en la realización de productos innovadores y de impacto en sus comunidades. Además, tres jóvenes han sido apoyadas para el ingreso de carreras universitarias en Colombia relacionadas con el área del conocimiento STEM, con ya en espera de entregar otras cinco becas en 2022.
Para Nadia Sánchez, directora de la fundación, el objetivo es sentar las bases para las futuras investigadoras del país y otras regiones de Latinoamérica: “los resultados se verán en corto, mediano y largo plazo, ya que cuántas niñas de las que han pasado por nuestros programas podrán decir en 5 o 10 años que fueron parte del programa She Is, que están dirigiendo algún proyecto de investigación, son las nuevas científicas, desarrolladoras de vacunas, entre otros cargos científicos”.
Precisamente, el informe Las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas en América Latina y el Caribe de ONU Mujeres explica que, si bien ha aumentado la paridad de género en la ciencia, esta no es igual en todos los países.
Este reporte de la organización de las Naciones Unidas (ONU) dedicado a promover la igualdad de género, resolvió que naciones como Argentina, Cuba, Guatemala, Panamá, Paraguay, Venezuela y Uruguay han pasado el umbral de tener el 60% de mujeres investigadoras. Mientras que otros cinco países están cerca de cerrar la brecha de género: Costa Rica (42,8%), Ecuador (41,1%), Honduras (41%), El Salvador (39,2%), Bolivia (37,5%) y Colombia (37,3%), siendo Chile, México y Perú los países con menos representación de mujeres investigadoras con menos del 34%.
Esta brecha de género se ve en el porcentaje de mujeres graduadas universitarias en carreras STEM en el país. De acuerdo con el informe de ONU Mujeres, para 2018, solo había de 23,3% de mujeres graduadas en carreras de Tecnologías de Información y Comunicación. En Ingeniería, Manufactura y Construcción, 34,6% y un 42,8% en áreas relacionadas con servicios.
Como consecuencia del fenómeno anterior, la presencia de mujeres investigadoras en Colombia no ha sido la más alta en carreras STEM. El reporte Be smart, the digital revolution will need to be inclusive de la UNESCO explicó que, en nuestro país, solo hay un 25.6% de representación de mujeres en ingeniería, 31.4% en ciencias relacionadas con la agricultura y un 34.3 % en ciencias naturales.
Con esto en mente, Nadia Sánchez y su equipo han seguido impulsando el trabajo de “Ella es Astronauta”. Para el próximo mes de agosto del 2022, 35 niñas colombianas de 22 departamentos harán la visita al Space Center de la NASA, en un total de 125 niñas y jóvenes incluyendo a otros países.
Una mujer que ha vivido la experiencia de las brechas de género y ha participado como tutora del programa ‘Ella es Astronauta’ es Sandra Alba Cauffman, Deputy Director for the Astrophysics Division in the Science Mission Directorate (SMD) de la NASA. Criada a las afueras de San José, está costarricense entiende las difíciles condiciones de las niñas y jóvenes para el tema de las carreras STEM y, de hecho, vio frustrado su primer intento de estudiar ingeniería eléctrica en la universidad de su país.
“No pude estudiar inicialmente ingeniería eléctrica porque ‘no era de mujeres’ y decían que la Ingeniería Industrial ‘era la de mujeres’. Estudié industrial por 3 años y medio y no me gustaba, no me iba mal, pero no me gustaba. Me fui para los Estados Unidos y con mucho esfuerzo, trabajando y estudiando me gradué, tomé 7 años para terminar la universidad.”, comentó Cauffman.
Con esfuerzo y dedicación, Sandra logró un puesto en la NASA y hoy en día es la encargada de manejar el presupuesto de astrofísica, el cual asciende a casi 2 billones de dólares. Esta ingeniera está a cargo de todos los telescopios de la NASA en el espacio, como James Webb, Hubble y otros pequeños telescopios, que toman datos de nuevos planetas, astrofísica, astronomía y de zonas desconocidas del espacio.
Sandra se identifica con aquellas niñas del programa “Ella es Astronauta”, que buscan acceder en un futuro a programas STEM o ser astronautas. “La fundación trata de motivarlas a salir adelante y la misión, como está escrita, es crear este espacio seguro para que las niñas sanen, porque muchas de estas niñas vienen de hogares que no son buenos (...) el plantar ese montón de semillas y decirles ‘tú puedes tener este valor y tú puedes hacer esto’. Enseñarlas a quererse a ellas mismas y a que ellas mismas pueden empoderarse, no buscando quién las empodere, sino que el poder está dentro de ellas”, resaltó.
Por último, Sandra Alba Cauffman, Deputy Director for the Astrophysics Division, resaltó que el cambio de mentalidad es clave para el futuro de estas niñas y darles las herramientas para que crean que hay un mejor futuro para ellas, en especial, aquellas que viven en zonas de vulnerabilidad en Colombia y la región.
Dar una segunda oportunidad a un producto
Según datos de la Secretaría de Ambiente (SDA) de Bogotá, diariamente llegaban al Relleno Sanitario ‘Doña Juana’ un promedio de 6.500 toneladas de residuos generados en toda la capital para el año 2021. De acuerdo con la entidad ambiental, estos residuos terminan enterrados, generando contaminación e impactos ambientales negativos y, de los cuales, el 80% se podrían aprovechar.
Si se amplía el panorama a la actualidad y fuera de ‘Doña Juana’, dice la SDA, la cifra llegaría a las 7.500 toneladas de residuos generados cada día en Bogotá en 2022. De esta cifra, solo el 16%, 1.200 toneladas, son aprovechadas por el oficio de más de 22 mil recicladores. De estas enormes cantidades de basura de los casi 10 millones de personas que viven en la capital, el 4.54 % son textiles, es decir, se generan al día 340,5 toneladas de ropa, ya sea industrial o común.
¿Qué se puede hacer con tanta basura? Para María Isabel Pérez Piñeros, directora ejecutiva de la Corporación Mundial de la Mujer Colombia (CMMC), la solución consiste en procesos de innovación social: darle una segunda oportunidad a aquellos productos que parecen que están al final de su vida útil y que su destino es generalmente ‘Doña Juana’.
Esta organización — finalista del Premio Innovación Social 2021 en la categoría Entidades sin Ánimo de Lucro — empezó actividades en 1989, enfocada inicialmente al microcrédito, reformada en 2008 como propietaria de un banco. Fue ahí cuando Pérez Piñeros decidió buscar la forma de formalizar a personas de escasos recursos en la capital, en especial en zonas de vulnerabilidad como las localidades de Ciudad Bolívar y Usme.
“Lo que necesitan estas comunidades que acceden a los microcréditos para negocios es acompañamiento. Es fácil decir ‘vaya y ponga un negocio’, pero son necesarios todos los elementos para ser un empresario exitoso. Tiene que saber de administración, tiene que saber de mercado, tiene que saber de producto, saber qué va a vender, entre otros.”, explicó la directora.
Fue, por eso, que esta corporación inició el proceso de enseñanza a comunidades en contextos en situación de vulnerabilidad. Luisa Llano, directora de acceso a mercados de la ONG, explica que la CMMC “hace un acompañamiento para transferencia de conocimiento integral, realizando capacitaciones a mujeres cabeza de hogar, dándoles la oportunidad de comenzar su propio negocio”.
“No es solamente ‘venga le enseño a manejar la máquina de coser’, sino ver qué producto funciona en el mercado. Son acompañamientos integrales que les permite hacer un proceso para tener sustento digno y sostener a sus familias.”, comentó María Isabel.
Con esto en consideración, en 2009 esta fundación sin ánimo de lucro empezó un proceso para incentivar la economía circular, es decir, la transformación de materiales ya creados en otros. Su target principal eran las industrias de Bogotá y sus alrededores.
Tomando elementos como banners de publicidad — que pueden durar 100 años en descomponerse — vallas publicitarias y polisombras verdes, empezaron a idear un proceso de rediseño para estos materiales de manera interna, proponiendo estos nuevos productos a las mismas empresas que dieron los residuos; siendo algunos de los aliados la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB), Latam, Alpina, Bavaria y la Policía Nacional. A la fecha, se han producido más de 2.300 productos como cartucheras, cuadernos, bolsas de mercado, maletines y morrales, entre otros, vendidos por la misma CMMC o por empresas aliadas.
“Con estos materiales, no solo buscábamos sostenibilidad ambiental, sino generar un proceso productivo y generar elementos innovadores que se pudieran comercializar de manera sencilla. Transformamos prácticamente todo. Buscamos darle una segunda vida útil a productos que serían desperdiciados.”, explicó María Isabel.
Uno de sus más recientes proyectos fue con la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB) en el 2021, llamado ‘hilando sonrisas’. ETB es una de las empresas más grandes de comunicaciones de la capital, con más de 2.100 empleados, requiriendo gran cantidad de uniformes para sus trabajadores. Sin embargo, muchos de estos terminaban siendo incinerados luego de un año de su uso.
Fue ahí cuando entró en vigencia la alianza entre la Corporación Mundial de la Mujer y esta empresa de comunicaciones. ETB entregó a la CMMC 509 overoles y 109 batas de instalación, para convertirlos en mochilas y cartucheras. Con esto, María Isabel, su equipo de trabajo y 33 emprendedores de zonas vulnerables empezaron el proceso de transformación de estas telas.
Emilse Betancur es una de las mujeres beneficiarias de las acciones de la corporación. Ella fue una de las capacitadas para realizar el proceso de desnaturalización, es decir, convertir uno de los overoles lavados y esterilizados de ETB en materiales para otros productos. “A mí me llegaron esterilizados, luego me encargo de generar los materiales para la señora Betty López. Apenas estoy empezando, poco a poco he aprendido sobre eso. La corporación nos ha dado una mayor calidad de vida, sirve para aportar”, explicó la madre cabeza de hogar de 41 años.
Precisamente, Betty López, otra de las beneficiarias, se encargó del proceso de costura de las mochilas y cartucheras. Junto con otras emprendedoras, López entró a un proceso de formación y apoyo, en especial en un curso en CAFAM Floresta llamado ‘Confeccionando la sostenibilidad’ con profesores virtuales en 2019. A través de la economía circular, Betty confeccionó e hizo el proceso de muestras para los productos de ETB.
“A mí me entregan lavado y limpio el material, totalmente desnaturalizado. Yo tengo una persona de la corporación que da la guía con los moldes para hacer el producto requerido. Sobre los pedacitos que llevan los delanteros, se confeccionan y se ponen en el molde, es decir, la forma básica que puede ser un morral, y luego va a la máquina para confeccionarse. Se ponen cremalleras y el resto del morral.”, explicó Betty López, quien resaltó que estos procesos le han ayudado a su familia y comunidad en la localidad de Usme.
De esta primera fase de la alianza, se hicieron 620 morrales y 720 cartucheras, entregadas en colegios de Ciudad Bolívar y Usme. En estos momentos, la Corporación Mundial de la Mujer y la Empresa de Comunicaciones de Bogotá (ETB) se encuentran avanzando en realizar la fase dos de ‘hilando sonrisas’, buscando impactar a una mayor cantidad de personas.
Monitorear la calidad del aire de manera sencilla
El pasado 23 de mayo del año 2022, en el Palacio de Naciones en Ginebra, Suiza, se celebró la edición 75 de la Asamblea Mundial de la Salud. Allí, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), explicó: “Hemos publicado nuevas directrices sobre la contaminación del aire, en las que se establecen límites para la calidad del aire partiendo de la creciente evidencia de los daños que la contaminación de éste —en concentraciones aún más bajas de lo que se creía anteriormente— provoca en la salud”.
Sus declaraciones tienen un fundamento clave: la mala calidad del aire provoca la muerte de 7 millones de personas y diversas afectaciones en la salud de millones al año en todo el mundo, de acuerdo con la misma OMS. Enfermedades pulmonares, infecciones respiratorias, agravamiento del asma, cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares son algunas de las enfermedades que se pueden atribuir a exposición constante de mala calidad en el aire.
De acuerdo con este ente internacional, para mayo del 2022, el 99% de la población mundial respira un aire que supera los límites de calidad recomendados por esta organización en, al menos, 6.000 ciudades del mundo en 117 países. La cifra anterior es especialmente prominente en naciones de ingresos bajos y medianos, es decir, aquellos pertenecientes a Sudamérica, incluido Colombia.
El mayor riesgo, no solo de nuestro país sino del mundo, es el llamado material particulado o partículas en suspensión (PM2.5), la cual se origina de la quema de combustibles fósiles. Las PM2.5 son características, dice la Organización Panamericana de la Salud (OPS), por ser finas e ir directamente a los pulmones, pasar a la sangre y ser cancerígenas.
Fue este problema vigente el que impulsó a la Fundación Trébola Organización Ecológica — finalista en la categoría entidades sin ánimo de lucro del Premio Innovación Social 2021 — a crear su programa de Sensores Solidarios: una iniciativa que busca dar a las poblaciones sensores para medir la calidad de aire y cuánto de PM2.5 hay a su alrededor, con el fin exigir el derecho a una mejor calidad de vida.
El trabajo de esta oenegé empezó en 2020, en plena pandemia de la covid-19. Con el mundo entero en confinamiento, temas como calidad de aire y ventilación entraron en la agenda pública. Fue ahí cuando Alba Cecilia Sandoval, directora de Trébola Organización Ecológica y Daniel Bernal, ingeniero eléctrico de Trébola, usaron sus conocimientos previos en medición de aire para crear un sensor pequeño de bajo costo y simple de usar para que comunidades pudieran identificar si había tal problema ambiental, creando el programa de Sensores Solidarios.
“¿Qué es lo que nosotros buscamos? Incidencia política o gobernanza de la calidad del aire, significa esto que la única manera que uno tiene forma de exigirle a una entidad ambiental es con datos, yo no puedo decir ‘Creo que la calidad del aire está mal’ si no tengo cómo comprobarlo. Los datos que arrojan los sensores permiten tener una evidencia para poder exigir a las entidades para que haya un cambio respecto a lo que esté generando la contaminación.”, resaltó Alba Cecilia Sandoval, directora de Trébola Organización Ecológica.
A palabras de Daniel Bernal, el método innovador de esta organización es darles a las personas la oportunidad de detectar ese material particulado dañino al cuerpo que se encuentra presente en todos lados mediante sensores a bajo costo, algo que solo las costosas estaciones de monitoreo generalmente pueden hacer.
Precisamente, los sensores de esta ONG se encargan de medir, al igual que una estación más grande, el PM2.5 en el aire. Esta medición va de: Favorable (0-50), moderada (50.1 - 100), regular (100.1 a 150), mala (150.1 a 200) y peligrosa (200.1 a 500). A mayor sea el número de material particulado en el aire, más riesgo hay para la salud y que estas partículas finas entren en la sangre.
“El PM2.5 es una especie de micropolvo, es invisible y eso es lo que más contamina. Eso es lo que más daño le hace al sistema respiratorio y cardiovascular. El polvo que uno respira en la casa se queda en las fosas nasales en la nariz, porque son grandes, las vellosidades lo detienen, pero el otro llega y pasa a los pulmones y puede llegar hasta la sangre.”, comentó Daniel Bernal, recordando las advertencias de la OMS.
Uno de los principales clientes y aliados de Trébola Organización Ecológica es la Fundación Jaime Duque con su Ecoparque Sabana. Ubicado al lado del Parque Jaime Duque, en el municipio de Tocancipá, Cundinamarca, esta reserva natural declarada en 2017 busca ser una conexión para la Cuenca Hidrográfica del Río Bogotá y el Parque Nacional Natural Chingaza; ambos ecosistemas claves para la vida de todos los habitantes de Bogotá y Cundinamarca.
Con un tamaño de 70 hectáreas, uno de los objetivos de este proyecto es monitorear cómo la constitución de una reserva natural y un humedal beneficia a los habitantes de Tocancipá, un municipio principalmente industrial con empresas embotelladoras, curtiembres y agricultura, generadoras del PM2.5.
Fue con ese motivo que empezó el acercamiento entre el Ecoparque Sabana y Trébola Organización Ecológica, con el fin de medir de manera más clara la calidad del aire. “El programa de los sensores en la reserva empezó en el año 2021. El objetivo de la alianza es medir la calidad del aire en nuestra región con el fin de dar a conocer al público y los empleados esa importante información”; explicó Darwin Ortega, director del Ecoparque Sabana.
De acuerdo con este ingeniero ambiental, la relación entre este finalista del Premio Innovación Social de Allianz ha permitido realizar tres jornadas de educación ambiental, durante 2022, en Tocancipá y en municipios cercanos, enseñando la importancia de tener una calidad aire óptima para todos y cómo depende nuestro aporte para lograr este objetivo.
“La calidad del aire se ve afectada automáticamente cuando se ve afectado el bienestar de los ecosistemas, en especial aquellos que tenemos en la región de la Sabana (...) la pérdida de ecosistemas estratégicos vitales para la región está propiciando también es aumento de gases en la atmósfera”, resaltó Ortega sobre la importancia de hacer estos monitoreos en reserva y protegerlas.
Por último, remarcó la importancia del trabajo de Trébola Organización Ecológica al dar una herramienta que suele ser altamente costosa y crucial a los ciudadanos, en especial para que puedan tomar acciones en pro de tener una mejor calidad de aire. Es una iniciativa de “ciencia y veeduría ciudadana” orientada a democratizar la medición de la calidad del aire que respiran los ciudadanos y que afecta a sus comunidades.
Llevar servicios de salud a lo profundo de Colombia
Según la encuesta Buenaventura cómo vamos, de noviembre del año 2021, de los más de 1.000 encuestados, 73,7% de las personas se sentían muy insatisfechas con su servicio de salud. Según este informe, la salud es uno de los temas de mayor preocupación para esta ciudad en el departamento de Valle del Cauca, junto con el Empleo y Seguridad Ciudadana.
Una percepción justificada: el Hospital Departamental de Buenaventura, el más importante de la ciudad, ha cerrado en múltiples ocasiones por falta de financiación. Y, aún en funcionamiento, no es capaz de atender a la población en ciertas áreas fundamentales.
Esta visión de los sistemas en Buenaventura representa una situación en el Litoral Pacífico colombiano: la falta de servicios de salud estables. Es por eso que la Fundación Italocolombiana del Monte Tabor — finalista en la categoría entidades sin ánimo de lucro del Premio Innovación Social 2021 —desarrolló el Barco Hospital San Raffaele: un navío que va río adentro para atender a población sin servicios de salud.
El Barco Hospital San Raffaele fue establecido en 2008 como una Institución Prestadora de Servicios de Salud (IPS) articulada al sistema de salud de los entes territoriales. En 2009 realizó su primera misión, río adentro, gracias al apoyo del exfutbolista Iván Ramiro Córdoba. En su primera misión participó la ONG AISPO (Asociación Italiana para la Solidaridad entre los Pueblos), atendiendo a 5.000 personas en cuatro viajes en las profundidades del litoral pacífico.
Actualmente, el navío realiza 13 misiones médicas y visita 10 municipios del Litoral Pacífico en los departamentos Chocó, Cauca, Valle y Nariño, siendo 19 localidades directamente visitadas a través de recorridos de 12 días al mes durante los 12 meses. En estos 12 años de trabajo, se han atendido en el barco a más de 124.800 personas en toda la región pacífica.
Para Diego Posso, presidente del barco y creador de la Fundación Italocolombiana del Monte Tabor, uno de los grandes retos del barco es el contexto de la región, sobre todo por la inseguridad. “Solo nos permiten ingresar porque las mismas comunidades son las que hablan con los actores, con los grupos, para que el barco hospital llegue. Nosotros vamos a atender a la población indiferente de quiénes sean”, explicó el especialista.
Para este médico, la principal innovación social de este barco es lo sencillo de la idea: llevar el hospital a las comunidades donde no se tiene la infraestructura de un puesto médico o persona, lejos de las grandes ciudades, en vez de que la persona tenga que hacer esos complejos traslados. San Raffaele ofrece atención primaria en salud como ginecología, medicina interna, pediatría, laboratorio clínico de nivel I y II, planificación familiar, oftalmología, quirófano y atención de embarazadas.
Este hospital de segundo nivel es operado por un equipo de 9 tripulantes y puede albergar hasta 31 médicos. Ana Lucía López, jefe de la misión, explicó que no solo hacen trabajo de asistencia médica, ya que el barco busca dotar de implementos médicos a centros de salud abandonados o en desuso, junto con la formación de personal médico. Además, realizar un seguimiento continuo a los pacientes durante el año, ya sea con una visita del navío o teleconsulta.
“Aparte de nuestra intervención clínica, hacemos un poco de incidencia en las comunidades para construir redes de apoyo y solidaridad que permita, de alguna manera, que las comunidades sean resilientes a los procesos. Formamos personal médico, actualizamos y dotamos a los puestos de salud y promotores de salud”, resaltó Ana Lucía López, jefe de la misión.
Uno de los representantes de las comunidades beneficiadas es Jesús Arbey Díaz Caicedo, presidente del Consejo Comunitario de la Cuenca del Río Yurumanguí, Valle del Cauca, cerca de Buenaventura. Según el representante, las misiones del barco hospital beneficiaron a más de 5.000 habitantes de esta comunidad. Yurumanguí cuenta con 13 veredas, en 54.000 hectáreas, con una población de más de 5.200 habitantes. La primera misión del Barco Hospital San Raffaele se realizó en 2011.
“Las comunidades siempre lo solicitan, es una ONG que ha dado sus servicios sin esperar algo a cambio. No solo en Yurumanguí, hemos estado en diversas veredas y hemos hablado con Raposo para intervenir. Hemos estado en las 17 comunidades en la Cuenca del Río Cajambre.”, resaltó Jesús Arbey Díaz Caicedo.
De acuerdo con este líder comunitario, hay muchas zonas donde el Estado no llega, mientras que el barco siempre ha estado presente. En sus 20 misiones a la fecha, el barco ha entrado río adentro, sobre todo para procedimientos de cesáreas y nacimientos. “Uno de los anhelos para Yurumanguí es poner un puesto de salud. Tenemos gente que requiere cirugías, atención para adultos mayores y otros”, concluyó Jesús Arbey Díaz Caicedo, presidente del Consejo Comunitario de la Cuenca del Río Yurumanguí.
Ayudar a todos con sus discapacidades
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), para agosto de 2020, había en total 1.319.049 personas con discapacidad identificadas y localizadas en el registro oficial del Ministerio de Salud y Protección Social. Esta cifra equivale al 2,6% de la población total nacional de los cerca de los 49 millones de colombianos.
Muchas de estas personas con discapacidad se ven enfrentadas a enormes retos: falta de infraestructura adecuada, no acceso al trabajo por su condición, adaptaciones específicas que necesitan a un alto precio y que no son de fácil obtención en Colombia, entre otros. Es por eso que la Fundación Todos Podemos — finalistas en la categoría entidades sin ánimo de lucro del Premio Innovación Social 2021 — busca romper estigmas al crear accesibilidades de bajo costo para las personas con discapacidad.
Felipe Betancur creó esta organización en 2009. Inicialmente, esta tenía un enfoque más asistencialista y tecnológico, sin embargo, al poco tiempo se dieron cuenta de que la vida cotidiana de las personas sobrepasa la del uso de un aparato electrónico o una ayuda inmediata.
“En 2018, viajamos a los pueblos enseñando a hacer estas ayudas. Le enseñamos a una persona a mover la cabeza con el mouse, a través de una webcam. Se acabó la actividad, llegó el refrigerio, y la persona no podía comer, ahí nos dimos cuenta de que es muy interesante la tecnología, pero la persona tiene una vida cotidiana con unas necesidades.”, explicó Felipe.
Esto llevó a que este ingeniero y su padre, Óscar Betancur, se dieran cuenta de las enormes brechas que había, que era necesario escuchar los problemas y necesidades especificados en cada persona. “El eslogan del proyecto es ‘soluciones reales a problemas reales’ ¿Cómo se hace eso? Escuchar a las personas, a la mamá de este joven que necesita mover el mouse con su cabeza, es muy chévere la tecnología, pero es necesario hacer más.”, dijo Óscar.
Con este nuevo enfoque, empezaron a llegar casos puntuales y específicos a esta ONG. Con cada problema resuelto, poco a poco, fue aumentando la base de datos de inventos, llegando a la cifra de 1.600 invenciones para impresión en 3D que, a través de la plataforma de la Fundación, están al alcance de cualquier persona que las necesite. “La base de los inventos es: cómo puedo lograr esa solución, que funcione, que sirva, al menor costo económico, con materiales más fáciles de conseguir y de forma sencilla.”, comentó Felipe.
A través de su canal de YouTube, con 295.000 suscriptores y 61,040,865 visualizaciones, esta ONG enseñó a miles de personas a hacer implementos de manera sencilla y rápida como modo de pasar ese obstáculo con su discapacidad. Este experto en mecánica resaltó que estos productos suelen ser muy costosos y de muy difícil acceso.
A palabra de Óscar Betancur, miembro fundador de la ONG, este sería el método innovador: “Escuchar a las personas con discapacidad, ver la problemática que les aqueja y atender a esta de forma efectiva a través de la solución más económica posible, de forma que muchos puedan acceder a eso.”
“Mi primer invento fue en 2018. Era un mouse con el pie, y ha sido usado por personas de todo el mundo. Del Instituto de Deportes y Recreación de Medellín (INDER) me llamaron para ayudar a promover el goalball, un deporte para ciegos, de ahí ayudé a crear un balón similar que se usa en la ciudad de Medellín y Envigado. Eso ayudó a personas ciegas que no hacían mucho, sirvió para unirlos.”, explicó Felipe.
Uno de los clientes y aliados de la Fundación Todos Podemos Ayudar es la Universidad de los Andes. Alicia Porras, profesora del departamento de química y alimentos de la Universidad de los Andes, ha sido la encargada de esta alianza desde 2019.
Desde hace 15 años, este importante centro académico ha realizado trabajos para reutilizar los residuos agroindustriales, algo muy prominente en un país agrícola como Colombia. Su objetivo es utilizar la cascarilla de arroz, la cascarilla de café, cacao, plátano y caña de azúcar como material plástico para impresora 3D. La colaboración entre Podemos Ayudar y Uniandes ha contado con el apoyo del gobierno de Suiza, en especial, para la investigación para máquinas 3D usando los residuos de estos materiales.
“La fundación Todos Podemos Ayudar nos dio la perspectiva de cuáles son esas necesidades de las personas con discapacidad. Fue una conexión muy linda, porque hay todo un tema de responsabilidad ambiental. Con Felipe Betancur pudimos hacer un clic muy chévere porque utilizamos estos materiales en innovación social para que lleguen a personas que necesitan estás ayudas y que las reintegremos a la sociedad.”, explicó Alicia Porras.
Esta alianza ha permitido, desde la Universidad de los Andes, realizar proyectos de impacto ambiental y social, siendo crucial el papel de Felipe Betancur y su familia. “Junto con la Fundación Todos Podemos Ayudar estamos empleando esos residuos industriales. Continuar con la investigación, sobre todo con la cascarilla de arroz. ¿Cómo podemos poner estos materiales en función de algo? Ellos nos dan esa perspectiva de que pueden ser reutilizados y en contacto con la necesidad real.”, resaltó.
El apoyo del Gobierno de Suiza permitió establecer la página web de la Fundación Todos Podemos ayudar para que, cualquier persona y de manera gratuita, pueda descargar alguno de los más de 1.600 diseños para impresora 3D que sirven de adaptaciones con problemas de movilidad. En caso de no tener este dispositivo, hay tutoriales para hacer estas soluciones low cost.
Por su parte, la Universidad de los Andes es la encargada de dar el material para estas impresoras y hacer pruebas con los prototipos de Felipe y su familia. “Hemos hecho varios prototipos a nivel laboratorio: hicimos una manilla que sirve para poner el celular, un cepillo de dientes, una manilla versátil. Los 1.000 dispositivos podrían ser usados con nuestro material.”; concluyó Alicia Porras, profesora del departamento de química y alimentos de la Universidad.