CONTROVERSIA

Amazonia, amenazada por inversiones de miles de millones de dólares en petróleo

Cinco bancos y fondos de inversión internacionales han invertido cerca de 6.000 millones de dólares en proyectos de extracción de petróleo en los últimos tres años en 30 millones de hectáreas entre Colombia, Ecuador y Perú.

Maurício Angelo / Mongabay Latam
5 de julio de 2020
A la deforestación y la minería ilegal se le debe sumar ahora la extracción petrolera como las principales amenazas de la Amazonia. Foto: Rhett Butler/Mongabay Latam.

Un estudio publicado recientemente por la ONG Amazon Watch revela que cinco de las principales instituciones financieras del mundo han invertido casi 6.000 millones de dólares en proyectos de extracción de petróleo en la Amazonia occidental en los últimos tres años, de 2017 a 2019.

A la vanguardia de la iniciativa se encuentran algunos de los bancos y fondos de inversión más poderosos del planeta. Citigroup, JPMorgan Chase, Goldman Sachs, HSBC y BlackRock han financiado empresas involucradas en la explotación de combustibles fósiles, como GeoPark, Amerisur, Frontera y Andes Petroleum.

Inversiones (en miles de millones de dólares) por parte de instituciones financieras en explotación petrolera en la Amazonía. Fuente: Amazon Watch.

Los proyectos se extienden por más de 30 millones de hectáreas en la Amazonia occidental, que comprenden el 25 por ciento de los bosques distribuidos entre Colombia, Ecuador y Perú.

El área se conoce como las Cuencas Sagradas de la Amazonia: es ahí donde nace el río Amazonas, el volumen de agua más grande del planeta. En la región, considerada la más biodiversa de la Amazonía y del mundo, viven alrededor de 500.000 indígenas, muchos proyectos petroleros se encuentran al interior de los territorios de diferentes pueblos.

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Las reservas estimadas son de 5.000 millones de barriles. Impedir que estos proyectos avancen significaría evitar la emisión de 6.000 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono, algo fundamental para lograr el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C. Para lograr este objetivo, de acuerdo con la última encuesta de la ONU, el ritmo de las emisiones de gases de efecto invernadero debe ser cinco veces menor que los niveles actuales.

Esta es la receta para la destrucción a gran escala que contribuye decisivamente a la crisis climática global. Para Moira Birss, directora de Clima y Finanzas de Amazon Watch, solo la presión de la sociedad civil puede evitar que estas corporaciones sigan explotando los recursos naturales sin garantizar la conservación ambiental y los derechos de los pueblos indígenas.

El problema es urgente, «especialmente en un momento en que los gobiernos de la Amazonia y los Estados Unidos —donde se encuentran estos bancos y fondos— están eliminando la protección del medio ambiente y de los pueblos indígenas», dice Moira.


Las áreas de explotación petrolera se superponen con los territorios indígenas en la región donde nacen los ríos que forman la Cuenca del Amazonas. Fuente: Amazon Watch.

Las grandes inversiones ejercen presión sobre el medio ambiente

A finales de 2019, Donald Trump confirmó a las Naciones Unidas la retirada de los Estados Unidos del Acuerdo de París. Aunque muchos de estos financiadores han expresado públicamente compromisos con la responsabilidad corporativa socioambiental y con las iniciativas climáticas como el Acuerdo de París, continúan financiando la destrucción de la Amazonía y la violación de los derechos territoriales indígenas, recuerda el informe de Amazon Watch.

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Enfrentar el poder económico y político de estas instituciones financieras no es una tarea simple. BlackRock, por ejemplo, se considera el fondo global más grande, con más de US$ 7,4 billones bajo su administración —es el mayor inversor del mundo en productos básicos como el petróleo, el gas y el carbón. JPMorgan Chase ha invertido, desde 2016, más de US$ 196 mil millones en compañías que explotan combustibles fósiles.



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Por ello, Amazon Watch, junto con otras instituciones, lanzó la campaña Stop The Money Pipeline. La idea es buscar el compromiso de la sociedad civil para presionar a estos bancos para que dejen de invertir en estos proyectos.

Otra iniciativa es la solicitud de que, durante la pandemia de covid-19, sea implantada una moratoria en la Amazonia para suspender todos los proyectos de prospección de minerales, petróleo, madera y agronegocios, así como el proselitismo religioso que rodea a los pueblos indígenas.

El río Javari, en la frontera entre Brasil y Perú, es un importante afluente del río Solimões, la arteria central de la Cuenca del Amazonas. Foto: Rhett A. Butler / Mongabay.

La región ya ha sufrido graves consecuencias de la contaminación ambiental a gran escala causada por la explotación petrolera. Entre 1964 y 1990, Texaco — comprada por Chevron en 2001 — vertió ilegalmente más de 59.000 millones de litros de desechos tóxicos y 63 millones de litros de petróleo crudo en la Amazonia ecuatoriana, afectando directamente a los territorios indígenas.

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Más de 480.000 hectáreas de bosque han sido contaminadas y había al menos 30.000 personas afectadas en ese momento. Los desechos llegaron a Brasil y Perú. Otra compañía, Occidental Petroleum (OXY), que operaba en Perú entre 1975 y 2000, echó miles de millones de litros de desechos tóxicos a los bosques y ríos de la región.

«Las compañías petroleras que operan en la Amazonia suelen usar tácticas de dividir y conquistar para avanzar en sus planes de perforación, lo que lleva a una mayor desigualdad en la región», dice Moira Birss.



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La salud de las comunidades indígenas también se ve gravemente afectada. Un estudio epidemiológico en Ecuador encontró que, para las personas que viven en áreas productoras de petróleo, el riesgo de diversos tipos de cáncer era decenas de veces mayor que el promedio de la población. Se encuentran elementos altamente tóxicos en aguas cercanas a las operaciones petroleras en la Amazonía, como cadmio, mercurio, plomo, cloruro de potasio, níquel, cobre y otros.

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En la cuenca del río Corrientes, en el noreste de Perú, un estudio realizado por el Ministerio de Salud constató que el 90 por ciento de los hombres, mujeres y niños indígenas del pueblo Achuar tenían niveles de metales pesados en el torrente sanguíneo muy por encima de lo que se consideraba seguro.

«Necesitamos actuar rápidamente, porque todos sabemos que la Amazonia se está acercando rápidamente al punto de inflexión, con más incendios y sequías cada año. Los bosques y las poblaciones tradicionales, especialmente los pueblos indígenas, están en grave peligro ”, recuerda Moira Birss.

Laura Mendo, de una comunidad del pueblo Cofán en Ecuador, recuerda un bosque saludable. Ahora, los ríos están contaminados, los cultivos agrícolas no tienen éxito y los casos de cáncer han aumentado. Foto: Caroline Bennett / Rainforest Action Network.

La pandemia aumenta el riesgo de dependencia del petróleo

La pandemia del nuevo coronavirus ha afectado directamente al sector petrolero. El barril de petróleo crudo llegó a costo cero a finales de abril, con una oferta muy superior a la demanda. A medio plazo, esto podría frenar los proyectos planificados para la Amazonia y evitar que las instituciones financieras sigan invirtiendo miles de millones de dólares en la región. Pero la directora de Amazon Watch es escéptica.

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Para Moira, la pandemia aclara aún más la necesidad de que los gobiernos y las compañías respeten los derechos indígenas, ya que la covid-19 muestra un efecto devastador en sus territorios, especialmente en los de pueblos aislados. “La pandemia ha exacerbado la crisis que ya enfrentan las industrias de petróleo y gas, tanto por el cambio climático como por la mala gestión y el endeudamiento excesivo. Además, subraya cuánto se olvida a las comunidades locales en las promesas de ‘desarrollo’ hechas por las compañías”, critica.

Investigadores monitorean el nivel de contaminación del agua en el bosque peruano. Foto: Democracia digital / CC BY-NC-SA.

En el caso de Ecuador, la crisis reveló la vulnerabilidad de la economía del país y la dependencia de los commodities orientados a la exportación, especialmente el petróleo. “Desde la década de 1960 e incluso cuando el barril se cotizó en US$ 120, el petróleo no ha sido la panacea económica que el gobierno continúa vendiendo. En cambio, atrapó al país en un ciclo de deuda y dependencia ”, evalua Moira.

Ahora ha quedado claro para todos que el petróleo y el gas no solo son perjudiciales para el clima y para los pueblos indígenas, sino también para los bolsillos de los inversores, cree la directora de Amazon Watch, «este es el momento de invertir en la resiliencia climática, alternativas lideradas por indígenas y energías renovables”.

Se han descrito cientos de especies de anfibios en la Amazonía. Pero el estudio de la enorme biodiversidad del bosque tropical más grande del planeta acaba de comenzar. Foto: Rhett. A. Butler / Mongabay.

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