DEFORESTACIÓN
Los cuellos de botella de los 180 millones de árboles que siembra el Gobierno
Expertos advierten que la sembratón no arrojará una restauración efectiva si no se tienen en cuenta aspectos como sembrar en grandes áreas que sean custodiadas por comunidad y empresa privada. Urge consolidar una gobernanza forestal en los territorios.
En los últimos 30 años, Colombia ha perdido más de 6,7 millones hectáreas de bosque, un imponente mordisco de verde similar al tamaño de todo el departamento de Antioquia. Esto indica una hecatombe ecosistémica y biodiversa que va mucho más allá de la desaparición de la cobertura vegetal.
Una sola hectárea de bosque natural puede albergar hasta 600 especies diferentes de árboles y cada árbol tiene como mínimo 50 relaciones ecológicas con insectos, aves, mamíferos, microorganismos, suelo y agua, todas rotas por la nefasta deforestación.
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Para poner en cintura a la deforestación, el Gobierno del presidente Iván Duque enfocó su accionar en Artemisa: una estrategia que por medio de operativos de control busca capturar a los deforestadores. Sin embargo, a la fecha no ha podido dar con ninguna de las principales cabecillas y sólo han caído campesinos contratados por las grandes mafias come bosque.
Más de 75.000 hectáreas de bosque fueron deforestadas en la Amazonia colombiana en los primeros seis meses de este año. Foto: Jhon Barros.
Otra iniciativa del Gobierno es sembrar 180 millones de árboles nativos, una hazaña anunciada por Duque a comienzos de este año en Davos (Suiza), en el lanzamiento de la plataforma Campeones por un billón de árboles. El mandatario dijo que este año serían sembrados más de 80 millones de árboles.
En el segundo encuentro del Foro Nacional Ambiental, llamado Bosques para la vida, varios expertos debatieron sobre los cuellos de botella e inconvenientes que presenta esta hazaña boscosa y le plantearon al Gobierno varias acciones para que la medida sea efectiva e influya en la restauración de las zonas afectadas por la deforestación.
Manuel Rodríguez Becerra, ex ministro de Ambiente, docente de la Universidad de los Andes y presidente del Foro Nacional Ambiental, reveló que los 180 millones de árboles anunciados por Duque son tan sólo la mitad de lo establecido en el Plan de Desarrollo del Gobierno 2018-2022.
Pastizales para ganado y carreteras en medio de la selva, abundan por la Amazonia colombiana. Foto: Jhon Barros.
“En realidad son 371 millones de árboles, pero esa contabilidad es un indicador simplista. Los inventarios se han hecho basados en números de árboles maderables, una visión que puede ser perversa. El simple número es una mirada recortada porque un bosque incluye toda las formas de vida que hay en un espacio, como la vegetación, fauna y suelo, es decir ecosistemas y servicios ecosistémicos”.
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Rodríguez informó que el Ministerio de Ambiente ya trabaja en un plan nacional forestal 2020-2030, instrumento que deberá contar con estrategias como un programa contra la deforestación, restauración, plantaciones comerciales, sistemas silvopastoriles, arborización de ciudades y conservación, manejo y aprovechamiento sostenible de los bosques.
“Por primera vez en la historia, el Sistema Nacional Ambiental cuenta con recursos adicionales como el impuesto al carbono, 5 por ciento de regalías (que representa cerca de un billón de pesos al año) y la cooperación internacional de Alemania, Gran Bretaña y Noruega, dinero que podría ser destinado en la puesta en marcha del plan nacional forestal”, dijo el ex ministro de Ambiente.
Más allá de la siembra
Clara Solano, directora de la Fundación Natura, aseguró que la restauración ecológica es un proceso que asiste o ayuda al restablecimiento de un ecosistema que se ha degradado, dañado o destruido, algo que no sólo incluye a los bosques.
“La restauración abarca muchos ecosistemas más, como sabanas naturales, humedales y sistemas litorales y oceánicos. Es un concepto amplio que debe ser incluyente, incorporar la dimensión social y ética y definir la intervención de acuerdo con la degradación o profundidad del daño. Es tan importante este tema que el mundo se planteó la meta de restaurar 350 millones de hectáreas de tierras degradadas a 2030”.
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En cuanto a los 180 millones de árboles anunciados por el presidente Duque, Solano considera que el país no está preparado para asumir las metas que están en el Plan de Desarrollo.
“El primer cuello de botella es la selección de los sitios donde se van a realizar estas siembras, terrenos que deben contar con una gobernanza de la restauración, es decir con la participación de las comunidades y propietarios de la tierra. Hay que involucrar grandes áreas de terreno bajo un enfoque de restauración a escala de paisaje, que nos da un equilibrio y hace más costo efectivo la restauración en términos financieros”
El Gobierno tiene la meta de sembrar 180 millones de árboles a 2022. Foto: Jhon Barros.
Para la bióloga, muchas experiencias pasadas de siembra fueron fallidas porque no se involucraron redes comunitarias que cuidaran y monitorean los árboles. “También es de vital importancia vincular cada vez más al sector privado, ya que la mayor cantidad de zonas restauradas son aportadas por las empresas privadas a través de las compensaciones obligatorias. La amalgama de los sectores público, privado y académico es sumamente importante”.
Solano considera que el país debe seguir apostándole a la restauración como un concepto amplio e integrador que permita generar una herramienta para luchar contra el cambio climático, mejorar la seguridad alimentaria y empoderar a las sociedades a través del conocimiento tradicional.
La siembra no basta
Zoraida Calle, coordinadora del área de restauración ecológica de la Fundación CIPAV, afirmó que el número de árboles plantados no es un indicador bueno de restauración ecológica en el país, porque la sobrevivencia de estos individuos es muy baja.
“Lo que tenemos que hacer es crear condiciones para que esos árboles puedan sobrevivir, algo que únicamente ocurrirá si tienen sentido para los propietarios, tenedores de la tierra y comunidades. El gran esfuerzo nacional de restauración ecológica debe hacer sinergia con diferentes sectores, como el riesgo de deslizamientos y avalanchas, la infraestructura y los taludes viales. Los 180 millones de árboles no pueden estar desligados”.
Calle abordó un tema polémico y bastante ligado a la deforestación: la ganadería, que su forma de ver en Colombia es considerada como una causa perdida por el sector ambiental para la conservación de los bosques y la biodiversidad, cuando las tierras ganaderas albergan las mayores oportunidades para hacer restauración.
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Una sola hectárea de bosque puede contar con más de 50 relaciones ecosistémicas. Foto: Jhon Barros.
“Ochenta y seis por ciento de las tierras agrícolas están en ganadería, una extensión de 35 millones de hectáreas. Una buena opción son los sistemas silvopastoriles, esa integración de árboles y arbustos con pastos que trae beneficios como la generación de bienes y servicios ambientales y mejoran los ingresos de los productores”, dijo Calle.
Un proyecto de la Fundación CIPAV y Patrimonio Natural en Caquetá logró que varios campesinos liberaran 20 por ciento de sus fincas para restaurar humedales y bosques por medio de sistemas silvopastoriles. “Si rediseñamos el sistema productivo con buenas dotaciones de animales y un manejo estratégico de los árboles en zonas ganaderas, mejoramos el perfil ambiental del potrero y permitimos que los productores liberen tierras para tener más bosque”.
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Según Calle, el Gobierno pretende que 280.000 hectáreas cuenten con sistemas silvopastoriles, una meta que para la experta no se podrá cumplir en los próximos dos años. “Faltan instrumentos financieros para hacer esa transición, al igual que una asistencia técnica y una infraestructura para dar semillas”.
En los últimos siete años, el proyecto de ganadería colombiana sostenible ha trabajado con el uno por ciento de los ganaderos del país, una cifra que indica lo complejo que es poner en marcha los sistemas silvopastoriles en Colombia. “La transición hacia la ganadería sostenible no la hace el productor solo. Debe contar con un extensionista experto en ecología, economía y hasta psicología”, dice Calle.
Esta estrategia ha trabajado en 4.100 predios ganaderos de 87 municipios del país, que abarcan 160.000 hectáreas. Los productores han logrado integrar a sus fincas más de tres millones de árboles, enriquecieron 3.400 hectáreas de rastrojos y bosques secundarios y aplicaron sistemas silvopastoriles en 38.000 hectáreas. Esto les ha permitido aumentar en 32 por ciento la carga animal, 24 por ciento la producción de leche por hectárea.
La ganadería extensiva es uno de los principales motores de la deforestación. Foto: archivo Semana.
Metas mal planteadas
José Miguel Orozco, profesor de política, legislación y gobernanza forestal de la Universidad Distrital, considera que las metas de restauración, sistemas agroforestales y de manejo sostenible del Plan de Desarrollo están mal planteadas.
“El plan informa la cantidad de hectáreas para cada estrategia, pero en el momento de reportar los avances todo está en un mismo paquete y no se puede ver cuál es cada avance. A finales del año pasado, el Departamento Nacional de Planeación informó que ese avance era de 160.500 hectáreas, pero no sabemos cuáles son para restauración y cuáles para sistemas silvopastoriles. Es decir que no están bien planteados los indicadores y metas”.
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Orozco cree que las sembratones del Gobierno deben hacer énfasis en la gobernanza de la restauración, como lo planteó la directora de la Fundación Natura. “No es sólo hacerle un llamado a la población para que participe en un ejercicio que puede ser efímero. Éste debe ser bien planeado, con información clara del material vegetal, los sitios y las especies. Hay que hacerle seguimiento y evaluación al antes, durante y después de las siembras. En Colombia se han presentado vacíos por los recursos invertidos en la reforestación”.
El docente de la Universidad Distrital reveló que, según el ministerio de Ambiente, cada árbol sembrado cuesta 2,5 dólares, es decir que los 180 millones tendrían una inversión de 450 millones de dólares. “En cuanto a los sistemas silvopastoriles, hay zonas grises entre los sectores ambiente y agricultura”.
Las primeras hectáreas que deberían ser restauradas son las afectadas por la ganadería. Foto: Rutas del Conflicto.
El bosque como bien económico
Cesar Augusto Rey, consultor en reducción de deforestación y cadenas productivas del sector agropecuario, dijo que la cifra de 180 millones de árboles del Gobierno es llamativa pero distrae de una forma mayúscula, "ya que en sólo un año se deforesta lo que está proyectado sembrar en cuatro periodos. Hay que buscar un balance entre ambas metas: sembrar y proteger efectivamente los bosques que tenemos”.
Para el experto, Colombia debe dejar de ver al bosque como un ecosistema que sólo se puede mirar y empezar a trabajar en poder vivir de él de una manera sostenible. “Las 10 millones de hectáreas de los Parques Nacionales Naturales son exclusivas para la conservación y el uso de las costumbres de los grupos étnicos, pero tenemos 49 millones más de bosque donde hay que incentivar el manejo forestal sostenible”.
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Rey advierte que el Ministerio de Agricultura parece ausente en este aspecto y tiene una gran responsabilidad. “Es necesario que cada árbol sembrado forme parte del desarrollo del campo, algo que sólo está enfocado en las vacas y cultivos. Las áreas de bosque que son liberadas por los campesinos en sus fincas deben significar un ejercicio de modelo de negocio para la familia, la vereda y la región”.
Le hace un llamado a la Agencia de Renovación del Territorio para que dentro de la planificación de las zonas PDET, que abarcan 20 millones de hectáreas y concentran 85 por ciento de la deforestación, tengan en cuenta el uso del bosque para integrarlo en un modelo de negocio.
El Gobierno sigue sin capturar al primer capo de la deforestación en Colombia. Foto: Jhon Barros.
“Apadrinar los 180 millones de árboles no es la estrategia indicada. Se debe estimar qué van a significar en términos económicos y qué planes de negocio se van a estructurar. Hay que superar el tema tema de que cada árbol sembrado debe ser subsidiado”, enfatiza Rey.
Por su parte, Nicolás Pombo, gerente de la división forestal en Smurfit Kappa Cartón de Colombia, informó que Colombia está biche aún en cuanto a la las plantaciones forestales comerciales, una carencia que se hace evidente en la ilegalidad del sector maderero.
“Las plantaciones forestales comerciales registradas en el ICA son de apenas 468.000 hectáreas, cuando la Upra estima que 7,1 millones de hectáreas tienen esa vocación. Por eso, 43 por ciento de la madera comercializada en Colombia es ilegal, un flagelo aportado por sectores como la construcción y fabricación de muebles. Toda la materia primera de la industria del papel y empaques corrugados proviene de plantaciones certificadas”.
Pombo informó que Colombia está entre los siete países del mundo donde se pueden aplicar estas plantaciones forestales comerciales. “Tenemos la tierra, la gente y la tecnología para hacerlo, pero para eso hay que crear condiciones adecuadas que atraigan a los inversionistas y tener una política de Estado para la reforestación forestal, claridad jurídica en el mercado voluntario de bonos de carbono, infraestructura y una coordinación de todas las entidades”.
La voz del Gobierno
Emilio Rodríguez, director del bosques, biodiversidad y servicios ecosistémicos del ministerio de Ambiente, fue el vocero del Gobierno nacional en el segundo encuentro por los bosques del Foro Nacional Ambiental.
Según el funcionario, una de las metas del Plan Nacional de Desarrollo es avanzar en que 701.000 hectáreas estén cubiertas por estrategias de sistemas sostenibles para la conservación, de las cuales 300.000 hectáreas deben ser desarrolladas a partir de la restauración de distintos tipos de ecosistemas.
El sitio más biodiverso de Colombia sucumbe por la motosierra. Foto: Jhon Barros.
“Otro tipo de estrategia es avanzar en sistemas sostenibles como agroforestales, silvopastoriles, plantaciones forestales protectoras y herramientas de manejo de paisaje como las cercas vivas. De ahí surge la idea de dar una visibilidad complementaria a estas metas con los 180 millones de árboles, que son parte del compromiso de las 300.000 hectáreas de restauración activa”, mencionó Rodríguez.
El Gobierno dijo que las sembratones implican una movilización de la población para sembrar en ciertas áreas específicas, “personas que más allá de sembrar apadrinan los árboles bajo la responsabilidad que se requiere para su mantenimiento. Sabemos dónde debemos sembrar y contamos con los mecanismos y multiplicidad de socios para avanzar en la meta”.
El Plan nacional de restauración de Colombia indica que 24 millones de hectáreas deben ser restauradas. “Esto es abordado a partir de socios como las corporaciones autónomas regionales, la empresa privada y el ciudadano del común, tanto en las áreas priorizadas de Parques Nacionales como los territorios colectivos, cuencas abastecedoras y donde hay familias vulnerables asentadas en zonas que no son susceptibles a titulación como las de de ley segunda”, precisó Rodríguez.