Medio Ambiente
Un tercio de la población global podría vivir en medio de un clima cálido peligroso, dicen expertos
Para finales del siglo XXI se estima que 600 millones de personas estarán habitando lugares con temperaturas cálidas no aptas para la vida.
Los riesgos del calentamiento global no dejan de ser una preocupación constante para los científicos, ambientalistas y para la comunidad en general. Luego de los severos cambios en las temperaturas en varias regiones del planeta, además de la poca presión para comenzar a ejercer leyes y sentencias más fuertes que impidan alterar ecosistemas a lo largo y ancho del globo, y de la indiferencia y negativa para al menos aceptar que el cambio climático es una realidad, la revista Nature ha publicado un dato alarmante para la humanidad en general.
De acuerdo con el artículo ‘’Cuantificación del costo humano del calentamiento global’' de esta revista científica, realizado por investigadores del Instituto de Sistemas Globales, la Comisión de La Tierra, la Universidad de Nanjing y la Universidad de Exeter, la principal razón de ser de esta investigación era conocer cuantas personas quedarían por fuera de las futuras zonas habitables del planeta con base en datos arduamente recopilados de los drásticos cambios climáticos que ha sufrido el globo.
Aunque el estudio expresa que la especie humana se acopla a todos los climas de la tierra, unos más adaptables que otros, los climas propicios para que los humanos puedan vivir y desarrollar una calidad de vida aceptable, son los lugares que se encuentran entre el promedio de 13° Celsius y realizando un segundo pico de 27° Celsius. Todo lo que esté por fuera de este rango de temperatura se considera una zona altamente propensa a mortalidad por efectos ambientales.
El estudio estima que desde 1960 hasta 1990 ha dejado a más de 600 millones de personas por fuera de estas condiciones climáticas aptas para la vida, o como ellos lo denominan en su artículo ‘Nicho climático’. Los países más afectados por estar fuera de este espacio son casualmente las economías emergentes como Nigeria, en África, e India, Tailandia, Indonesia y Pakistán en Asia.
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A pesar de los esfuerzos que se han hecho para que toda la comunidad internacional acuda y tome acción en el llamado de bajar las actividades industriales para así escatimar las consecuencias del efecto invernadero y de la destrucción de la capa de ozono, además de velar por la protección y preservación del agua y evitar episodios de hambruna por la erosión, no es suficiente.
El único documento que medianamente ha hecho dar el primer paso entre las naciones más poderosas ha sido el Acuerdo de París, el cual busca que se mantenga el aumento de la temperatura en menos de 1.5° Celsius, las estimaciones del estudio expresan que se espera que para finales de siglo haya un aumento de 2° Celsius, lo que evidencia una crítica indirecta a este acuerdo y a todas las promesas a 2030 y a largo plazo debido a que si no se toman medidas más fuertes, la humanidad podrá verse más afectada de lo que está en la actualidad.
La crítica constante de las economías emergentes y de los países en vía de desarrollo va dirigida a las grandes potencias contaminantes que no realizan las acciones necesarias para mitigar los impactos del calentamiento global y esas mismas potencias les exigen a todos los territorios y naciones que realicen cambios en sus modelos de producción que ellos no realizaron en el pasado.
Un gran argumento de que la población mundial está en riesgo es lo que sucede con el país oceánico Tuvalu, ubicado a 5067 kilómetros de Australia, el cual, por su baja altitud está en riesgo de hundirse y desaparecer del mapa, por lo que su ministro de Justicia, Comunicaciones y Relaciones Exteriores, Simon Kofe, exhortó al mundo a actuar de manera premeditada para evitar que esta nación de 11 mil habitantes deje de existir en un futuro muy cercano.