MEDIOAMBIENTE

Viveros comunitarios, aliados en la restauración de los páramos

En cinco páramos del país, las comunidades locales se han encargado de propagar y sembrar especies de plantas nativas para después utilizarlas en procesos de restauración ecológica en sus ecosistemas de alta montaña.

16 de junio de 2021
Viveros comunitarios
Los viveros comunitarios desarrollados en páramos son clave para restaurar estos ecosistemas. | Foto: Ledy Truijillo

Durante años, muchos de los páramos el el país han sido sometidos a procesos de degradación que afectan sus ecosistemas, claves para la producción de agua, por lo que trabajar en su recuperación es determinante.

Una de las estrategias para la restauración de los ecosistemas es la revegetalización mediante la siembra de plantas que permitan restablecer la funcionalidad y los servicios que presta el páramo como la regulación hídrica y el almacenamiento de carbono del suelo, entre otros.

Este manejo de la vegetación requiere de la propagación de plantas nativas, a través de lo que se conoce como viveros, en los cuales vienen trabajando algunos habitantes de estos lugares.

Los viveros son el lugar adecuado para propagar, multiplicar y lograr que las plantas que serán usadas en el proceso de siembra, se adapten y sobrevivan durante los primeros meses o años de crecimiento antes de ser llevadas al lugar en donde se plantarán definitivamente.

Viveros comunitarios
Plántula de Retrophyllum rospigliosii creciendo en un sustrato de cascarilla de arroz. | Foto: Ledy Trujillo.

Aunque pareciera que un vivero es fácil de mantener, estos deben ser creados pensando en las condiciones ambientales de su entorno y en las especies de plantas que requiere un proceso de restauración. Las plantas de alta montaña crecen muy lento debido a las bajas temperaturas, por lo que el tiempo transcurrido desde la germinación de las semillas hasta tener una plántula puede ser entre uno y cuatro años.

La implementación de acciones de restauración ecológica contribuye a la disminución de los efectos ocasionados por disturbios en el páramo como la ganadería, la agricultura, las plantaciones forestales de pino y eucalipto, así como la colonización de especies invasoras y la minería, entre otros.

En las pasadas décadas se ha evidenciado la necesidad de desarrollar proyectos de restauración ecológica cada vez más integrales en donde se involucren viveros principalmente de plantas nativas de la alta montaña. Es por esto que el Instituto Humboldt por medio del Proyecto Páramos: Biodiversidad y Recursos Hídricos en los Andes del Norte financiado por la Unión Europea presenta la publicación Viveros de páramo para la restauración ecológica.

“Este libro es una construcción de conocimiento a través del intercambio de saberes entre investigadores y viveristas comunitarios, en el que se aborda el paso a paso a la hora de poner en marcha un vivero de alta montaña”, aseguró Patricia Velasco-Linares, directora de Bosques & Semillas y autora principal del libro.

Viveros comunitarios
Miembros de la comunidad preparan los esquejes de las plantas que se van a propagar. | Foto: Bosques & Semillas

Además, es una herramienta de consulta para los habitantes de los páramos, estudiantes, profesionales e investigadores enfocados a la propagación de especies nativas, con el objeto de mejorar las practicas de reproducción de plantas de alta montaña necesarias para la restauración de este ecosistema.

Vivero Guardianes de la Montaña, en El Espino (Boyacá)

El interés de Mireya Pérez por el viverismo nace de la curiosidad de saber cómo germinar frailejones. Pronto se convirtió en una pasión y en un camino de formación constante. Los cursos de viverismo cambiaron su perspectiva en relación con las actividades que venía desarrollando en el vivero.

Mireya Pérez
Mireya Pérez. | Foto: Instituto Humboldt

Actualmente, quiere incursionar en los negocios verdes, estableciendo una red de viveros al interior del departamento de Boyacá enfocados en la propagación de especies vegetales de páramo.

Vivero Asogrigan, vereda La Nevera, en Palmira (Valle)

La curiosidad de Andrés Ospina lo llevó a interesarse por aprender sobre las plantas frutales de clima frío y así empezar a ensayar la propagación. “Comenzamos con uchuvas y papayuelas. Pero también me interesaba conocer la mayor variedad de plantas posible, que pudieran servir de alimento para las personas, sobre todo en una región donde ya nadie siembra nada”. Luego, y con el espacio del vivero, empezó a hacer ensayos de propagación de plantas del bosque y del páramo, prestando atención a las especies y sus ciclos de reproducción.

Viveros comunitarios
Andrés Ospina, del Vivero Asogrigan, vereda La Nevera, municipio de Palmira, en el Valle del Cauca. | Foto: Instituto Humboldt

Sus expectativas se centran en la propagación y cultivo de la diversidad de plantas del páramo y el bosque alto andino, para que puedan tener uso alimenticio, medicinal, forestal y estético. Además, se propone transformar dos hectáreas de potreros en un ecosistema que incluya una composición de plantas seleccionadas, para entender mejor el proceso de desarrollo en condiciones similares a las que se enfrentan en procesos de restauración.

Los viveros de páramo tienen la potencialidad no solo de suministrar material de calidad para la restauración ecológica, sino de ser centros de encuentro, educación ambiental y emprendimiento para las comunidades rurales.

Cumpliendo sueños

El sueño de los viveristas de alta montaña es continuar con sus iniciativas que preservan estos ecosistemas claves en la lucha contra el cambio climático.

Las plantas se pueden agrupar por la forma en la que se desarrollan durante su ciclo de vida

Rosetas con tallo: Las hojas se distribuyen de forma circular en el tallo, como es el caso típico de frailejones grandes. Rosetas sin tallo: Sus hojas también salen de forma circular, pero como no presentan tallo salen al nivel del suelo. Usualmente estas plantas tienen estructuras subterráneas, protegidas del frío donde almacenan agua y nutrientes. Arbustos: Plantas leñosas que alcanzan hasta los cinco metros de altura y se ramifican cerca de la base.

Arbolitos: Individuos leñosos con tallo claramente definido, que superan los cinco metros. Pueden formar pequeños bosques localmente.

Hierbas: Plantas de bajo porte, no leñosas o poco lignificadas, de manera que tienen consistencia blanda.

Bejucos o trepadoras: Plantas con un tallo largo y flexible que les permite crecer entre los árboles para alcanzar la luz. Pueden ser leñosas o herbáceas.

Bambusoides: Especies cuyas plantas tienen forma de bambú, lignificadas, de poca altura y clonales.

Cojines: Plantas que crecen a ras del suelo, forman un colchón o tapete que puede verse plano, convexo o semiesférico. Macollas: Las hojas son planas semejantes a penachos o grupos densos de tallos con hojas rígidas, puntiagudas, tubulares o enrolladas.