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Construcción sostenible, una tendencia que, más que moda, es una necesidad
Esta tendencia se ha convertido en el caballo de batalla del sector. Pero ¿hasta dónde se están considerando a las personas y sus nuevas necesidades?
Si hasta antes de marzo de 2020 la apuesta por la sostenibilidad era un diferencial competitivo de las organizaciones del ramo de la construcción, ahora es una prioridad, en especial porque la salud y el bienestar de las personas están en juego.
De acuerdo con la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), en los últimos tres años nuestro país ha presentado un importante avance en esa materia, y destaca los siguientes datos de 2020:
• 113 proyectos nuevos optaron por la certificación EDGE, que reconoce diseños y construcciones con características sostenibles.
• 13 obtuvieron el certificado EDGE Advanced, al demostrar ahorros superiores al 40 por ciento en energía.
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• 14.801 viviendas fueron certificadas en diseño, más del doble que en 2019.
La Cámara pone de manifiesto que, durante los últimos tres años, hubo 149 proyectos certificados en diseño y 47 obtuvieron su certificado final, es decir, en la construcción.
En cuanto a la vivienda, Camacol asegura que se certificaron 38 proyectos de vivienda de interés social (VIS) y dos más de viviendas de interés prioritario (VIP).
Sin embargo, ¿es posible considerar la sostenibilidad en edificaciones más allá de lo ecológico y entenderla también desde lo humano?
Carolina Duque, socia del área de Banca y Finanzas en Baker McKenzie, declara que “se ha generalizado la idea de que la sostenibilidad tiene que ver solamente con lo ambiental, pero se incluyen también en este concepto el pilar social y el de gobernanza”.
La abogada señala que eso ha hecho común que cuando una edificación (del tipo que sea) solo consume energía de fuentes renovables, por ejemplo, de inmediato se califica de ser sostenible. “Es necesario considerar también los estándares sociales o la protección de proveedores, por mencionar algunas condiciones”, afirma.
De ahí que, en las actuales circunstancias, cumplir únicamente con las normatividades ambientales no sea el todo de la sostenibilidad.
Proyectos nuevos para nuevas normalidades
Carlos Meléndez, gerente general de la constructora Fores, manifiesta que “a raíz de los comportamientos derivados de la pandemia, las necesidades de los usuarios con respecto a la vivienda se han transformado”.
El ejecutivo asevera que, por un lado, están quienes quieren vivir fuera de las grandes urbes, porque anhelan áreas habitacionales amplias y un metro cuadrado más económico, junto con la inversión en un apartamento ‘de paso’ en la ciudad para ser usado de manera ocasional.
“Por otra parte, están quienes, debido a temas laborales, tienen que permanecer en la ciudad y buscan áreas habitables más generosas, que cumplan con requerimientos de espacios para teletrabajo, terraza para mascotas y zonas sociales”, dice Meléndez.
En consecuencia, la dinámica del mercado ha hecho que, para ser competitivas, las constructoras y desarrolladoras no solamente ofrezcan al cliente lo que está buscando, sino también una gran variedad de alternativas que se adapten a sus nuevas exigencias.
De ahí surgen conceptos como la biofilia, con el que la arquitectura entiende la necesidad emocional de las personas de estar en contacto con más seres vivos del entorno, ya sean plantas o animales.
Rodrigo Puente, promotor de Epic Diseño+Construcción, destaca que este tipo de ambientes “son esenciales para la humanidad. La biofilia es uno de los ingredientes más importantes de la vida, pues proporciona armonía, equilibrio y comprensión flexible del paisaje alrededor”.
Puente destaca que los beneficios de la tendencia incluyen reducción del estrés, retención de la memoria y elevación del estado de ánimo, entre muchos otros.
Según el promotor, “las empresas y los desarrolladores debemos pensar diferente la manera de elegir un espacio y su planeación. Necesitamos priorizar el nivel de biofilia en los espacios; si podemos agregar un poco más de vida o más plantas, en lugar de poner un mueble o una estructura. Se trata de que las prioridades cambien un poco”.
Lo que está adentro también cuenta
En todo esto de la construcción sostenible no hay que olvidar el mobiliario, que trasciende lo utilitario para integrarse a esa noción arquitectónica y de desarrollo.
Juan David Muñoz, director de Producto RTA, Complementos y Hogar en Jamar, indica que “ahora todos tenemos una nueva realidad a la cual nos debemos adaptar rápidamente, y necesitamos espacios de trabajo, estudio, e incluso diversión, en el contexto de nuestro hábitat diario. Para lograrlo, hemos tenido que crear ambientes en el hogar que, hasta hace poco, eran impensables”.
Por eso, dice, el mobiliario debe adaptarse a las nuevas construcciones y configuraciones de las viviendas, sin interferir con el ciclo natural de los ambientes, ajustándose a espacios y requerimientos del usuario final, y generando valor y beneficios en su uso diario.
Natalia Arroyave, cofundadora de In.mobili, asegura que cuando se habla de construcción sostenible, “el mobiliario debe implementar soluciones desde su concepción hasta su producción para que pueda ser catalogado como tal. Si la construcción es sostenible y el mobiliario no, el proyecto no sería coherente”.
Más del 40 por ciento de las toxinas que son consumidas por los seres humanos proviene de los hogares, y son desprendidas de elementos como pinturas y acabados.
“Al adquirir un mobiliario sostenible, esa cifra se reduce, ya que los productos utilizados son a base de agua o de origen natural, mejorando así la calidad de vida del consumidor y su entorno”, afirma Arroyave.
¿Y el trabajo qué?
Otros espacios que han tenido que reinventarse son las oficinas. Si bien el regreso ha sido paulatino, “las empresas deben marcar un plan que permita aumentar gradualmente el número de personas que retornen a su lugar de trabajo”, señala Felipe De Francisco, director project management de CBRE Colombia y Ecuador.
El ejecutivo agrega: “La situación actual nos ha llevado a pensar en la salud y el bienestar, tanto en lo físico como en lo mental. Entonces, las empresas no solo deben garantizar un puesto físico en la oficina, sino también un lugar que le ofrezca seguridad al empleado”.
Así, en los últimos años se han hecho frecuentes certificaciones para estos espacios, como WELL, LEED y EDGE, entre otras, que aseguran el cumplimiento de requerimientos en temas de bienestar y sostenibilidad.