MEDIOAMBIENTE
La reserva natural en la que convive el ganado con la caña de azúcar
En el Hatico, en el Valle del Cauca, se desarrollan estas dos actividades económicas conservando la naturaleza. En el lugar, hay 14 hectáreas de bosque seco tropical, el área más grande de este ecosistema en el departamento.
Desarrollar procesos productivos en reservas naturales sí es posible. Aunque puede parecer un contrasentido, esto es precisamente lo que sucede en una de las reservas naturales más antiguas del Valle del Cauca, en donde de forma simultánea se desarrolla la ganadería y el cultivo de la caña de azúcar.
Se trata de la Reserva Natural El Hatico y sus propietarios, junto a la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), buscan replicar el modelo con otros productores del departamento, pues la experiencia muestra de que es posible producir y conservar e incluso incrementar la biodiversidad de estas áreas.
“La esencia está en fortalecer todo un esquema de integración de lo agrícola, pecuario y forestal, lograr que por superficie tengamos cada día la mayor producción de biomasa, que tengamos una recuperación de suelos y un uso cada vez más eficiente del recurso hídrico”, dice Carlos Hernando Molina Durán, representante legal de la empresa Molina Durán SAS y quien hace parte de la octava generación de la familia cuyo esfuerzo ha recibido reconocimientos como el Premio Nacional de Ecología Planeta Azul.
En esta reserva hay 14 hectáreas de bosque seco tropical, la reserva más grande del Valle de este amenazado ecosistema, con un completo banco de germoplasma que la familia puso a disposición de la autoridad ambiental para multiplicar sus especies.
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La estrategia de conservación y preservación de los ecosistemas es claro. En esta reserva el ganado, con bebederos móviles, se rota en potreros divididos permitiendo su recuperación. El pasto se combina con palmas, árboles, arbustos y leguminosas. La producción de leche por hectárea al año aumentó en un 69 % y estudios demuestran que disminuyeron las emisiones de carbono y metano. De esta forma se está produciendo la primera leche orgánica del país.
Los cultivos de caña se combinan con rodales de árboles y arvenses, (las mal llamadas malezas), en las que viven especies que controlan de forma natural las plagas. Las arvenses se mantienen a raya con ovejas que las consumen y que además producen carne de gran calidad.
Todo es aprovechable
Los residuos de cosecha de la caña no los queman, sino que los integran al suelo aportando nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio que un estudio valoró en el equivalente a una inversión de US$550 por hectárea. El suelo, lejos de degradarse, contiene 440 kilos por hectárea de macroinvertebrados como insectos y lombrices lo que contribuye a su riqueza.
“De las 240.000 hectáreas de caña en el Valle del Cauca solo 20.000 usan métodos agroecológicos. Queremos que eso se triplique. Vamos a ayudar a nuestros campesinos, con el apoyo de los propietarios de El Hatico, que nos van a colaborar en todo ese conocimiento que tienen y la CVC aportará los recursos para que todos utilicen la agricultura orgánica”, aseguró Marco Antonio Suárez Gutiérrez, director general de la CVC.
“Me queda una sensación muy positiva de la dirección de la Corporación. En la visita se evidenció un director muy sensible a toda la parte ambiental social y una persona sagaz e inteligente por distinguir los elementos claves de la propuesta para ver cómo la podemos multiplicar. ¡Lo que sigue es trabajar!”, dijo Molina Durán.
Según un estudio realizado por la Universidad del Valle, en esta reserva hay 140 especies de aves, un 20 % de las que hay en el departamento, incluso las guacamayas que han sido avistadas aquí y que, si bien son de otra región, contribuyen a mostrar la riqueza de la reserva.