CIENCIA
Arroz dorado: ¿una solución brillante o un problema ambiguo?
El arroz dorado enriquecido con betacaroteno ofrece una cura milagrosa contra la deficiencia de vitamina A. Sus detractores creen que es solo una campaña de imagen de las empresas biotecnológicas.
¿Cómo será posible satisfacer en un futuro la demanda mundial de alimentos y asegurar su valor nutritivo? Esta pregunta será más difícil de responder a medida que aumente la población mundial y el impacto del cambio climático en la producción agrícola global. Existen soluciones, pero son controvertidas. Una de ellas es la modificación genética de los cultivos, por ejemplo, del arroz. Desde hace 30 años gira el debate en torno a este alimento básico. Y las opiniones, tanto en contra como a favor, son muy disputadas.
El arroz dorado es una variante modificada. Sus defensores lo llaman “dorado” por el color amarillento que adquieren los granos, a los que se les ha añadido betacaroteno. Pero, sobre todo, porque este arroz debe actuar como una panacea contra la deficiencia de vitamina A en los países más pobres. Según dicen su uso podría mejorar la salud humana y oponerse a su producción sería inmoral. (Vea: Glifosato, ¿malo para la coca y bueno para la comida?)
"Lo llamamos un crimen contra la humanidad", dice Patrick Moore, Director de ‘Allow Golden Rice Now’, un grupo que aboga por la aceptación social del arroz dorado. Según UNICEF, la deficiencia de vitamina A afecta a 250 millones de niños en todo el mundo, siendo la principal causa de ceguera infantil prevenible en más de la mitad de todos los países, principalmente en África y Asia meridional. "Presionamos mucho porque todavía cada año mueren dos millones de niños a causa de ella", explica Moore.
La mayor parte del debate del arroz tienen lugar en Filipinas. Aquí se encuentran los promotores y críticos del arroz de grano dorado.
Por el contrario, los oponentes aseguran que la modificación genética de un alimento básico puede tener efectos imprevistos sobre la salud humana y la biodiversidad. Los impactos negativos podrían ser enormes. Después de todo, casi la mitad de la población mundial depende del arroz como alimento básico, tal y como muestran cifras del ‘Instituto Internacional de Investigación del Arroz’ (IRRI, en sus siglas en inglés) en Filipinas.
Las voces críticas provienen, entre otros sitios, de MASIPAG, una red de agricultores y científicos filipinos, que afirman que la precaución es necesaria.
"¿Es el arroz dorado un alimento, un medicamento, o ambos? Si la respuesta es ambos, el Ministerio de Salud tiene que llevar a cabo estudios y comprobar su seguridad", manifiesta el jefe de MASIPAG, Chito Medina. "Hasta ahora solo hay estudios nutricionales, que demuestran que la vitamina A es absorbida por el cuerpo. Pero no existen datos sobre los productos químicos que podrían haberse producido en el proceso y sobre sus efectos".
Filipinas: el escenario de la guerra
Filipinas es el escenario de la mayor parte del debate del arroz. Aquí se encuentra el Instituto IRRI, que es responsable del desarrollo de los granos dorados, pero también se encuentran los críticos más duros. Estos mostraron su mayor descontento en agosto de 2013, cuando destruyeron campos de ensayo en Pili, un municipio de la provincia de Camarines Sur, al oeste del país.
Esta destrucción provocó un debate dentro del mismo debate. Los partidarios del arroz entendieron la protesta como una intencionada destrucción de pruebas. “Por un lado, dicen que no hay suficientes evidencias científicas y por otro, sin embargo, destruyen las instalaciones de prueba que pueden demostrar cómo funciona el arroz dorado”, explica Moore. Para el IRRI el arroz seguirá siendo un alimento básico, por lo que ¿qué hay de malo en aumentar su valor nutritivo? Según MASIPAG y otros activistas, el enfoque es simplemente equivocado. El modo más seguro y más respetuoso con el medio ambiente para combatir la deficiencia de vitamina sería a través de una dieta variada y equilibrada, con proteínas y verduras. En la naturaleza se encuentra mucho betacaroteno, de modo que innecesario enriquecer alimentos básicos.
"El boniato naranja tiene cinco veces más beta caroteno que el arroz dorado. Las zanahorias tienen de dos a tres veces más", añade Medina. "Pero la vitamina A necesita grasa para poder ser absorbida por el cuerpo. Esa es una de las razones de la deficiencia vitamínica entre los más pobres. No pueden permitirse el lujo de comprar carne y tienen, por tanto, una dieta desequilibrada".
¿Malo para la biodiversidad?
"Es absurdo recurrir al argumento de la autopolinización”, contraataca Dirk Zimmermann, de Greenpeace. "Experiencias pasadas en China y los EE.UU. han demostrado lo contrario. Allí, se sembró el arroz en campos de ensayo pequeños y se extendió ampliamente a otras superficies productivas". En 2006, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos hizo público haber encontrado trazas de una cepa de arroz modificada genéticamente, conocida como LibertyLink, en el arroz de grano largo listo para exportar.
Asimismo, muchas de las patentes para el arroz dorado, están en manos de grandes empresas de biotecnología, como Syngenta, Bayer y Monsanto, que han sido objeto de muchas críticas en el debate de los organismos genéticamente modificados (OGM) y de las plantaciones de monocultivo.
Sin embargo, los defensores del arroz señalan que las empresas biotecnológicas han permitido el acceso gratuito a las semillas para que los científicos puedan continuar con el desarrollo del arroz sin fines lucrativos. Pero los opositores temen que la introducción del arroz dorado acabe empujando a los agricultores a la producción del monocultivo industrial.
El debate del arroz dorado no acabará en breve. En parte debido a que el producto aún no está en el mercado. El IRRI informó recientemente sobre contratiempos en sus datos más recientes: el arroz no ofrece el mismo rendimiento que otras variedades industriales y no puede competir en el mercado.
Actualmente, los científicos del IRRI están tratando de solventar este problema, según Tolentino. El siguiente paso sería una prueba de la variedad en campos abiertos, de modo que pueda ser registrada en el mercado y cultivada a gran escala.
"Eso va a tomar un tiempo", dice Tolentino. "En este momento estamos en la etapa de crecimiento. El período puede extenderse a dos años, pero también a cinco".