Ciénaga de Zapatosa. Municipio de Chimichagua, Cesar. Es el humedal continental más grande de agua dulce del país, con una extensión que alcanza las 70.000 hectáreas en los municipios de Chimichagua, Curumaní, Tamalameque y El Banco. Esta postal fue captada una mañana de marzo de 2015, cuando el Instituto Humboldt daba marcha a un proyecto de planeación ambiental en las zonas operativas de Ecopetrol.
Venado de páramo (Odocoileus goudotii), en el Parque Nacional Natural Chingaza, Cundinamarca, uno de los principales reservorios de agua de Colombia, con 76.600 hectáreas de páramo distribuidas en 11 municipios de Cundinamarca y Meta. Con las astas cubiertas de pelo, este ejemplar fue avistado por científicos del Instituto Humboldt en 2015.
Morichales de la Orinoquia en Trinidad, Casanare. Estos ecosistemas engalanan los Llanos Orientales colombianos. Son sistemas fluviales que se forman en las zonas de corrientes tranquilas en pequeñas depresiones de planicies y valles; es decir, son palmas en medio del agua. Esta gigante está considerada como la más acuática de todas las palmas. Esta postal de tonos naranjas y azules fue captada en 2016 en las sabanas inundables de la reserva natural El Lagunazo.
Osa palmera (Myrmecophaga tridactyla). Trinidad, Casanare. Esta es una especie reconocida por ser una de las mejores madres, en especies de mamíferos. En esta postal se puede apreciar a la madre cargando a su cría en el lomo y el gran tamaño de la pequeña. Estos animales habitan en varios países de Sudamérica y Centroamérica, pueden llevar su cría en la espalda durante más de un año, tiempo en el que se desarrolla totalmente y queda lista para valerse por sus propios medios.
Cueva La Tronera. El Peñón, Santander. En Colombia se han descrito 260 sistemas cársticos, ecosistemas como cuevas, cavernas, hoyos y abrigos rocosos que albergan algunos de los representantes de la biodiversidad nacional más desconocidos. La Tronera es uno de los sitios admirado por los científicos. Uno de sus accesos es conocido como el corazón del mundo debido a que la roca se abre en forma de corazón, comunicando el mundo exterior con los secretos que se ocultan bajo tierra.
Hormigas arrieras, en Aipe, Huila. En este municipio, mientras investigadores daban marcha a un proyecto sobre parcelas permanentes de monitoreo en el bosque seco tropical, un tronco de uno de los árboles espinosos arrojó una imagen que plasma el arduo trabajo de las hormigas en horas de la noche, insectos que en el país suman más de 870 especies. Cuatro hormigas arrieras, de diversos tamaños, cargan en sus espaldas partes de la vegetación que llevan a su hormiguero para cultivar un hongo y alimentarse de él, una postal captada en 2016.
Rana de cristal (Espadarana prosoblepon), en Carmen de Viboral, Antioquia. Con cerca de 850 especies registradas, Colombia ostenta el título del segundo país con mayor riqueza de anfibios, un grupo de la fauna silvestre representado por ranas o anuros, salamandras, tritones y cecilias.
Las palmas de cera de Tochecito (Ceroxylon quindiuense), en Cajamarca, Tolima. No hay otro lugar en el mundo que cuente con tanta riqueza en palmas como Colombia. Con más de 259 especies identificadas, es el país con mayor diversidad de palmas en el planeta, de las cuales el 23 % son endémicas. La población más abundante de esta palma está en la cuenca del río Tochecito, entre Cajamarca y Salento (Tolima y Quindío), donde sobreviven cerca de 600.000 individuos en 4.500 hectáreas.
Currucutú común (Megascops choliba), en la cuenca del río Tomo, Vichada. Cerca de 2.000 especies de aves revolotean por las más de 114 millones de hectáreas de Colombia, una cifra que lo convierte en el país con mayor riqueza de avifauna en todo el globo terráqueo. Las hay de todos los colores, tamaños, formas, cantos y comportamientos. Las migratorias, 158 especies, pasan por el territorio nacional en algunas épocas del año para encontrar refugio, alimento y sitios de descanso en sus largos viajes. Por otro lado, 82 son únicas o endémicas.
Colombia BIO 2017. Cuenca del río Tomo, Vichada. Los paisajes llaneros no solo muestran su belleza bajo los rayos del sol. Aunque los amaneceres y atardeceres de colores naranjas son los más llamativos en la región, las horas de la noche esconden una magia ancestral y cosmológica.
Bosque de colorados (Polylepis quadrijuga), en el páramo El Consuelo, Belén, Boyacá. Este es un relicto de bosque bastante extenso de árboles colorados, una especie nativa y endémica de la cordillera Oriental en Colombia que fue catalogada por los científicos como uno de los hallazgos más interesantes de la expedición Boyacá Bio 2018. Estos árboles habitan en los ecosistemas de alta montaña, como el bosque altoandino y los páramos. Alcanzan alturas de hasta ocho metros y cuentan con troncos retorcidos de color rojo intenso, razón de su nombre común.
Camaleón andino (Anolis heterodermus), en el páramo de Ocetá, Monguí, Boyacá. Este reptil se dejó ver en la expedición Boyacá BIO de 2018. La piel de este animal es bastante peculiar, ya que cambia de color cuando siente alguna amenaza gracias a que tiene células llamadas cromatóforos que tienen esta capacidad. Como se mimetiza entre la vegetación para despistar a sus depredadores, las comunidades lo llaman camaleón, pero en realidad es un lagarto.
Tortuga hedionda (Mesoclemmys gibba). Caño Cristales, Meta. También conocido como galápago hediondo, este reptil se distribuye en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Guayana Francesa, Perú, Surinam, Trinidad y Venezuela. El registro de esta tortuga de cabeza angosta, caparazón ancho y aplanado y color café oscuro o negruzco, representa un gran hallazgo para los científicos ya que es uno de los reptiles de los que se tiene poca información en el país. Se sabe que en Colombia habita en las cuencas del Amazonas y Orinoco.
Caño San Silvestre. Barrancabermeja, Santander. Este es uno de los afluentes del río Sogamoso, un cordón umbilical que conecta las ciénagas de El Llanito con San Silvestre, en Barrancabermeja. Este caño sale de la ciénaga San Silvestre. Este es uno de los sitios donde sobrevive la pesca artesanal de las comunidades locales, a pesar de que sus peces son cada vez más escasos y pequeños.
Ciénaga del Llanito. Barrancabermeja (Santander). En este ecosistema, que hace parte de la subcuenca del río Sogamoso en el municipio de Barrancabermeja, las atarrayas de los pescadores decoran el panorama. Esta práctica ancestral ha sobrevivido a pesar de la disminución en la talla de los peces y los impactos derivados por la llegada de la represa de Hidrosogamoso.
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